Goya contra IVA

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La gala de los Goya me recuerda dos de los grandes errores a los que me tienen acostumbrado mis gobernantes: subir impuestos para recaudar más y subvencionar un determinado sector industrial.

Subir el IVA del cine al 21% ha conseguido, como era de prever, bajar la recaudación dado que mucha menos gente va a las salas. Subvencionar a una determinada industria sea el cine, como es el caso, o sea la cría de gambas en secano: solo se explica porque por sí sola nadie cree que vaya a funcionar.

Entiendo que la política del IVA, como toda decisión fiscal, para un gobierno inteligente, puede servir para fomentar determinados hábitos de consumo y por ende de inversión estratégica de una economía. Si quiero potenciar la educación en un país bajaré sus IVA asociados y incrementaré las desgravaciones fiscales a todo aquel que gaste en este ámbito.

Subvencionar cualquier producto, por otra parte, solo me lleva a mantener artificialmente la producción de algo que, o no es útil, o no es bueno.

No entiendo nada, ¿cómo es posible que el buen profesional pida subvenciones cuando solo sirven para que el inútil siga en el mercado? ¿Le es tan difícil al gobierno calcular lo que ha perdido por subir algunos IVA y devolverlos a las tasas de antes cuando recaudaban más? ¿Alguien me lo explica?