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Después de que la ley de «Sólo sí es sí» se les haya escapado de las manos, entre otras muchas cosas, este Gobierno Frankenstein ha mostrado que el nombre le va al pelo. Recordemos aquí la historia del pobre monstruo creado por Mary Shelley, hija póstuma de la madre del feminismo moderno, Mary Wollstonecraft y que murió en su parto.

En esta novela, Mary relata que el doctor Frankenstein crea un homúnculo con despojos humanos. En este caso es la sociedad la que no acepta a esa criatura y ésta se revela contra la falta de amor y no es posible controlarlo cuando desean apresarlo. 

Este Gobierno es como su segunda versión. Pero, en este caso, son las instituciones de poder las que cada vez nos demuestran que han creado un monstruo malvado y, lo que es peor, estúpido. Esa mezcla letal de partidos minoritarios, ha dado como resultado la promulgación de leyes cada vez más peligrosas. Desde la Viogén, la LOMLOE, la Ley Trans, la ley de «Sólo sí si es sí » y ahora, la del aborto.

La semana pasada una catástrofe sin precedentes ha dejado a Siria y Turquía sumidas en la muerte. Menos en Jandaris, un pequeño pueblo sirio. Aquí el milagro de la vida volvió a triunfar por encima de toda esa desgracia. Entre los escombros del terremoto, nació una bebé. Fue rescatada diez horas después del temblor, cuando aún seguía unida al cordón umbilical de su mamá, que también perdió la vida después de dar a luz a la niña, cuando ya estaba enterrada por un edificio de apartamentos de cinco pisos arrasado por el terremoto. Se han ido también su padre y sus cuatro hermanos.

Una vecina, después de cortar el cordón umbilical que la unía a su madre, la llevó a un hospital infantil donde la mantuvieron en una incubadora. La niña presentaba baja temperatura y moratones en todo su cuerpecito. Se encuentra estable.

No sé si hay alguien que, al mirar su imagen tumbada de costado en la incubadora, se atreva a hablar del aborto como un derecho humano. De una ley de plazos para mujeres burguesas, que no quieren perder su estilo de vida, mientras tantos niños perecen bajo las las ruinas.

Lo dicho, un monstruo erróneamente llamado Frankenstein, malvado y estúpido.

María José Ibáñez Rodríguez, portavoz de Asociación de Mujeres Por la Igualdad (@AMPI_igualdad)

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