Conversación tranquila de @jmfrancas con Pedro Fernández Barbadillo, @pfbarbadillo, historiador, autor de Los césares del imperio americano, libro para conocer el sistema político de EUU a través de sus presidentes, y colaborador de varios periódicos digitales y de El Toro TV.
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JMF: ¿Tiene algo en común esos césares?
PFB: La Presidencia ha cambiado mucho desde Washington a Trump. Los primeros presidentes dirigieron un país que no tenía interés en participar en asuntos internacionales y de economía agraria, mientras que en el siglo XX ya gobiernan una potencia mundial, tanto en lo militar como en lo industrial y hasta en lo cultural. Incluso los presidentes pasan de estar constreñidos por el Congreso a convertirse en una especie de emperadores, sobre todo en política exterior.
JMF: ¿Es un ‘César’ un Presidente norteamericano?
PFB: Al principio, los seis primeros presidentes, hasta Andrew Jackson, pudieron ser cónsules republicanos. Pero a partir de entonces, el presidente va a cumulando cada vez más poderes y facultades. Y en la Segunda Guerra Mundial se inicia lo que se llama ‘Presidencia Imperial’. Los sucesores de Franklin D. Roosevelt disponen de un prestigio y unas instituciones (CIA, Agencia de Seguridad Nacional, NASA…) que les ascienden a emperadores, a la categoría de los hombres más poderosos del mundo. Exagero al decir que su único límite es la Constitución, que reduce sus mandatos a ocho años, como mucho, pero no mucho.
JMF: Pero los EEUU tienen fama de tener mucho contrapesos al poder. ¿No los tienen?
PFB: Por supuesto que sí. Y esos contrapesos son una de las razones de que su Constitución haya durado tanto. El presidente está sometido al Congreso (Cámara de Representantes y Senado) en aspectos fundamentales. Por ejemplo, si no devuelve firmado un proyecto de ley o no lo veta en un plazo determinado, la cámara que se lo remitió lo considerará promulgado por él. Puede vetar las leyes, como te digo, pero el Congreso puede superar su veto. El Congreso puede destituirle (impeachment), pero él no puede disolver el Congreso y llamar a elecciones. Y por encima de él y del Congreso está el Tribunal Supremo.
JMF: Entonces es un César limitado más bien, ¿no?
PFB: Así es. Como escribió un historiador, también los césares romanos, incluso los más despóticos, necesitaban siquiera el apoyo de sus pretorianos. En EEUU la división de poderes es mucho más real que en Europa y no digamos en España. El Supremo ordenó a Nixon entregar sus cintas grabadas al Congreso, donde quedó clara su implicación en el Watergate y negó a Clinton inmunidad presidencial frente a los pleitos planteados por asuntos sexuales y económicos de sus años de gobernador de Arkansas. Cuando aquí el Gobierno y la oposición, con una sola salvedad, han aceptado la prolongación inconstitucional del estado de alarma por seis meses, envidio como ciudadano el sistema norteamericano.
JMF: ¿Te da envidia la democracia norteamericana?
PFB: Mucho si la comparamos con lo que tenemos en otros países. En Alemania da igual lo que voten los alemanes, porque siempre acaba gobernando Angela Merkel. En Chile, la izquierda ha conseguido mediante protestas callejeras que el gobierno de Piñera acepte vulnerar el proceso de reforma constitucional y convocar una asamblea constituyente. Y en España tenemos a un Gobierno protegido por diputados, fiscales y jueces de cualquier responsabilidad en la gestión de la pandemia. Además, en EEUU existe sociedad civil, la gente sabe que tiene que movilizarse para lograr sus fines políticos y para defender sus libertades y derechos, no como en España, que, sobre todo la derecha, lo suele dejar en manos de otros.
JMF: ¿Pero qué te da envidia exactamente del modelo norteamericano?
PFB: La división de poderes, la movilización social, el patriotismo (hay excepciones) de los políticos y los ciudadanos, la implicación de las personas en campañas electorales o de otro tipo, sea mediante donativos o sea dando tiempo, el sentimiento de que los políticos están al servicio de la comunidad y responden ante ella… Es cierto que todo ello se ha deteriorado desde los años de Barack Obama, pero se mantienen como pilares de EEUU.
JMF: ¿Se deterioró por Obama?
PFB: Obama ha sido uno de los peores presidentes de EEUU. Muchos de sus votantes esperaban que contribuyera a cerrar la herida del racismo, pero la exacerbó. Además, su política exterior (recuerda las primaveras árabes) fue un desastre cuyas consecuencias todavía sufrimos. Ten en cuenta que Obama es el primer presidente desde Roosevelt que obtiene su reelección con menos votos que en su primera victoria. Sin Obama, sin su legalización de lo políticamente correcto, sin la aceptación del victimismo de las llamadas minorías, sin el empobrecimiento de la clase media, Donald Trump no habría ganado las elecciones de 2016.
JMF: Pero fue Premio Nobel preventivo…, eso es lo más…
PFB: Tres presidentes de EEUU han recibido el premio Nobel estando en la Casa Blanca. Los dos primeros, Theodor Roosvelt y Woodrow Wilson, por actos que habían realizado (la paz entre Rusia y Japón el primero y la Sociedad de Naciones el segundo). A Obama se lo dan como una promesa, casi como una unción. La progresía mundial lo consideraba uno de los suyos y trataba de tender en torno a él un halo de santidad para volverle inatacable. Ahora él y su mujer se han hecho ricos con el contrato que firmaron por sus libros de memorias: 65 millones de dólares. Añádeles los honorarios por sus conferencias.
JMF: Por eso he hablado de Nobel preventivo… ¿Cómo valoras la presidencia de Trump?
PFB: Desde el principio fue saboteada por la izquierda nacional y mundial, junto con aquellos a los que perjudicaba (multinacionales tecnológicas, empresas financieras, entramado de ONG ecologistas, industria ambientalista…), mediante la inmensa mentira de que Trump estaba controlado por Moscú. ¡Los progres recurrieron al ‘Rusia es culpable’ de Serrano Suñer! Trump ha demostrado que se puede luchar contra la corrección política, que se pueden sacar las fábricas de China, que se pueden aumentar los salarios de los trabajadores, que se puede decir ‘no’ a los mandamientos del progresismo. Por otro lado, ha reducido los conflictos militares en los que está implicado EEUU, a diferencia de lo que hizo el Nobel de la Paz Obama. Reagan dio a los conservadores optimismo. Trump ha dado un programa a los identitarios y les ha mostrado que pueden ganar. El lastre de su presidencia ha sido su incapacidad para formar equipos.
JMF: Pero, ¿Trump ha conseguido aglutinar al partido republicano o solo al votante?
PFB: Un gran sector del Partido Republicano no soporta a Trump. Es la gente que cree en el libre comercio irrestricto, incluso con China, la que se siente bien saliendo en el New York Times o la CNN, la que siempre cede en los debates sociales y religiosos ante los demócratas. Trump ganó gracias a que captó millones de antiguos votantes demócratas, decepcionados con su antiguo partido. Los demócratas ahora son el partido de la plutocracia, de Planned Parenthood, de los Epstein y los Weinstein, y está enfrentado a sus antiguas bases de obreros y pequeños empresarios.
JMF: Estamos acabando diciembre y no sabemos quien ha ganado… ¿Qué pasa?
PFB: Es consecuencia, primero, del peculiar proceso electoral, que dura más que la elección de un papa por el cónclave. Primero votan los ciudadanos para elegir a los compromisarios de cada estado. Los estados tienen que certificar los resultados. Luego, el primer lunes después del segundo miércoles de diciembre, vota el colegio electoral. Los resultados se mandan en sobres a Washington. El 6 de enero en una sesión conjunta del nuevo Congreso se abren esos sobres y se suman los votos para obtener los ganadores. Ahí sabremos si Biden y Harris son el nuevo presidente y vicepresidente. Trump y su equipo están tratando de acumular pruebas de los fraudes cometidos por los demócratas en los estados clave para forzar un debate en el Congreso el día de Reyes Magos y la anulación de los votos recibidos de esos estados. No sé si lo conseguirán, pero lo indefectible es que el 20 de enero cesará el presidente en funciones.
JMF: Me has hablado de ‘sociedad civil’ en EEUU. ¿En España no hay de eso?
PFB: Apenas la hay, sobre todo en la derecha. Es cierto que la izquierda está acostumbrada a convertir a sus militantes en liberados gracias a los presupuestos públicos, pero a la derecha le cuesta entender que debe defender sus derechos y libertades. En EEUU muchas asociaciones hacen clasificaciones de los congresistas por su voto a favor o en contra de determinados proyectos, y en función de ellos recomiendan votarles o no. Es cierto que esta conducta la impulsa un sistema electoral en el que existe el diputado de distrito y los partidos no presentan listas cerradas y bloqueadas, pero ya existe una responsabilidad individual y una ciudadanía consciente de sus derechos, de que paga impuestos, como dicen en las películas. Aquí tenemos dos ideas nefastas: consideramos que los funcionarios son los dueños de sus plazas, no los ciudadanos, y que el voto no tienen consecuencias en la vida cotidiana.
JMF: ¿Cómo revertir esos malos conceptos?
PFB: Es importante el cambio de ley electoral. Los diputados, si quieren ser reelegidos, tienen que hacer su campaña no en su provincia, sino en el despacho de quién elabora la lista donde aparecen. Y desde luego la comprensión por parte de los ciudadanos de que el voto te afecta en tu vida. Si votas a un partido que promete no derogar el impuesto de sucesiones luego no te quejes de que toca pagar por la herencia de tu abuela. La gente, sobre todo en la derecha, se ha acostumbrado a meter la papeleta en la urna y despreocuparse, cuando debe ser consciente del gran poder de que dispone frente a los políticos. Poco a poco, crisis tras crisis, parece que por fin el macizo de la raza empieza a moverse.
JMF: Dios te oiga y tengas razón en que el votante se va despertando. Un abrazo y mil gracias.
PFB: El votante de derecha, amigo, porque el de izquierdas y el nacionalista están bien despiertos… dentro de su mundo de fantasía. Hablemos alto para despertarles a ellos. Un abrazo.
JMF: Pues lo gritamos: desperatad!!!
EEUU tiene poco que ver con Europa y menos con España
Los norteamericanos son la base y el fundamento de la república norteamericana, ellos lo saben y los políticos también y por tanto sus dirigentes procuran estar en sintonía con el pensamiento mayoritario del pueblo, aunque solo sea para engatusarlo.
Europa se suicidó entre 1914 y 1945 y de ese suicidio nació la potencia social, económica, política, militar y cultural que es USA, una potencia con grandes fallos, pero que funciona, al menos a nivel interior, en la política que USA hace por el mundo la cosa cambia, los Norteamericanos son tan finos en la diplomacia como la lija del 4 y sitúan su política de plomo o plata como eje de cualquier negociación, hasta Trump, un fulano que no ha crecido a la sombra de la política, que le tiene sin cuidado los valores establecidos por los partidos políticos y que ha utilizado la visión de un comerciante, de un ejecutivo de gran empresa en su trato con los demás, descolocando todo el tinglado que se traen entre manos desde hace años los Republicanos y los Demócratas.
La politica intervencionista y bélica de las distintas administraciones norteamericanas, el plomo o la plata ya descritos, ha tenido con Trum una replica adecuada, dejando a los politicos USA a la altura del betun, ya que Trum, sin pegar un tiro ha conseguido estabilizar oriente Proximo y Medio y reconducir la situacion con respecto a Israel.
Pero amigos, esta vez los politicos americanos y las fuerzas que controlan la nacion no estan dispuestas a orir al pueblo norteamericano y a pasar de que Trump ha vencido en la contienda electoral NO va a gobernar.
Consecuencias?
Las veremos en los próximos años aunque en medio mundo las veremos dentro de un mes, para empezar esto será mucho peor para Europa y sobre todo será trágico para Hispanoamérica.
En cuanto a España la cosa esta clara, si todo va como hasta ahora perderemos Ceuta, Melilla y muy posiblemente Canarias mientras que en la Península los enemigos de España, marroquíes incluidos socavaran la nación hasta destruirla.