Seguimos siendo tontos para el entorno político. Me explicaré. Desde el famoso lunes, dos de junio, cuando Rajoy avanzó que poco después el Rey se dirigiría a todos para razonar su abdicación, el mundo de la prensa empezó a hablar de la cuestión del aforamiento real. Está claro que el Rey de España constitucionalmente es ‘inmune’ a cualquier acción de la justicia, pero y ahí estaba el problema, ¿qué pasa cuando deja de ser el Rey? Pasa de la inmunidad a la situación propia de los españoles de a pie y eso parece poco indicado. Si cualquiera puede querellarse judicialmente con el Rey y existe la posibilidad de encontrarse con un juez al que le ilusione el casting para juez estrella, el Rey, y con él España, puede tener un problema. Parece lógico pensar una solución, y la más fácil es que si en España ya hay más de 10.000 aforados, uno más poco importa. La vía jurídica para legislar esto es bien clara: es preceptiva una Ley Orgánica. De ahí mi sensación de tonto cuando Rajoy dice que para una Ley Orgánica se necesitan meses e incluso más bien un año y por tanto optan por la chapuza de añadir enmiendas a una Ley Orgánica que está ahora en trámite.
No entiendo nada. Si para la Ley orgánica de Abdicación bastaron menos de 15 días, ¿por qué para la Ley orgánica del estatus legal del entonces Rey haría falta un año? Si se trata de evitar shows a costa del Rey de España, ¿es mejor aforar, ir a un tribunal superior, o por ejemplo darle la inmunidad de manera que deba pedirse un suplicatorio a la instancia parlamentaria? Después de treinta y nueve años, ¿nadie pensó en lo que pasaba si el Rey abdicaba? Desde el día dos, y si era tan urgente, ¿quién ha hecho algo para resolver esta cuestión con la celeridad adecuada? ¿Alguien me lo explica?