El hecho es bien simple, mientras Hollande (Presidente de Francia por elección) y Rajoy (Presidente elegido democráticamente del Gobierno de España) consideran «irrevocable» la garantía de depósitos, la Comisión Europea (funcionarios del Imperio Europeo) prevé la posibilidad de forzar a los depositantes con más de 100.000 euros a asumir pérdidas. Esto ya ha ocurrido en el rescate de Chipre y como anunció el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem (Alto funcionario del Imperio Europeo) estas quitas a los ciudadanos que tengan depósitos ahorrados será el nuevo modelo para resolver los problemas de los bancos de otros países miembros. Alucinante sin duda. Pero hay más, llegamos al esperpento si añadimos que antes, hace dos fines de semana, el anónimo eurogrupo había decidido que la ayuda a Chipre implicaba el pago del 9,99 de sus ahorros a los que tenían depósitos de más de 100.000 euros y los que tenían menos veían esquilmados sus cuentas corrientes en un 6,75%.
Estos hechos absolutamente reales me llevan a formular las siguientes cuestiones:
¿Quién manda en la Unión Europea?
¿Hablamos de democracia o de un nuevo Imperio con un Senado de altos funcionarios, no elegidos democráticamente por nadie y organizado en órganos anónimos llamados según convenga Troika, Eurogrupo, UE, Bruselas o Berlín?
¿Tiene algún límite real la autoridad de estos representantes del Imperio?
¿Hay líneas rojas infranqueables para estos nuevos nobles del Imperio?
¿Pueden tomar cualquier decisión simplemente haciendo que los distintos países la democraticen formalmente haciéndola votar por sus respectivos parlamentos sin negativa posible?
Visto lo sucedido a Berlusconi, ¿los distintos gobernantes europeos elegidos democráticamente acataran a pies juntillas las decisiones de estos Senados del Imperio?
¿Seguimos en un sistema democrático?
Todas las novelas de ciencia ficción que he leído consisten más o menos en lo mismo: ciudadanos divididos en clases sociales, según un modelo sociedad de insectos que han perdido libertad a cambio de seguridad y placeres. Un gobierno de hombres seleccionados y distintos al resto, que a modo de Senadores del Imperio legislan y gobiernan por el buen orden de todos, y el inevitable verso suelto que se opone porque se rebela a ser un número y busca lo que sus antecesores bárbaros tenían: la libertad.
Pienso que la realidad de lo que está ocurriendo merece una respuesta clara y tajante: así, no.