El hecho es que la Fiscalía de Delitos Económicos de Barcelona ha presentado una querella contra Messi y su padre, Jorge, por un presunto delito contra la Hacienda Pública a partir del supuesto ocultamiento de 4 millones de euros por derechos de imagen. Según fuentes de la información, algunos derechos de imagen se cedían a través de paraísos fiscales y demás, dando a entender que no se trata de un olvido o un mal asesoramiento, sino de un intento diseñado para pagar menos impuestos.
Evidentemente, si estamos ante un hecho delictivo, nada que objetar, más bien bienvenida sea la investigación y la pillada. Distinto sería si se trataba de sacar a la luz pública cuando, acabada la liga, está finalizando la campaña anual de la renta, una información jugosa que despierte el miedo y ocupe las portadas de toda la prensa. El tiempo lo dirá. A mi se me hace difícil pensar en Messi, por muy argentino afincado en el oasis catalán, estudiando concienzudamente en cómo torear al fisco hispano; pero claro, es hasta posible que en su amplio entorno haya algún que otro espabiletas. Si Hacienda somos todos, también lo es Messi, y los de las fallas, y los de la feria de abril, e incluso hasta los políticos ya sean del PSOE o del PP.