El hecho es que Isabel Pantoja ha sido condenada hoy por la Audiencia Provincial de Málaga a dos años de prisión por blanqueo de capitales. Junto a ella y con peor suerte -el delito por el que han sido juzgados es mayor- han sido condenados Julián Muñoz y la que fuera esposa del exalcalde marbellí, Maite Zaldívar. La tonadillera muy probablemente no se verá entre rejas ya que normalmente si no se tienen antecedentes penales, no se sufre pena de cárcel en condenas inferiores a dos años, a no ser que el juez la sentencie explícitamente a entrar en prisión. El juicio en sala, el mediático lleva ya muchos años, ha durado 27 sesiones. Al salir hoy de la Audiencia por su propio pie, la que fuera viuda de España ha sido insultada y zarandeada -vergüenza ajena y bochorno nacional- por un numeroso y exaltado público.
Sin discutir lo equilibrado de la sentencia, causa asombro ver como la protección policial de la cantante y la previsión de seguridad de un personaje que, guste o no, es muy popular en España, simplemente han sido del todo insuficientes. Otros o por matrimonio o simplemente por proximidad al poder político, no solo gozan de todo tipo de privilegios y atenciones, sino que da la sensación de que por delitos mucho más sangrantes en calidad y cantidad, merecen un trato que sobrepasa la presunción de inocencia convirtiéndola en casi un servilismo judicial. La Pantoja curiosamente hoy se ha llevado un castigo popular que seguramente iba a dirigido a todos estos que o salen de rositas o se van a su Catar particular.