No será por seguir a los tiempos litúrgicos, pero la realidad es que, después de la Pascua de Resurrección, resurgen los temas de siempre olvidados durante esos pocos días de Semana Santa. De las grandes cuestiones nacionales, se lleva la palma la cuestión del procés. Si bien no hay nada nuevo bajo el sol, una encuesta reciente intenta profundizar en la opinión de los catalanes de a pie sobre la cuestión secesionista. Según la encuesta, bastante exhaustiva por cierto, el pesimismo sobre la viabilidad del proceso independentista, no deja de crecer, y así la convocatoria de un referéndum, para decidir sobre su futuro, se mantiene en cifras muy altas, sobre en 75%, aunque cada vez son más los que solo aceptarían una consulta si esta fuera pactada con el gobierno. Es curiosos que incluso un 32% de los votantes de las CUP solo admitirían este modelo de tipo de sufragio.
Si bien me parece interesante que la sociedad catalana apueste cada vez menos por una consulta unilateral, es decir por su cuenta y riesgo, este modelo de plebiscito pactado tampoco soluciona nada. Si uno no entiende que el problema no es el no del Gobierno Central, sino el hecho de que por historia, también por constitución, la soberanía reside en todos los españoles, no adelantamos casi nada.
No deja de sorprenderme que la mayoría de catalanes piensen que el Gobierno de la Generalitat seguirá adelante pese a quien pese, y que el Gobierno Central acabará suspendiendo la autonomía. Los catalanes no creen las promesas de Rajoy sobre las inversiones en Catalunya y piensan que la solución al problema solo pasa por un cambio constitucional que aumente claramente su autonomía.
No entiendo nada. ¿Para cuándo una política donde los no separatistas tengan voz en la Catalunya actual? ¿Alguien me lo explica?
Los catalanes separatistas son los que se sienten cornudos, apaleados y que tienen que pagar la cama donde sus cuernos crecen sin cesar. Si ese sentimiento corresponde con la realidad no es tema para decirlo en dos líneas. Muchos catalanes no separatistas se sienten también cornudos y apaleados, además de humillados por pagar la cama, pero piensan que si trabajan mucho, se quejan poco, sonríen y ceden, a lo mejor no les apalearán, quizá solo les abofetearán, o no les humillarán tanto con la cornamenta. Saben poca historia, pero son bienaventurados. “Bienaventurados los que buscan la paz, pues ellos serán llamados hijos de Dios” Mat, 5:9.
Solo conozco gente trabajadora y autónomos que no quieren la independencia, los que las quieren la mayoría son funcionarios, gente que trabaja en la banca, y la alta burguesía Catalana, en una palabra los parásitos son los independentistas….
Como siempre la Cataluña profunda..,