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LO QUE ES BUENO PARA ESPAÑA, ES BUENO PARA VOX
Querido Josep María:
Tras los pasados comicios autonómicos en Cataluña (¿tendremos que soportar su repetición?), Santiago Abascal, a la vista de los espléndidos resultados de su partido por el “sorpasso” a la suma PP-Cs, declaró: “Son buenos para VOX pero malos para España”. Justa aseveración de quien lidera un movimiento cuya vocación se cifra en el beneficio de la Nación, de la Nación entera. Las recientes elecciones madrileñas, por su parte, han permitido al líder vascongado afirmar: “Lo que es bueno para España es bueno para VOX”. De modo que la consistencia de la ecuación España-VOX ha quedado de manifiesto en ambos casos. La mayoría absoluta PP-VOX en la Asamblea de Madrid, además de evitar el acceso de la izquierda al Gobierno regional, tal como se había comprometido a hacerlo VOX antes de las elecciones, permitirá sin duda la aplicación conjunta de dos programas políticos, no sólo compatibles, sino coincidentes en muchos aspectos. Basta con repasar sus términos respectivos.
Si VOX propone reducir el número de diputados; bajar la presión fiscal; reforzar el sistema sanitario; proteger la institución familiar, no sólo fiscalmente; defender la vida humana desde su concepción y garantizar su dignidad frente a la muerte; liberalizar el suelo construible en cuanto no esté especialmente protegido; combatir la “okupación” y la inmigración ilegal, incluida la de los menas; suprimir las mezquitas fundamentalistas; higienizar la educación de contaminantes ideológicos; y proteger la vida rural, el campo y la caza, cuando menos. Si VOX propugna estas políticas, repito, las que propone el PP madrileño –el de Isabel Díaz Ayuso, hay que subrayarlo-, no muestran incompatibilidad alguna con las anteriores, sino complementariedad.
Así, las de garantizar y fomentar la transparencia y la evaluación de resultados en las políticas públicas; la elección de centro educativo por parte de las familias, manteniendo la enseñanza especial; la reducción en medio punto de todos los tramos de la tarifa del IRPF; la minoración y simplificación de los trámites administrativos para la creación de empresas; la reducción de las listas de espera en la Sanidad, en un 50% al menos; la instrumentación de medidas contra la “soledad no deseada”; y, en fin, el establecimiento de incentivos para la descarbonización medioambiental (vehículos, domicilios, empresas,…).
En suma, insisto, no hay incompatibilidad programática PP-VOX en cuanto a las políticas a abordar en el ámbito estrictamente autonómico, es decir, en el marco de las competencias a él transferidas. Otra cosa será ante unas elecciones generales, en las que habrá que atender a la trayectoria y programa político de otro PP, el de Casado y sus predecesores. Pues por sus frutos e intenciones los conocemos.
Dicho lo anterior, querido Josep María, es lástima que en esta ocasión no se haya entendido que (o querido atender a) que la inaplicación de la malhadada ley D´Hont hacía indiferente el voto a Ayuso o a Monasterio, a los efectos de formar una mayoría parlamentaria, porque, si me permites improvisar una perogrullesca regla aritmética, podemos decir que “el trasvase interno entre dos únicos sumandos, no altera la suma total”, aunque sí, desde luego, el “peso” de uno de ellos en detrimento del otro. Lo que equivale a decir que, en las recientes elecciones madrileñas, es un hecho que VOX, no habiendo perdido representación en la Asamblea autonómica, pues ha ganado un escaño, ha cedido, sin embargo, algo de su propio peso a Ayuso, al transferirle muchos de sus votantes. Así lo ha reconocido la propia Ayuso -no el PP de Casado y compañía, desde luego-, y nos consta también positivamente a muchos. Es de lamentar que el partido de Abascal, que garantiza la exclusión de la izquierda en el Gobierno autonómico, no haya mejorado aun más su importancia relativa.
Habida cuenta de lo anterior, se plantea la cuestión de cuál pueda ser la fórmula razonable de colaboración entre el PP de Ayuso y VOX para el resto de la legislatura. Como es sabido, los datos de partida son que, al no alcanzar Ayuso la mayoría absoluta en la Asamblea (69 escaños), pues sólo ha obtenido 65; y que VOX cuenta con 13 escaños, la formación de Rocio Monasterio va a permitir, no sólo alcanzar la mayoría necesaria para formar Gobierno, sino rebasarla en 9 escaños. Justo parece, por tanto, reconocer a VOX su decisivo peso. ¿Pacto de legislatura con VOX y Gobierno de Ayuso? No parece mala fórmula, dadas las analogías señaladas entre sus respectivos programas. ¿Pacto de legislatura, con presidencia de la Asamblea para VOX y Gobierno para Ayuso? Tampoco parece mala solución. ¿Participación proporcionada de VOX en un Gobierno con Ayuso? Quizá entrañe más dificultad, aunque tampoco carecería de sentido. En todo caso, la solución depende sobre todo de Ayuso, de quien se presume cierta independencia de Casado y de su mentor, el señor Feijoó (lo cierto es que el célebre autor del Teatro crítico universal, el P. Feijóo, acentuaba su apellido en la primera de las oes; él sabrá). En cualquier caso, Abascal ha declarado: “[…] corresponde a Ayuso decir si quiere contar con VOX y nosotros estamos abiertos a lo que ella diga”. No cabe declaración más clara y oportuna.
En definitiva, que durante los próximos dos años, el Gobierno y la Asamblea de la Comunidad de Madrid van a tener que contar con los trece parlamentarios de VOX. De una u otra forma. Decía don Francisco Pizarro que las grandes hazañas son hijas de los grandes peligros. Y cuentan las crónicas que, cuando el valeroso extremeño, en 1524, se encontró a las puertas del poderoso Imperio incaico, ante la indecisión de sus hombres para emprender la conquista, trazó con su espada una raya en el suelo, exhortando a rebasarla a quienes decidieran acompañarle en tan arriesgada empresa. Sólo la traspasaron trece de ellos, los por eso llamados “Trece de la fama”. En premio a su valor recibirían luego el reconocimiento de la hidalguía. No es éste, ciertamente, el caso de la conquista de un Imperio. Pero sí es ocasión para desear fama y lo mejor a los trece diputados de VOX, en esta nueva etapa de la política española que tiene como meta la conquista del Gobierno de la Nación. Así sea.
Gracias por tu atención y un gran abrazo, Josep María
Leopoldo Gonzalo y González. Catedrático de Universidad. Correspondiente de las Reales Academias de Jurisprudencia y Legislación y de la Historia.