En un foro organizado por el Vaticano sobre Calentamiento global y nuevas formas de esclavitud, menudo collage, la alcaldesa de Madrid fue noticia no por templar gaitas sobre su equipo, sino por lanzar una alerta al mundo acerca de la prostitución y la juventud. Me parece novedoso que desde la progresía alerte sobre este tema cuando de ellos ha partido la militancia tan corrosiva sobre la llamada ‘liberación sexual’ y, ya más de fondo, siendo los adalides del relativismo moral que impregna ahora occidente. Es verdad que la gran alarma viene por la esclavitud sexual, pero no es menos cierto que la alcaldesa planteo déficits en la educación sexual de nuestros adolescentes que han interiorizado, como un comportamiento normal, el pagar por usar sexualmente a alguien simplemente por el placer propio.
Concretamente la alcaldesa, sin eufemismos, dijo: “Entre los muchachos se suscita el tema de por qué uno va de putas, por qué uno acepta la prostitución, etc…” invitando a una profunda reflexión «sobre la sexualidad y la manera de educar en sexualidad».
No entiendo nada. Hay alerta porque nuestros jóvenes contemplan la prostitución como un comportamiento más. ¿Alguien espera que si educamos no sobre el amor sino sobre el placer, no sobre la entrega sino sobre el egoísmo, no sobre el esfuerzo sino sobre las apetencias, no sobre el ser sino sobre el tener, la sexualidad será ‘entrega’ y no uso y abuso del cuerpo de otros? ¿Alguien me lo explica?
Es lamentable y deprimente que se use el cuerpo como un fin económico, mas lamentable aún es que haya esclavitud sexual y que aún a sabiendas lo usen. El hombre en si le funciona más el instinto animal.
Los jóvenes han interiorizado la libertad como el hacer lo que quieren en el momento que quieren. Sin reflexionar sobre lo que está bien o mal, predominan en ellos los instintos más básicos, entre ellos el apetito sexual, al que consideran un derecho que tienen ya al nacer. No hay moral, no hay pudor, todo se expone publicamente, sentimientos, cuerpos, pensamientos intimos..etc.. Están despojados de espiritualidad, son animalitos salvajes.
Eso, Mercedes Vidal, podríamos llamarlo libertinaje y dejar que el ser humano funcione únicamente a través del instinto animal, muy del gusto de la izquierda que nos ha gobernado y cuya ley educativa, recuerdo, sigue vigente; lleva más de treinta años.
Ese es el lenguaje propio de quién en su educación ha interiorizado el placer sexsual como una satisfacción del momento, simplemente follar, el concepto de amar es algo que por las palabras que expresan, de momento no han conocido