Conversación tranquila de @jmfrancas con Roberto Muñoz Bolaños (@RobertoMuozBol2), doctor en Historia Contemporánea y profesor de las Universidades Camilo Jose Cela, Francisco de Vitoria y del Instituto Universitario General Gutierrez Mellado (UNED).
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JMF: Los españoles, ¿sabemos historia contemporánea?
R.M.B.: No con el nivel que seria necesario para comprender el mundo en el que vivimos.
JMF: Y, ¿nuestros políticos?
R.M.B: La formación histórica no ha sido una característica de los políticos españoles, salvo excepciones como Cánovas del Castillo o Sánchez Albornoz. En general, y mas particularmente en la derecha, la élite política ha sido extraída del alto funcionariado del Estado, o en el caso de la izquierda, se ha formado en el interior de los partidos. Este desconocimiento de la Historia ha tenido muy graves repercusiones en la actividad de los políticos, pues les ha impedido entender determinadas dinámicas como el nacionalismo o el terrorismo.
JMF: Pues no paran de hablar de ella…
R.M.B: Sí, pero lo hacen desde el desconocimiento y muchas veces mediante tesis e ideas que han conocido a través de diferentes canales y no mediante la lectura directa de las obras donde se contienen. Aunque siempre hay excepciones y existen políticos cultos y formados.
JMF: ¿Qué deberían estudiar para combatir el terrorismo?
R.M.B: En el caso de ETA, la clave durante el periodo entre 1976 y 1980 estuvo en que el Gobierno de la UCD, especialmente Suarez y Martín Villa, entendieron que se trataba de una organización que combatió el franquismo y que desaparecería cuando se estableciera la democracia en España y se dotase de un Estatuto de Autonomía al País Vasco. Esa era una visión de ETA que no se ajustaba a la realidad, pues nunca combatió a la dictadura por ser una dictadura sino por ser el régimen que existía en España -su enemigo- y su aspiración no era la autonomía, sino la independencia. El resultado fue que entre 1976 y 1980, ETA mato a mas de 200 personas. Solo a partir de esa fecha comenzó a comprenderse que era el fenómeno ETA y se puso en marcha una política antiterrorista que tras muchos sacrificios, permitió su derrota. En relación con el terrorismo islamista, existe en Occidente, salvo excepciones puntuales, una mala conciencia en relación con la integración de emigrantes de países islámicos, que lleva al absurdo de pensar que la culpabilidad de sus ataques es nuestra. Un ejemplo: el republicanismo francés siempre ha sido laico e incluso fue muy agresivo contra la Iglesia Católica, especialmente durante los primeros años de la III República, prohibiendo las manifestaciones cristianas en las escuelas y edificios públicos. Esa política fue especialmente favorecida por la izquierda. Sin embargo, recientemente un grupo de feministas de izquierda, ideología que siempre había sido contraria a las manifestaciones cristianas en lugares públicos, apoyo a un grupo de musulmanas para que se bañasen con burkini. No era un acto de terrorismo, pero el burkini es un símbolo de sumisión de la mujer, precisamente lo que siempre ha denunciado el feminismo. Y sin embargo, como muestra de su gran desconocimiento histórico, lo apoyaban. No entienden que el terrorismo islámico solo es un instrumento para imponer un modelo de sociedad, no un fin en sí mismo. Y en ese modelo de sociedad, la mujer esta sometida al varón.
JMF: Y, ¿qué les falta entender para enfrentarse al nacionalismo?
R.M.B: Entender qué es el nacionalismo y cuál es su objetivo final, que presenta dos planos distintos. A corto medio plazo, los nacionalistas pretenden la desaparición del concepto de identidad compartida, es decir del sentimiento que se puede ser vasco y español o catalán y español al mismo tiempo. Para lograr ese objetivo, es necesario que España como concepto cultural e histórico pero también político -Estado- desaparezca de sus territorios. Progresivamente lo están logrando. A largo plazo, aunque en el caso de Cataluña se ha acortado, pretenden la independencia, a la que nunca han renunciado.
JMF: Y saber esto, ¿qué cambiaría en el enfoque?
R.M.B: Seria necesario una reflexión profunda de los partidos constitucionalistas que pasaría por tres planos. Primero y fundamental, evitar que pudieran gobernar ningún territorio -municipio, diputación y comunidad- donde la suma de los constitucionalistas diera mayoría; dos, vigilar e incluso recuperar el control de la educación, pues constituye el instrumento fundamental para un proceso de construcción nacional. También incluyo los medios de comunicación autonómicos, pues también son agentes educativos aunque de carácter informal. Tres, cerrar definitivamente la Constitución, reconociendo explícitamente la imposibilidad de una secesión de cualquier parte del territorio nacional, y, por otro lado, cerrando de forma definitiva las competencias estatales y las que pertenecen a las comunidades autónomas.
JMF: Pues no parece que vayamos por aquí en absoluto…
R.M.B: La clave esta en la Transición. Los que dirigieron el proceso de cambio político pertenecían a la élite franquista y lo hicieron con la mala conciencia de haber servido previamente a una dictadura. El resultado fue que asumieron el discurso de que todo lo que había defendido el franquismo era malo per se, y eso incluía España como nación. Esa toma de postura dejo el camino libre a los nacionalistas y a una izquierda que en los años setenta defendía el derecho de autodeterminación -PSOE- y que jamas se identifico ni con la bandera ni con el himno español, salvo en el periodo de Gobierno de Felipe Gonzalez. El resultado fue la creación de una cultura política tanto en la derecha -en menor medida- y en la izquierda que entendía como positivo gobernar con y apoyarse en los partidos nacionalistas, que representaban las regiones subyugadas por el franquismo, cuando solo representaban a un porcentaje de votantes de las mismas. Es mas. Les permitieron que aplicaran su programa educativo y cultural cuyo objetivo era la desaparición de España y del idioma español -el castellano simplemente es la variante originaria- de sus regiones. Esta cultura política de pacto con los nacionalistas/separatistas sigue vigente, a pesar de lo ocurrido en Cataluña, tanto en la elite del PSOE -Baleares, Pais Vasco, Valencia, Cataluña-, pero también en el PP que no dudaría en volver a gobernar con el PNV si dieran los escaños para hacerlo.
JMF: ¿Qué hitos de la historia contemporánea de Espana debería conocer bien un político?
R.M.B: Aunque tradicionalmente se considera la Guerra Civil como el proceso que define el siglo XX español, yo creo como Carr, que la clave esta en el golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923. Pues, esa intervención militar no solo rompió la tradición liberal que se había creado en 1876, sino que abrió el camino a la violencia como instrumento político e inicio un proceso de polarización política que alcanzaría su punto culminante en 1936. Luego, es necesario que conozca lo ocurrido durante la II República, tanto los aspectos positivos, como los negativos, especialmente la falta de consenso existente entre las fuerzas políticas de derechas e izquierdas, que contribuyo a deteriorar la paz social. También es preciso que conozcan la causas que motivaron la sublevación de julio de 1936 y el desarrollo de la Guerra Civil. Es necesario, por un lado, honrar a los republicanos desenterrándolos y entregando los restos a sus familias, pero, a la vez, hay que evitar que esa política humanitaria y necesaria sirva de base para dividir la sociedad española entre «buenos» y «malos». El debate sobre la Guerra Civil, sus causas, desarrollo y consecuencias pertenece al ámbito de la Historia. Su politización no es positiva.
JMF: Mil gracias Roberto, habrá que empezar por explicarles todo esto para que no metan tanto la pata.
R.M.B: En todo caso, es una sugerencia que hago como profesional de la Historia. Yo no puedo exigir que nadie aprenda nada. Igualmente, creo que junto a esos tres hitos, seria necesario que los políticos, pero también, el resto de los españoles, conocieran la historia de su Nación. Un fuerte abrazo y gracias a ti.
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