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El oasis catalán no deja de sorprendernos. Si pacifico es sitiar una ciudad cortando calles y carreteras, universitario será que los rectores de las Universidades catalanas decreten, de hecho, cierre patronal de sus instituciones, y pacíficamente unos cuantos alumnos bloqueen con barricadas la entrada a los demás en los distintos centros universitarios catalanes, como protesta a una sentencia judicial que para muchos mas bien se ha quedado corta. La Universidad, como Institución destinada a la enseñanza superior, no parece el sitio más adecuado dónde dar la batalla política impidiendo su normal funcionamiento, en vez de servir para aprender algo y en todo caso expresar y confrontar ideas. Ya se me hace difícil aprender una visión nacionalista de la medicina o la física, ¿cómo será no aprender nada de nada por tener la universidad cerrada?
A raíz de la sentencia del juicio al ‘procés’ los claustros de todas las universidades públicas catalanas han votado y aprobado manifiestos casi idénticos, en los que se reclama el derecho de autodeterminación y la libertad de quienes denominan “presos políticos”; ante este uniformismo totalitario, más de 800 profesores han respondido, en una carta abierta a los rectores, reprobando el manifiesto ‘pronacionalistas’. En la carta se reclama la libertad ideológica de los protagonistas del mundo universitario.
Si además de romper en dos el país, el nacionalismo tiene a gala dogmatizar sobre una única visión de la sociedad y, cuando le apetece, impedir la formación de sus estudiantes, no solamente ataca al presente sino que mina en lo más profundo su propio futuro. Hace mucho tiempo que en Cataluña una parte pretende imponerse al todo en cada uno de sus ámbitos y el ámbito universitario no es una excepción, aunque sea lo más antiuniversitario del mundo. Pretender que el amplio espectro de colores del saber, quede reducido al blanco y negro como mucho, es palurdo y pueblerino e imponer por la fuerza, ya sea desde la dirección o desde el alumnado, un comportamiento único es todo menos universitario y es síntoma seguro de una sociedad que enfila sin freno un planteamiento de lo más totalitario.
No entiendo nada. ¿Qué sentido tiene protestar impidiendo el aprendizaje del conocimiento? ¿Alguien me lo explica?
Todo forma parte de una planificación tendente a translucir al extranjero una idea de revolución.