El hecho es que el movimiento 15-M sigue vivo; no solo porque sus peticiones siguen vigentes, sino porque la tentación de ‘meterse en política’ nunca ha desaparecido, máxime cuando los dos principales partidos políticos siguen en caída libre: entre PP y PSOE ya no llegan al 50% en intención de voto y esto abre las puertas al fin del bipartidismo.
Según publican hoy en la Gaceta J.E. Pflüger y E. Morales, la plataforma del 15-M ha creado un grupo de trabajo llamado ‘Confluencia’, que pretende liderar el salto a la política clásica. Entre los nombres que se barajan para darle un cierto pedigrí a la cosa están el de Julio Anguita, Jorge Verstrynge y Federico Mayor Zaragoza.
No todos son iguales, se parecen más bien como un huevo a una castaña. Siguiendo mi máxima de que cuando no puedas hablar bien lo mejor es callarse o al menos hablar poco, diré de Verstrynge que con él ando desconcertado, de Federico Mayor Zaragoza que la encarnación de la ‘corrección política’ o del ‘cara al sol que más calienta’, no va conmigo. De Julio Anguita puedo hablar más; si él fuera un firme católico, lo propondría como patrón de la dedicación política: un hombre que entró en política teniendo ya un trabajo, que tenía ideas, que era coherente, que dejó una alcaldía como la de Córdoba, que supo retirarse a tiempo y sin pasarse al PSOE, que al dejar la política volvió a su trabajo y que vive trabajando y sin chupar como ex del erario público, es cuanto menos un buen ejemplo. Dudo que se anime a liderar un caos del estilo de lo que probablemente será políticamente el 15-M pero, sin lugar a dudas, puede ser para ellos ejemplo y un buen referente.