Conversación tranquila de @jmfrancas con Mónica Nicoliello. Uruguaya y candidata al Parlamento Global Hispano, es profesora de Historia y escritora.
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JMF: ¿Por qué estás en el proyecto ‘Parlamento Global Hispano’?
MN: Porque es una manera interesante de reunir las energías y capacidades de 600 millones de personas en una sola voz internacional. Porque, tal como ha sido pensado, funciona como una asamblea digital internacional, lo que representa una forma innovadora de organización popular.
JMF: ¿Lo hispano puede llegar a ser una sola voz?
MN: Sí. De hecho es una sola comunidad. Le falta conciencia de sí misma y de su potencial. Es algo que se plantea, de forma retórica, suele decirse en los ámbitos diplomáticos, pero la conciencia del potencial que representa tener voz en el mundo, todavía no está. Falta sentido y de identidad y de pertenencia. Es lo que diferencia a un pueblo de una población. Tenemos población. Hasta podríamos ser más. Pero si en la vida cotidiana eso no nos dice nada, queda como una abstracción. El proyecto Parlamento Global Hispano está mandando un mensaje: ustedes pueden ser ciudadanos de una región que trasciende los límites de cualquier país hispano. Eso es muy importante, porque la participación genera sentido de pertenencia. Y el sentido de pertenencia cohesiona. De ahí también que sea tan importante que el proyecto Parlamento Global Hispano sea un modelo de participación democrática, un gran foro democrático sin los vicios característicos que todos conocemos: corrupción, amiguismo, clientelismo, mecanismos que ponen las decisiones en manos del 1% del 1%.
JMF: Desde España la sensación es que en esa comunidad para ser un pueblo y no una población precisamente sobra España que fue la madre de todos los males…
MN: Es un error separar España del resto, en cualquier sentido. Esa imagen fuerte de balcanización también está haciendo daño. No importa si quienes se imaginan el mundo así son los uruguayos o los españoles. En generales todos tenemos tendencia al nacionalismo de campanario. Como hoy observaba un cursillista, a sentirnos el Quijote de la Mancha ¿Qué es la Mancha? Una comarca. Cada uno vive en su burbuja. Lo que puede unirnos es la idea de Hispanidad, o si quiere, puede puede ponerle otro nombre, pero tenemos que pensarnos como pueblos continentales. Por lo menos, ya que somos más que continentales. Yo le diría como pueblo planetario, y desde ahí diseñar la geopolítica. ¿Qué es España en una mirada planetaria? La puerta de entrada de Europa y África. ¿Qué es Argentina en esa mirada planetaria? La puerta de entrada de los mares australes y de la hidrovía de la Cuenca del Plata. ¿Qué es Uruguay? La llave misma del Plata. El problema es cómo nos enseñan la geografía. No es desde este enfoque planetario. Somos los dueños de la mayor parte de los Océanos del mundo. Tenemos todos los recursos que necesitamos. Pero eso siempre y cuando nos pensemos como un pueblo planetario.
JMF: ¿La ‘leyenda negra’ no es un lastre demasiado fuerte?
MN: Para la mayoría de la gente sí, porque ha sido formada en una imagen devaluada de sí misma. La leyenda negra no es solamente contra los españoles, es contra el conjunto de la Hispanidad, que como decíamos, es planetaria. Es contra media Humanidad, una auténtica Guerra fría de un polo contra el otro. Con la diferencia de que van varios siglos de desgaste, y como sabe todo mentiroso, «miente, miente, que algo queda». La leyenda negra está hecha de manera tan completa e intrincada, que no se puede desmontar cada mentira (o error) por separado. Me pasa que tener que contestar una nota negrolegendario es un esfuerzo agotador por el número de errores, imprecisiones, desconocimientos, que contiene. Casi habría que escribir un libro serio por cada nota superficial que aparece y cuyo contenido no solo se repite a pie juntillas, sino que parece que alguno va a la guerra por tanto discurso vacío y dañino a la vez. Por eso es importante estudiar y difundir. Sin eso tampoco habrá sentido de pertenencia
JMF: Es verdad que últimamente cada día hay más autores bien documentados que la combaten con ciencia histórica, ¿notas tú también una reacción?
MN: Hay mentes abiertas, que gustan analizar puntos de vista diferentes del suyo, encontrar matices, revisar esquemas. Es indudable que sí. Además, lo difundirán. El problema es cuando se mezcla lo ideológico y los prejuicios. Hay que enseñar formas de pensar que hagan más libres a las personas. Lo importante no es tanto el qué sino el cómo. Y después está la hegemonía geopolítica de unas zonas del mundo sobre otras. La revalorización de lo hispano no es de ahora, está en marcha desde 1850. Sin embargo tiene que enfrentar nuevas y nuevas olas en sentido contrario. Se necesita estar alerta y abrir los ojos a los demás. Pero es indudable que últimamente hay más publicaciones que van directo a este tema.
JMF: ¿Qué pasa en hispanoamérica que últimamente parece girar políticamente hacia el modelo dictatorial cubano?
MN: La influencia de Cuba sobre el resto del mundo no es de ahora y no es solamente sobre Hispanoamérica. Se podría decir que desde 1959 existe este quiebre en la historia. Allí se mezclan varios temas. El primero es que en 1898, Cuba, que no se había separado de España, se convierte en un botín de guerra en la política exterior de EEUU sobre el Caribe. Ese ya es un hecho que desnaturaliza la evolución de las cosas. Después está la propia actitud de Cuba desde 1961, cuando se involucra en la Guerra fría entre EEUU y la URSS, generándose la crisis de los misiles. Mucha gente interpretó eso como que Cuba estaba poniendo a Hispanoamérica en el centro de la política internacional, aumentado su protagonismo, en una región que EEUU consideraba su patio trasero. Pero en mi opinión, lo que estaba ocurriendo era que se nos estaba desplazando del centro de gravedad. Por eso luego EEUU y la URSS llegan a un acuerdo sin Cuba. A pesar de que ha transcurrido mucho tiempo las cosas no han cambiado ¿por qué? En los años 1960 y 1970, un poco por influencia cubana, -aunque no solamente- se generalizó la idea de que si el resto del mundo nos desplazaba hacia la periferia -teoría de la dependencia, movimientos de descolonización-, la única manera de terminar con eso, era una lucha armada, como a principios del siglo XIX. Terminamos en lo mismo, o sea, todas las consecuencias dolorosas que provoca la violencia política y más dictaduras, obviamente de ambos signos, derecha e izquierda, que es lo único que puede provocar la violencia. Cuando el resto del mundo (sobre todo anglosajón) estaba transitando por la III Revolución industrial y tecnológica, nosotros nuevamente nos estábamos destruyendo. Después costó mucho recuperar la democracia, pero a principios del siglo XXI llegó y sigue llegando una nueva generación de ex guerrilleros al gobierno. Y por otro lado hay gobiernos en el extremo opuesto, lo cual produce una experiencia chocante, de espacio balcanizado y debilidad geopolítica. A pesar del tiempo transcurrido, es un proceso en espiral. No es que haya un país con tales y cuales características que influye en el resto de la región, sino que esas características están extendidas por toda Iberoamérica y hasta le diría, EEUU, por lo cual, no es difícil que un grupo de países cruce una línea muy difusa, apenas un cambio de gobierno, y «cambie de bloque». En general las encuestas indican que un porcentaje importante de la población está dispuesto a apoyar medidas autoritarias si lo sacan de la crisis. De ahí la función cívica, educadora, que puede llegar a tener un proyecto como Parlamento Global Hispano.
JMF: Tu último libro es ‘Indios, españoles y nuestramericanos (Tomo I): Tres identidades, una historia común y la V Revolución Industrial. ¿Qué son nuestramericanos? ¿Cuál es la tesis del libro?
MN: La tesis del libro es que no hay despegue tecnológico sin sentido de identidad y pertenencia, porque de eso depende la permanencia y consolidación de los bloques. Y los bloques son fundamentales para coordinar recursos, reunir capitales, hacer circular flujos comerciales o de energía y promover talentos. No esperemos estar a la par con China, que es un Estado civilización con un centro coordinador claro, funcionando como reinos de taifas. Estamos haciendo lo contrario que nuestros antepasados. Los bloques funcionan porque los países funcionan (y se imaginan) como economías complementarias. Puede haber diversas dimensiones en la integración: la Cuenca del Plata es una, América del Sur, otra, y el conjunto de la Hispanidad, otra, pero un bloque no funciona sólo con mecanismos economicistas. Tiene que haber interés en mantener vínculos históricos orgánicos. Los anglosajones han formado algo que llaman Anglósfera, el bloque más importante del planeta, con un trabajo a conciencia desde hace 500 años. Nunca buscaron romper la unidad original por más imperial y monárquica que fuera. Este es un debate importante del libro. El otro es cómo cada cultura ha introducido cambios tecnológicos. Los indios (porque América eran las Indias, hago un recorrido sobre eso) que también tienen sus simétricos asiáticos, pensemos en Filipinas; España, que es inseparable de África pase lo que pase, pensemos en Canarias, Ceuta, Melilla; que pudo asentarse en esas Indias gracias a infinitos tratados de paz con las «naciones» -como se decía en la época- indias. Y los nuestramericanos, que sería el gentilicio de Nuestra América, un nombre que no lo crea Martí como piensan algunos, sino que es del siglo XVII y aparece en un hermoso poema a Cartagena de Indias del neogranadino Hernando Domínguez Camargo. Esa idea de identidad nuestramericana tal como aparece definida en el poema, no sólo es muy hermosa, sino muy acertada.
JMF: ¿Los hispanos deberíamos ser un bloque?
MN: Sí, toda la Hispanidad puede ser un bloque si se lo propone. Es más: debe ser un bloque, sería su misión histórica moral, porque cuenta con valores raíces que serían un enorme aporte para la Humanidad. Pero volvemos a lo mismo: tiene que haber conciencia de identidad. China es un Estado civilización, o sea, no una nación, sino toda una civilización convertida en Estado, y en sí misma un bloque. Eso le permite pasar a la siguiente etapa: ser una economía de escala. No tiene ciudades; tiene megalópolis, ciudades de proporciones de países. Sus proyectos de ingeniería son gigantes. Y obviamente, la inversión de capitales también. Hoy en día ser un bloque planetario, como podría ser la Hispanidad, no es una utopía, es una necesidad. Es lo que nos permitiría pasar a esa etapa de economía de escala. Ser nosotros mismos los que hagamos las gigantes inversiones que se necesitan, y no que a esas inversiones las hagan los chinos, como está ocurriendo. Ser nosotros los que equipáramos una expedición a Marte, como nos merecemos, ya que exploramos más del 60% del planeta, y no los chinos que en el siglo XV desestimularon los viajes de Cheng y Ho. Es muy triste cómo nos hemos rezagado, ya no en materia de desarrollo, sino desde el punto de vista histórico.
JMF: ¿Quién puede liderar eso?
MN: Una institución con un cuerpo ejecutivo, legislativo y judicial. El ejecutivo, que tendría que ser colegiado, debería estar formado por presidente electos para esa función, que no tienen por qué ser los mismos jefes de Estado de las repúblicas, más el rey, porque en el caso de España tenemos en sí misma una duplicación del ejecutivo. Un Congreso formado por legisladores de todos los países. Un poder judicial integrado por jueces de todos los países dónde (¡al fin!) pudiéramos llevar nuestras cuestiones que no fuera La Haya o Nueva York. En cuarto lugar, ya no como poderes pero sí instituciones importantes, un cuerpo de cancilleres que coordinara nuestra política exterior. Dos observaciones importantes sobre este diseño: no lo está proponiendo el Parlamento Global Hispano. Pero a lo largo de la historia se plantearon muchos proyectos parecidos. La otra observación es que para funcionar, estas instituciones tienen que tener un enorme prestigio dentro de la población. Tenemos ya algunos mecanismos de coordinación que si se potenciaran podrían llegar a algo así. Pero la gente no los conoce o no los valora. La condición para que funcionen es que tienen que ser el orgullo de todos. Si no, da lo mismo que existan o no existan. Y el otro aspecto fundamental es que trabajen y se vean sus resultados. Al lado de estas instituciones podría haber otras como una cámara de empresarios y una internacional sindical. Los partidos políticos podrían tener un foro para coordinarse, y así en todo. El Parlamento Global Hispano no plantea este diseño, sino que ha sido planteado por personalidades históricas a lo largo de los siglos XIX y XX. El Parlamento Global Hispano al menos por ahora, plantea algo mucho más fácil de ejecutar en el corto plazo: una gran Asamblea popular y digital con candidatos democráticamente electos y rotativos, pues su gestión dura un año en el que habrán de trabajar en un proyecto.
JMF: Mil gracias Mónica, no te quito más tiempo. Seguimos en contacto, un beso.
MN: Muchas gracias a ti, por la entrevista. Seguimos en contacto.
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