En su comparecencia de ayer en la Comisión Constitucional del Congreso que intenta mejorar la legislación española en el ámbito de la corrupción, el Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce, entre otras perlas, calificó a la corrupción como un ataque demoledor al Estado de Derecho y aceptó que se ha instalado en la ciudadanía la sensación de que la justicia «no trata igual al poderoso que al resto». Según Torres-Dulce esto exige una actuación «lo suficientemente decidida y enérgica» contra la corrupción que rompa con la «sensación de impunidad» y evite el «extender» comportamientos «irregulares o corruptos». Bien está que el Fiscal General del Estado alerte sobre estos hechos que, si bien como él dice socavan el Estado de Derecho, evidencian más que nada que el relativismo moral está más que instalado en occidente.
No entiendo nada. ¿Tiene alguna ventaja para un país que la corrupción salga impune? ¿Convivir en una sociedad sin más valores que el código penal no nos asemeja a las bestias? En política se ha dogmatizado el dicho de que la ‘ropa sucia se lava en casa’ porque creen que así no les salpica, ¿no se dan cuenta que en su casa no se lava nada y que así lo único que ocurre es que el garbanzo negro se come a los demás? ¿Cuánto nos cuesta del PIB la corrupción económica y política? ¿Alguien me lo explica?