Me dice José Antonio Pallero, «Papá Maravilla», maestro


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Que el Estado de Alarma está sirviendo para mucho más que atender a la crisis sanitaria, es un hecho. La agenda 2030 en la que avanza a toda máquina el primer gobierno de coalición de nuestra joven historia democrática, dará otro pasito de gigante más el próximo martes.

Se trata de la aprobación de la Ley de Protección Integral a la Infancia frente a la Violencia, conocida como Ley Rhodes. Siento mucho lo que debe haber sufrido en su infancia el pianista James Rhodes, pero si esto no es politizar el dolor que bajen los arcángeles y lo vean.

Una Ley de una complejidad absoluta, que yo lego en Derecho no puedo desgranar. Pero que viene a sustituir (o complementar, dirán) a la Ley Orgánica 8/2015 de Protección a la Infancia, que suponía un avance histórico para proteger a nuestros menores.

Pero entonces, ¿qué aporta de nuevo esta Ley? Por desgracia no contempla ningún cambio de calado en el Código Penal, para establecer la deseable Prisión Permanente Revisable en los abominables casos en los que actúen los y las pederastas. 

Pero sí aporta nuevos protocolos de actuación. Desde mi puesto como maestro y jefe de estudios puedo asegurar que los protocolos que existen ahora mismo en los colegios de Educación Infantil y Primaria garantizan la mejor de las protecciones a nuestros niños con respecto a ciberacoso, abusos y otros delitos. Somos los maestros y las maestras, junto con los sanitarios de Atención Primaria, la primera barrera de defensa a la que se pueden agarrar los pequeños o desde la que se puede advertir o alarmar de que algo ocurre en la órbita de un menor.

La Nueva Normalidad nos trae esta Ley. En el proceso de control social y «stasización» que se está implementando toca ahora llegar a las escuelas. Por eso propone esta ley la introducción de una nueva figura en los colegios: tendrán la obligatoriedad de contar con un «coordinador de bienestar y protección». ¿Será esta figura un educador? No lo creo, será una figura politizada que vendrá a convulsionar ,aún más, la deseable paz que debiera existir en nuestros centros educativos.


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