Según parece, las autoridades del Canal de Panamá (ACP) han dicho que nones a adelantar un euro al famoso consorcio liderado por Sacyr y han roto las negociaciones que tenían como objetivo soltar la mosca a pachas para resolver el sobrecoste de 1.200 millones de euros que por múltiples imprevistos han aparecido durante la ejecución de las obras.
El rumor es que, hoy por hoy, la ACP apuesta por una compañía norteamericana para que concluya el proyecto aunque esto suponga un desembolso mayor y un calvario de juicios con los actuales constructores.
La sensación que tiene el ciudadano de a pie es que Sacyr y sus colegas pujaron a la baja para llevarse el concurso con la convicción, tan habitual, de que avanzadas las obras ante el lío de su paralización, el licitador tragara. Hubo mal cálculo, pero no sabemos si de costes o de la debilidad de los panameños.
No entiendo nada, ¿por qué se rompen las negociaciones si al final el coste va a ser superior, habrá retraso y judicialmente dentro de muchos años uno de los dos forzosamente pagará el desaguisado? ¿No es mejor malo conocido que bueno por conocer? ¿Alguien me lo explica?