El hecho es que hoy Rubalcaba, después de pedir siete veces la comparecencia de Rajoy en el Congreso sin ninguna fortuna, ha decidido ordaguear en la octava: si Rajoy no comparece, promoverá una Moción de Censura. Sabe que la moción no tendrá la eficacia de conseguir ser gobierno, pero a decir verdad pocas armas tiene la oposición para enviar a las cuerdas a un presidente de Gobierno cuando cree que debe hacerlo.
Rajoy escurre el bulto y con él todo el PP. Bárcenas y/o Pedro J. acosan al presidente cada día con artillería nueva. La táctica del silencio no hace más que sembrar dudas. La batalla mediática empieza, ahora el Bárcenas contra Rajoy se complementa con ABC contra El Mundo. Mal vamos, parecen revivir los tiempos del GAL con Pedro J. desatado.El PSOE está en su derecho de presentar la moción, Rubalcaba también aunque no es fácil que la sociedad lo entienda. La sentencia evangélica de la paja en el ojo ajeno y la viga en el propio, será bien actual. De momento Rajoy es acusado de mentir –Rubalcaba en eso es el maestro- y de, como mucho, protagonizar o tolerar acciones nada honestas, pero la verdad es que acusado de delitos, ninguno. Rubalcaba por contra es el del faisán, delito donde los haya, y el jefe de los de los ERE, delitos a punta pala, que a su vez protege. Lo ideal si al final presenta la moción, es que se incluya en ella y toda esa tropa de políticos eternos que han sabido nadar entre la mierda hagan los bártulos, cojan sus cosas y, en un primer o último servicio -según se mire- sin más, desaparezcan.