Acaba de publicarse el Índice de las Economías más Competitivas elaborado por el Foro Económico Mundial; desgraciadamente este indice nos sitúa en el puesto 32 con una nota, sobre siete, de 4,7. No en todo estamos tan mal, en Infraestructuras, por ejemplo, llegamos al puesto número 12 y eso, a pesar de su coste que en muchos casos aún debemos, nos posiciona bien de cara al futuro.
Lo malo no es solo el puesto que ocupamos sino el por qué de este nada meritorio lugar. Son muchos los subíndices en los que salimos malparados y, objetivamente, la inmensa mayoría de estos tienen como factor común que detrás de ellos está la mala gestión del ámbito político. Somo muy mediocres en la protección de los derechos de propiedad, en la mala legislación y caemos todavía más cuando se valora la independencia judicial y el sectarismo político en la toma de decisiones pública.
También queda claro en este estudio que, de la crisis, nuestra clase política no ha aprendido casi nada. España combate mal el desvío de fondos públicos; los impuestos en España no incentivan el trabajo y, lo que es peor, caemos hasta el puesto 106 si medimos la eficiencia o el despilfarro del gasto público. Todo ello hace que estemos en el puesto número 100 en la confianza hacia nuestros políticos.
No entiendo nada. De la crisis salimos con las familias controlando el gasto, con las empresas mejorando su productividad y con el Estado que sigue despilfarrando. ¿No les da vergüenza a nuestros políticos seguir siendo un lastre? ¿Alguien me lo explica?
Pues la respuesta es sencilla, Josep Maria. Los políticos corruptos tienen que mantener una red clientelar importante para que mantenerse en el sistema y seguir chupando. Si cortan el gasto se quedan sin sustento. Por otra parte, los corruptos están inclinados al despilfarro por naturaleza, ya que no lo que han conseguido no viene de esfuerzo, trabajo y ahorro. Si tienen el hábito personal del despilfarro, ya me explicarás como van a ser austeros en el manejo de la cosa pública. Os lo vengo diciendo. La corrupción está en el fondo de muchas cosas. Ahora toca estudiar y reflexionar a fondo sobre lo que se está haciendo en los juicios. Pensar en lo que vemos y en lo que no se ve. A partir de ahí cada uno saque consecuencias y que Dios nos ilumine, porque con la corrupción vamos de mal en peor.