Me dice Tania Evans. Psicologa de la Salud y doctorando en violencia intrafamiliar


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¿Qué personalidades nos mandan?

Esas personalidades que la sociedad en su conjunto se niega a reconocer y por tanto nos devoran desde lo alto: los psicópatas. 

Creo que es importante separar a los partidos políticos de las personas que conforman el Gobierno actual. Porque, si bien a lo largo de los años hemos visto que no se salva ninguno en cuanto a falta de escrúpulos o “aparente” negligencia, lo que tenemos ahora no tiene precedentes

El psicópata nace y el sociópata se hace. Dentro de la cúpula del gobierno podemos observar estas dos figuras, ambas con sus respectivos apellidos y “géneros”.

Por un lado, tenemos al psicópata narcisista cuyo único afán es permanecer en el poder y convertirse en el Kennedy español. Esto le hace tremendamente peligroso ya que para ello hará “todo” lo que tenga que hacer, “todo”. Lo podemos identificar porque, aún sin ser estúpido, no tiene estrategia ninguna, solo táctica: permanecer un día más. Tremendamente vanidoso y arrogante, habla desde la soberbia, el desprecio y sarcasmo, negando fraudes, negligencias y maniobras criminales con una tranquilidad pasmosa. Solo pierde los papeles cuando se siente realmente acorralando. Ahí, aprieta la mandíbula con fuerza para no desatar su verdadera naturaleza. Aunque pueda hacerlo y lo hará si te cruzas entre él y su objetivo, infringir sufrimiento no se encuentra dentro de sus intereses. Simplemente el dolor ajeno, le es indiferente. No siente ni padece. Está por encima de eso, al creerse superior a todos los demás.

Por otro lado, tenemos al sociópata sádico que se mueve de otra manera. Su característica principal, es que exhuma odio por cada poro y el matiz diferencial es que, en él, si existe un deseo de lastimar. Anhela el poder porque le da las herramientas, la capacidad y las competencias para poder hacer lo que le dé la gana con la gente, ya que, abiertamente, desprecia a la humanidad y reconoce su disfrute con el sufrimiento ajeno. Es el perfil de los dictadores genocidas a lo Pol Pot o Mao Tse Tung. 

Después encontraríamos perfiles intermedios que normalmente son peones de los mencionados anteriormente y, por tanto, los que sacrifican cuando las cosas se ponen feas o simplemente, ya no les son útiles.

Si ustedes observan el hemiciclo podrán ir descubriendo quién es quién. Son muchos y muchas, porque si, ¡también hay mujeres psicópatas y sociópatas! 

Para ello les invito a, simplemente, eliminar el volumen y estar atentos a las expresiones faciales, con especial atención a la mirada. La mirada del psicópata, que no los ojos, es una de sus grandes características, la que las víctimas recuerdan con terror. Son miradas vacías, sin alma. Contemplen en silencio sus movimientos, verán que se encuentran carentes de emoción. No hay vida real en ellos. Son meras y burdas interpretaciones de lo que consideran son las emociones que sentimos el resto y que ellos son incapaces de experimentar. 

El principal problema que tenemos como sociedad es no reconocer la existencia de este tipo de seres que no, solo abundan entre nosotros, sino que, cada año, aumentan en número. 

No queremos aceptarlo porque resulta extremadamente doloroso, pero les recuerdo que ese dolor es una caricia, comparado con el que nos pueden infringir cuando llegan al poder. 

Abramos los ojos a la evidencia y dejemos el buenismo, que nada tiene que ver con el buen amar porque, nuestra subsistencia y la de generaciones futuras, depende de ello. 


Un comentario en «Me dice Tania Evans. Psicologa de la Salud y doctorando en violencia intrafamiliar»

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