Conversación tranquila de @jmfrancas con Rafael Valera (@rafaelvalerac), miembro de la directiva de Rumbo Libertad (@Rumbo_Libertad).
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JMF: ¿Cómo explicarías lo que es ‘Rumbo Libertad’?
RV: Rumbo Libertad es un movimiento político que nació con dos objetivos fundamentales: acabar con el sistema narco-comunista en Venezuela y liderar la transición posterior. Pero en ese gran proceso caracterizado por estos dos hitos, Rumbo Libertad está planteado como un agente generador de una visión política radicalmente venezolanista que se nutra parcialmente pero que no esté atada a dogmas ideológicos ajenos a la historia de nuestro país. Rumbo Libertad, en esencia, es republicano por ser nuestro origen político, anti-comunista por rechazar la noción de una cultura de dominación absoluta basada en la propuesta marxista-leninista, iliberal por no ser dogmáticamente liberales y nacionalista por poner la historia y los intereses nacionales como las brújulas más importantes para nuestra acción política.
JMF: El sistema narcocomunista venezolano sigue y se extiende a más países. ¿A qué obedece esto?
RV: No creo que sea casualidad que me hagas esta pregunta cuando hemos celebrado hace nada el aniversario de la demolición del Muro de Berlín, porque es con ese hito que se formaliza el replanteamiento del paradigma revolucionario que posteriormente se tradujo políticamente en el Foro de São Paulo, el proyecto al que obedece esa propagación de la revolución por el hemisferio, especialmente en la América ibero-española. El proyecto revolucionario está concebido desde la realidad histórica del comunismo y una de sus necesidades fundamentales: un gran pedazo de territorio con infinidad de recursos explotables, tanto humanos como naturales, para conformar un superpoder. O sea, esa propagación es una tendencia irreversible del comunismo. La URSS necesitó propagarse, China también, y en nuestra región igual. Lo que hemos vivido es un ciclo natural del comunismo, esta vez entre selvas y playas paradisíacas.
JMF: Caído el muro parecía inevitable la caida del comunismo y su condena mundial por la miseria y as muertes ocasionadas. ¿Qué ha pasado para que siga vivo y haya quién lo defiende y propaga?
RV: Tomo la noción de un filósofo que es muy importante para mí, el Marqués de Valdegamas, de que toda cuestión política es en esencia una cuestión teológica y lo traigo a colación porque hablas del sufrimiento que el comunismo ha causado. El comunismo ha sido una experiencia política universal, pero el sufrimiento alecciona solo a los que quieren. Por eso incluso en países pos-soviéticos o pos-comunistas en general, queda esa posibilidad de un regreso a ese sistema. Es difícil porque ya es un aspecto muy controvertido, que tiene que ver con una lucha más enfocada en las consciencias que en simple política. El problema ha sido también que se ha hecho un pobre trabajo en enseñar realmente lo que el comunismo hace en lo más profundo de las personas, y es algo en lo que se debe trabajar arduamente, más que en simplemente decir que es es un mal sistema.
JMF: Millones de muertos y países en la miseria tendrían que bastar para enseñar qué es realmente el comunismo ¿no?
RV: Sería ideal que se entendiera a la primera, pero como dicen: nadie aprende de la desgracia ajena.
JMF: ¿Quién hay detrás ahora de esta expansión comunista?
RV: Para sorpresa de muchos, los que siempre han estado: grandes empresarios y esa sorpresa de muchos, en buena parte, ha sido el problema de entender bien el fenómeno revolucionario. No saber que los bolcheviques, y en especial Lenin, fueron financiados por banqueros británicos, o que Chávez fue apoyado por grandes empresarios de Venezuela, o que Black Lives Matter recibió cientos de millones de dólares de las grandes empresas que se hicieron ricas en el capitalismo americano, impide reconocer realmente al enemigo. Ese fenómeno de grandes empresarios que se rebelan contra las dinámicas orgánicas del mercado y deciden financiar causas revolucionarias para controlarlo y beneficiarse solo ellos, lo llamó el profesor Olavo de Carvalho «metacapitalismo»; los americanos lo llaman «Managerialism», pero al final es lo mismo. Al final son los grandes empresarios con —francamente— una clarísima visión de la política, los que siempre han financiado primero las causas revolucionarias.
JMF: Convergencia de intereses entre el gran capital y el comunismo, ¿en qué coinciden?
RV: Uno lava la mano del otro: los revolucionarios rentabilizan la intención monopolizadora de grandes empresas que no quieren atenerse a las reglas naturales del mercado dándole privilegios. A cambio, el gran o los grandes empresarios financian causas revolucionarias dentro o fuera del país. Por eso vemos esa simbiosis de gigantes tecnológicos con los demócratas para vigilar a las personas y quitarles sus libertades, o grandes «fundaciones» como la Ford financiando ONGs que hablan a favor de la universalización de la selva amazónica en Brasil para que en el futuro sea explotada por países como Francia o China.
JMF: ¿Cómo se combate todo esto con tanto enemigo y tan poderosos?
RV: Un error craso de la «derecha» es aferrarse a la creencia patológica de que una política omnipotente y omnipresente es viable. En otras palabras, hacer lo que el globalismo hace pero para la derecha. Eso es imposible porque: no hay recursos y no hay unidad monolítica como la tiene la izquierda. No hay recursos porque los recursos los tienen los revolucionarios y no hay unidad monolítica porque esa dinámica es totalmente contraria a lo que la derecha profesa. A mi forma de ver, cada quien se debe preocupar por combatir esos problemas dentro de sus fronteras y aliarse con países que estén sufriendo las mismas amenazas. Por suerte, la América ibero-española vive eso, lo que nos permitiría, en teoría, articular grandes esfuerzos en conjunto, pero siempre bajo el contexto regional. Es la manera más realista de actuar porque no podemos salvar al mundo, pero sí es mucho más posible que cada quien salve su nación y se ayude con otras naciones para que el virus revolucionario no se aloje en otras zonas desde las cuales puedan contraatacar con más fuerza.
JMF: Articular esfuerzos en conjunto, ¿cómo?
RV: Existen miles de formas. La cuestión es pasar de simple teoría u opiniones y aterrizarlas. Por ejemplo, el diputado Eduardo Bolsonaro está impulsando la conformación de una comisión parlamentaria de investigación del Foro de São Paulo. Con ella se podrían formalizar casos serios sobre financiamientos a partidos revolucionarios en la región, conexiones con las narco-guerrillas, infiltración extranjera por parte de otros países y un sinnúmero de crímenes que se hayan cometido. Esa es una propuesta de cientos que se pueden hacer. Y el potencial es grandísimo porque la región entera y la misma España tiene esos enemigos infiltrados en sus países y gobiernos, todos conectados por los mismos hilos criminales.
JMF: Pero si cada uno va por su cuenta se pierde mucha eficacia, ¿no es posible coordinar a los que no se conforman con dejarse ‘comer la tostada’?
RV: Depende, creo que debe tratarse con una política de anillos. Venezuela, por ejemplo, tiene poco o nada en común con Estados Unidos y no debería creer que lo tiene. Tiene muchísimo más en común con Colombia y con Brasil cultural, política y naturalmente. Hay una realidad que impone una compatibilidad, que a su vez determinará la sincronía en las acciones. En ese sentido, deberíamos priorizar acciones con ellos que con Estados Unidos. Usando la analogía de los anillos y aplicándola al caso de Venezuela, en el primer anillo deberían estar Colombia y Brasil, y en el segundo o en el tercero, Estados Unidos. Para mí, los aliados políticos e ideológicos en la región deben mirarse a sí mismos antes de buscar ayuda, por ejemplo, del Partido Republicano. Ellos tienen otros problemas y otra forma de ver el mundo, así como los tenemos nosotros.
JMF: O sea, de hecho, cada uno por su cuenta…
RV: No necesariamente. Juntos pero no revueltos, diría yo.
JMF: Pero no te entiendo el ¿cómo?
RV: Algo te puedo decir. Te puedo decir que la forma no puede seguir siendo la misma que se ha planteado hasta ahora, porque los revolucionarios no se han afectado y nosotros no hemos vencido. Por ejemplo, se han hecho decenas de intentos de hacer un Foro de São Paulo de derechas pero nadie quiere jugar sucio como lo hacen ellos, entonces no tiene sentido. Se han querido usar pautas globalistas pero para la derecha y no se logra nada sustancialmente. Tengo la convicción de que la forma de luchar no ha sido descifrada completamente porque nos falta demasiada información para reconocer la magnitud de nuestros enemigos. Creo que el cómo se responderá completamente con una liberación en Venezuela, ahí está la caja negra con toda la información que se necesita para saber cómo se puede vencer a los revolucionarios. Al final, la información es poder.
JMF: ¿Y la famosa batalla cultural?
RV: Creo que tengo una opinión impopular dentro del consenso de la derecha al respecto. Creo que se tiene que usar el Estado en aspectos específicos, no en todo. Pero sí creo que la cultura, que es básicamente nuestra configuración original que nos hace lo que somos, debe ser promovida desde el Estado dentro de un aspecto razonable. Veamos lo que ha pasado en muchos países de Occidente: con la creencia de que la cultura es algo orgánico de lo que se deben preocupar solamente las instituciones privadas, se dio pase libre a las Big Tech, a las universidades, y a los metacapitalistas para que destruyesen la identidad nacional, la soberanía y las libertades.
JMF: Me refería a la ‘batalla cultural’ frente al marxismo desde todos los frentes: prensa, universidades, libros, conferencias…
RV: Pues naturalmente son espacios que tienen que ser ocupados. El problema es que muchas veces el enfoque que se aplica es el equivocado. Hace unos minutos me preguntabas por el cómo, y en los medios, por ejemplo, la forma es tan importante como el fondo. Muchas veces los medios que se crean son de un corte demasiado ideológico y son frontales al respecto. Ese tipo de medios tienen su papel, pero no se puede tener puros Breitbart News, por ejemplo. Deben crearse medios que posen de tibios en forma, pero destruyan en fondo a los revolucionarios. En las universidades existe más libertad, en el caso académico creo que más bien deben crearse universidades nuevas. No se romperá la hegemonía dentro de la Complutense, dentro de la UBA, dentro de la Sorbona, sino creando nuevas universidades o que se tomen unas más pequeñas donde no exista esa hegemonía y con ellas se les arrebate el espacio de poder.
MF: Mil gracias Rafael, queda mucha tarea por hacer, no sé si demasiada. Un abrazo y mucho ánimo con tu tarea para Venezuela.
RV: Abrazo hermano. Mucha tela por cortar y mil gracias a ti! Me la disfruté bastante.