Políticamente, en otras cosas no, tengo que reconocer que siento envidia de Alemania y lo acaecido este domingo no hace más que aumentarla. La Canciller alemana, Merkel -la madre de la austeridad-, gana sus terceras elecciones con una amplia mayoría rozando la absoluta. Si ella no la tiene es que la tienen los demás que curiosamente ocupan su izquierda política. Curiosamente ni siquiera se han planteado una opción de todos frente a Merkel. El segundo partido en cuanto a votos que sería el homólogo al PSOE ha declarado que Merkel tiene la palabra. ¿Se imaginan esta situación electoral aquí? ¿Se acuerdan de los pactos en Baleares, en Galicia o incluso en Canarias, Catalunya, País Vasco o por centrarnos en lo último de lo último: Andalucía?
Mi envidia aún va más lejos, Steinbruck, el Rubalcaba teutón, ha declarado que “la izquierda no está capacitada para Gobernar”, ¿lo está el PSOE? Y la propia Merkel acepta y no tiene reparos en declarar que el milagro alemán no hubiera sido posible sin las reformas estructurales de su antecesor el socialdemócrata Schröder. ¡Alucinante! No sé si es por ser alemanes o simplemente por tener sentido de estado por lo que se me hacen distintos y, sobre todo, envidiables.
De todos modos hay un hecho que hoy por hoy me cuesta digerir, si como parece, vamos hacia una Europa más fuerte. ¿Por qué en una Europa en la que pesa mucho más para nosotros la Canciller alemana que nuestro propio Presidente de Gobierno no tenemos en su elección ni voz ni voto? Tristemente la buena o mala gobernanza de Rajoy está casi exclusivamente en su capacidad de obedecer a lo que marque la Canciller alemana, ¿no sería hora de avanzar en serio hacia los Estados Unidos de Europa dónde entre todos votáramos un solo Presidente y un único Parlamento?
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Las comparaciones son odiosas
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