Respecto al encaje de la asignatura de Religión en la educación la ministra Isabel Celaá tiene un programa claro y definido: dejarla en su mínima expresión, y a la vez intentar mantenerse dentro del marco legal. Un presupuesto que no tiene nada que ver con la pedagogía, sino con una opción política laicista que busca acabar con esta asignatura más pronto que tarde. Y esto se concreta en la LOMLOE en que la evaluación de Religión no contará a ningún efecto, en que los alumnos que no escojan Religión no harán nada o incluso podrán irse a casa y en que reducirá al mínimo el número de horas lectivas. Lo dicho, acorralarla por todos los flancos. El modelo que ya vivimos en la LOE y que pudimos comprobar sus malos resultados. En realidad, como decimos, no tiene que ver nada con planteamientos pedagógicos. Está claro, por ejemplo, que no puede haber ninguna asignatura sin evaluación. Y es un desastre organizativo y una injusticia obligar a unos alumnos a no hacer nada, mientras otros están estudiando. Y no debería haber ninguna asignatura con una carga lectiva de menos de dos horas semanales. Pero está claro que hay un proyecto que pasa por eliminar esta asignatura y que el Estado tenga el monopolio de la formación moral y ética de las nuevas generaciones. Está en juego mucho más de lo que aparentemente parece en la persistencia o no de esta asignatura en el marco escolar.
Jn.8,31 “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres”. Cuántos intereses ocultos para manipular y retorcer la educación por parte de una ministra que se reviste de servidora pública para vendernos la burra de la falsa igualdad entre los ciudadanos y la igualdad de oportunidades en la educación para todos desde los postulados de izquierdas:socialistas y comunistas. Por Dios, no sigas mintiendo.