Rezagados

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La enseñanza en España ‘está hecha unos zorros’. Me atrevería a afirmar que bautizar nuestro sistema educativo de desastre, es más un juicio caritativo que un análisis objetivo. Una de las tareas más arduas a las que me he enfrentado, ha sido encontrar alguna valoración positiva de la educación española. Fuera de políticos y algún que otro pedagogo teórico, me ha sido imposible hallar un texto que adjetive en positivo la enseñanza actual en nuestro país. El propio director de Estudios Educativos de la OCDE, Dirk Van Damme, ha sintetizado el desastre educativo español definiéndolo como “mediocre e ineficiente”.

El que me conoce sabe que soy un detractor inmisericorde de nuestra legislación educativa. Le achaco, entre multitud de males, el haber condenado a la enseñanza pública española a la total mediocridad y el triste récord de poner a nuestros estudiantes, eso sí muy parejos entre ellos, a la cola de la educación europea. Cualquier informe comparativo de resultados educativos nos deja a la altura del betún. El último informe PIAAC 2013, el llamado informe PISA de los adultos, publicado por la OCDE, nos define educativamente como los “rezagados” de Europa y junto con Italia nos sitúa en el pelotón de los torpes llegando al extremo, ya hay que ser malos, que nuestros universitarios están peor que bachilleres y estudiantes de formación profesional de varios países participantes en el informe y que los empleados españoles de media están peor que los desempleados de más de la mitad de los países analizados. Bonita manera de combatir el paro.

Todos los informes y estudios corroboran que el sistema educativo español es malo y caro, somos de los que más gastamos en educación, el séptimo país de la OCDE, y el vigesimoséptimo país en cuanto a resultados. Si analizamos el nivel más alto de un modelo educativo, la enseñanza universitaria, caemos de bruces en el tercermundismo. En el ránking internacional de universidades del mundo, España no coloca ninguna entre las 200 mejores, lo cual se da de bruces con el hecho de que tenemos 3 escuelas privadas autónomas de negocios entre las veinte de más prestigio mundial.

Cuesta entender que con este panorama un intento serio de incluir en la escuela criterios de esfuerzo y calidad como es la Ley Wert, haya topado con la politización ideológica de muchos políticos para no apoyarla y, lo que es aún peor, se han conjurado para derogarla en cuanto les sea posible.