Conversación tranquila de @jmfrancas con Olivier Bault, periodista francés que vive en Polonia desde el 1993. Corresponsal del periódico católico Présent y del sitio de información Visegrád Post, publica también en el semanal polaco Do Rzeczy.
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JMF: ¿Qué son los países de Visegrado?
OB: Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría. Un grupo de países con un pasado similar bajo el comunismo, con problemas similares después del comunismo, y con similitudes cómo una identidad nacional bastante pronunciada, que procede del hecho de que son países pequeños que siempre han tenido que luchar por su existencia, su independencia y su liberad, un conservadurismo social procedente de la vigencia de la fe cristiana (con la excepción de la República Checa) y del hecho que no experimentaron la revolución cultural del 68 que tuvo lugar en Occidente. Es un grupo de cooperación entre gobiernos con muchos intereses comunes, cuyo objetivo es tener más peso en la UE frente al eje franco-alemán.
JMF: Y ¿qué planteamientos tienen en común una vez en la UE?
OB: Lo cierto es que están tanto a favor de la Union Europea como de la OTAN. Existe un consenso bastante elevado en esos países sobre estas dos cuestiones, aunque la pertenencia a la UE empieza a ser objeto de debate en círculos conservadores frente a la ofensiva de las instituciones europeas, que parece muy ideológica. Sin embargo, los cuatros países de Visegrado consideran la existencia de la UE como un elemento esencial del interés nacional y de la seguridad nacional. No quieren volver a la situación anterior de amenaza por parte de los dos imperios vecinos: el alemán y el ruso. En el caso de Hungría, la pertenencia a la UE, que es un espacio de cooperación sin fronteras físicas, es también una solución al problema heredado del tratado del Trianon. Hace posible vivir en un espacio común con las minorías nacionales presentes en países vecinos sin que sea necesaria una revisión imposible de las fronteras.
JMF: ¿Pero en qué chocan con la UE?
OB: No son ellos que chocan con la UE, sino la UE que choca con ellos. ¿Porqué? Por qué son partidarios de la Europa cristiana de la naciones de Schuman, mientras que la UE, en Bruselas, Paris y Berlin, es partidaria de la Europa federal marxista de Spinelli.
JMF: Le UE que predomina ahora no es la de Schuman, ¿no?
OB: Pues, está probablemente entre los dos, pero si los tratados europeos fueran respetados por las instituciones europeas, la Comisión y el Tribunal de Justicia no se ocuparían de las reformas de la justicia en Polonia o de la diversidad de los medios en Hungría (que son más diversos que en Francia o Alemania). Lo que exigen los países del V4 es que las instituciones europeas se conformen a los tratados y abandonen sus esfuerzos de extender sus competencias en materias no previstas en los tratados.
JMF: La teórica Constitución Europeo no quiso mencionar las ‘raíces cristianas’, lo cual ya tiene delito pues es pura historia europea.
OB: La ausencia de mención de esas raíces es más un síntoma de los problemas que tiene la Union Europea que la fuente del problema. El problema es que las instituciones europeas están dominadas por gente de ideología izquierdista, progresista y federalista, y que esa gente instrumentaliza las instituciones europeas para tratar de imponer su punto de vista a los 27 países con que cuenta la UE. Me gusta lo que dice Marek Jurek, que fue presidente de la cámara baja del parlamento polaco y después eurodiputado: “con la evolución de las sociedades de Europa occidental, Europa ya no tiene valores comunes, sino que tiene intereses comunes. La UE puede funcionar sólo si trabaja sobre la base de intereses comunes. Si una parte de la UE quiere imponer sus nuevos valores a todos, la UE no va a sobrevivir esto mucho tiempo. Habrá siempre más conflictos”. Me parece que es un punto de vista cercano al de Vox en España y al de la Liga en Italia.
JMF: ¿Por qué piensas que a la UE de siempre le molesta lo que huele a cristianismo?
OB: A la izquierda progresista le molesta, no a la UE de siempre que a principios era de inspiración cristiana. El cristianismo siempre molesta a los partidarios de las ideologías totalitarias porque los cristianos son gente libre que son difíciles de formatear. La ideología progresista actual, que favorece la inmigración masiva y la revolución LGBT, procede del marxismo y quiere crear un hombre nuevo. Esos lazos entre los comunistas de antes en la Europa del Este y los progresistas que dominan en Bruselas y en los medios del Oeste, los subrayó muy justamente Viktor Orbán hace algunos anos. Es también característico que los dos países que opusieron más resistencia al comunismo son los dos que oponen más resistencia a la actual ideología progresista: Polonia y Hungría.
JMF: Pero Polonia e Hungría eran muy comunistas ¿no?
OB: Stalin dijo que a Polonia le va el comunismo como un silla a una vaca. Incluso los comunistas polacos no eran muy comunistas. Hungría tuvo la revolución del 1956, que fue aplastada con muchos muertos por la intervención militar del Pacto de Varsovia, y Polonia la revuelta de Poznań el mismo año y después tuvo las grandes huelgas del 1970, del 1980 con el nacimiento de Solidarność y el papá polaco que era un gran anticomunista. Polonia y Hungría fueron los dos países que derribaron el comunismo en Europa central en el 1989.
JMF: Desde sectores de la UE se habla mal de la justicia en Polonia, ¿cuál es el problema?
OB: El problema procede de dos visiones distintas de la democracia. En Occidente, vemos una evolución hacia un gobierno de jueces, con una justicia que interpreta las leyes votadas por parlamentos y las constituciones nacionales de manera cada vez mas libre. A los federalistas europeos eso les gusta, puesto que con sus interpretaciones el Tribunal de Justicia de la UE extiende también los poderes y las competencias de la UE. Por otro lado, cuando se presentaron a los comicios en el 2015, el PiS tenía en su programa electoral la promesa que iba a reformar la justicia polaca. Los problemas de esta justicia eran, desde la caída del comunismo, la corrupción, la incompetencia y un corporatibismo estructural que hacía imposible castigar a los jueces corruptos o incompetentes. Por eso hicieron esas reformas, imponiendo un cierto nivel de control parlamentario -es decir democrático- sobre este tercer poder, que hasta entonces controlaba los demás dos poderes (ejecutivo y legislativo) controlándose también a si mismo. Dos elementos importantes de esas reformas son la elección por el parlamento de los jueces de Consejo Nacional del Poder Judiacial (KRS), como en Espana el CGPJ, y la creación de una Sala de lo Disciplinario Del Tribunal Supremo. En Bruselas llaman a esto ataques a la independencia de la justicia, pero los jueces nombrados en esos dos cuerpos no pueden ser cambiados individualmente si no hacen lo que quiere el gobierno o la mayoría parlamentaria. Habría que votar nuevas reformas para cambiarlos todos si se quisiera deshacerse de unos de esos nuevos miembros del Consejo nacional de la justicia o de la sección disciplinaria de la Corte suprema.
JMF: Y, ¿qué tienen contra la Hungría de Orban a la que siempre critican y amenazan?
OB: La verdad es que tienen lo mismo contra la Hungría de Orbán que contra la Polonia de Kaczyński, puesto que la cuestión de las reformas de la justicia en Polonia son meramente una excusa. Los verdaderos motivos son ideológicos. Hungría también fue atacada por la cuestión de la independencia de la justicia cuando adoptó una nueva constitución en el 2011 (que reemplazaba la constitución procedente de la época estalinista). En los informes del Parlamento Europeo sobre Polonia e Hungría, realizados en el marco del procedimiento de sanción bajo el Artículo 7 del Tratado de la Unión Europea, se destaca entre las varias críticas que nada tienen que ver con el estado de derecho (y ni siquiera con los hechos objetivos en muchas ocasiones), se destaca la cuestión de la ley que limita el acceso al aborto en el caso de Polonia (una ley del 1993!) y la cuestión de la política contra la inmigración en el caso de Hungría.
JMF: ¿Cómo piensas que acabará la UE?
OB: Si prosigue en la dirección del federalismo sin nuevo tratado, que es como une golpe de estado aunque progresivo y lento, y va en la dirección de imponer a todos los «valores europeos» -que ya no son comunes y con los que lo que se designa hoy los contravalores de la izquierda progresista- entonces estoy convencido de que el Brexit es sólo el inicio de un proceso mas largo que conducirá dentro de poco tiempo al fin de la Unión Europea. El francés Alexis de Tocqueville lo ha dicho muy bien hace casi 200 años: alargar las competencias de una confederación de estados la hace cada vez más débil por las nuevas ocasiones de conflictos que esto crea. Esto lo entienden bien en los países del Visegrado, y por eso intentan salvar a la Unión Europea resistiéndose a esta evolución, para que la UE vuelva a ser lo que era: una Europa de países democráticos soberanos que han decidido poner en común únicamente partes limitadas y claramente definidas de su soberanía. Es lo que todavía era la Unión Europea en el 2004, cuando esos cuatro países ingresaron la UE.
JMF: ¿Algún aliado de estos países en la actual UE?
OB: Las alianzas cambian con los cambios de gobierno en cada país y también en función de los temas, pero en general se puede hablar de la mayoría de los países de Europa Central y Oriental, de Austria, de Dinamarca, y también de la derecha italiana que probablemente volverá a gobernar dentro de pocos años. En Francia se puede hablar en algún medida del partido de Le Pen y de la parte conservadora del centroderecha, lo que se ve en los votos en el Parlamento Europeo. De manera general, los puntos de vista de los países del Visegrado son compartidos por mayorías en los pueblos de Europa occidental pero no entre las elites. Eso vale particularmente en materia de políticas migratorias y de las injerencias de Bruselas en los asuntos interiores de las naciones. En Espana me parece que Vox es el partido que comparte esos postulados del V4.
JMF: Mal vamos entonces si los dirigentes van por una senda distinta de la gente. Muchas gracias Olivier, seguimos en contacto. Un abrazo.
OB: Muchas gracias.
Efectivamente vamos hacia la Europa de los mercaderes que está bien para los tiempos de bonanza pero es un riesgo y un peligro cuando los 100 nacionalismos que contiene pasen del estado larvado al operativo. En la Europa del S. XIX no hubo contiendas desde el Congreso de Viena de 1812, que no fuesen motivadas por los nacionalismos emergentes y desembocaron en la 1ª G.M. por ese motivo destructor.