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Me dice Pablo Sanz, profesor de Derecho Mercantil.
España a la deriva (PARTE I)
La debilidad actual de España ha quedado patente últimamente en política exterior. Las recientes fricciones con Marruecos ponen de relieve la pésima política de relaciones exteriores de nuestro gobierno, incapaz de adoptar una posición soberana de firmeza y fortaleza. España parece un zombi político en la escena internacional, sin un criterio estratégico. Ha quedado a la deriva y a merced de lo que se decida sobre sus intereses en Washington (Pentágono), Nueva York (Naciones Unidas), Bruselas (Comisión Europea y OTAN), Frankfurt (Banco Central Europeo) y por supuesto Berlín, que es en última instancia donde se lleva decidiendo nuestro sostenimiento financiero desde hace diez años.
La realpolitik siempre se impone. Si vis pacem para bellum. El único modo de ser un actor determinante en el tablero geopolítico, nos guste o no, es en el plano militar. Basta como ejemplo mirar a Rusia, que con una economía menor que la de Italia, es, sin embargo, un actor geopolítico de primer orden gracias a la capacidad de sus fuerzas armadas.
Un ejército con tecnología punta y preparado para actuar en cualquier situación sobrevenida ofrece varias ganancias inmediatas a su propio Estado: orden y disciplina social, seguridad interna y externa, y abundante actividad económica directa e indirecta. Un ejército requiere suministro de energía, tecnociencia y mucho desarrollo industrial. Invertir en seguridad y defensa significa impulsar la economía nacional, tanto el sector público como el privado. Si las capacidades militares de un Estado son grandes, eso le garantiza como mínimo que se le tenga en cuenta en las instancias internacionales, comenzando por los gobiernos de los países vecinos. Inviolabilidad de sus fronteras y respeto a sus intereses inmediatos.
Si en España hubiera voluntad política y conciencia social de la necesidad de mejorar drásticamente su política exterior, debería primeramente (re)militarizarse. Esto supondría asimismo reindustrializarse. Proteger el Estrecho, Ceuta, Melilla, las Canarias y nuestras flotas pesqueras con efectivos desplegados y bien armados, con carácter permanente, sería el mejor toque de atención a Marruecos, el único vecino que tiene España que representa una verdadera amenaza y un riesgo. Necesitamos mucha más inversión y presupuesto en i+D+I de defensa y seguridad, pero también en Inteligencia, donde hay mucho que mejorar. También en materia de soft power y lobbies internacionales, donde Marruecos ha sabido moverse muy astutamente. Mohamed VI supo dar a Trump, o mejor dicho a su yerno Jared Kushner, lo que necesitaba para satisfacer a Netanyahu, el reconocimiento de Israel. A cambio se cobró como precio la soberanía del Sáhara Occidental.
España tiene mucho que mejorar a nivel diplomático, comenzando por dejar de hacer el ridículo en misiones internacionales (en el Báltico, en Turquía…) para dar cobertura con nuestro ejército a intereses geoestratégicos de otras potencias, al mismo tiempo que sufre un déficit de seguridad en puntos muy sensibles, como Ceuta y Melilla, que no entran bajo la protección de la OTAN. Necesitamos urgentemente unos Ministerios de Defensa y Exteriores mucho mejor coordinados, y con dirigentes dignos de los cargos que ostentan.
Pablo Sanz Bayón, Doctor en Derecho y profesor universitario.
Es de los comentarios más juiciosos que he leído últimamente. Va a lo que es verdaderamente mollar, sin importar si es bonito o no. Sólo tiene una dificultad, es una labor de muchos años y ahora tenemos una izquierda obtusa empeñada en desmantelar el Estado y la nación. Será muy costoso, pero los grandes viajes comienzan con un primer paso.