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Me siento parte de un macro experimento
Este año clausurado, y con la sensación de que se ha cerrado en falso, me ha dejado amargas sensaciones y alguna experiencia potente. No ahondaré de quién tuvo la culpa, si la naturaleza o el hombre, ni siquiera discutiré sobre que bacteria nos ha afectado a muchos, en un sentido o en otro. Pero lo que sí puedo afirmar es que me he sentido parte de un macro experimento de ingeniería social. Los engranajes políticos, los intereses económicos supranacionales, la eficacia de unos mediocres medios de comunicación de masas (impulsados por descaradas y repetitivas consignas), me han hecho reflexionar.
Podía haber sido una pandemia, podía haber sido la invasión de Rusia sobre Europa o la de unos extraterrestres. El caso es que los poderes mencionados, posiblemente hubieran reaccionado igual: creación de dominio de la realidad y que sólo el poder político tiene la solución; pero a la vez transmisión de la idea de que el poder político no es responsable de los males que nos acaecen. Por otro lado, el poder político ha explotado el recurso del “miedo colectivo” para ensayar estrategias de control de masas.
Ejemplos son múltiples. En dos años se ha pasado del estímulo de los sanitarios con aplausos, lloros y abrazos, a de repente denunciar la ineficacia de los sistemas sanitarios y volcar la repulsión de la ciudadanía hacía el personal sanitario y esquivar así la responsabilidad política. El miedo mediático ha permitido probar técnicas de condicionamiento conductual de masas: colocación de mascarillas, autoconfinamientos voluntarios, recorridos espaciales predeterminados por las autoridades.
Pero quizá lo más importante es que el ciudadano medio se ha convertido en un agente de la Stasi capaz de controlar, denunciar y posicionarse en un escalón moral de los vecinos que no se ciñen a la nueva normalidad. En definitiva. Me he sentido inmerso en un experimento de ingeniería social a nivel mundial.
Como dato positivo, algunos hemos afrontado esta situación desde un sentido trascendente de la existencia y eso nos ha fortalecido la mente y la voluntad. Hemos descubierto que el miedo es un enemigo fácil de derrotar y que quizá lo más sano sea ir contracorriente. Da igual que lleves o no mascarilla, da igual que te vacunes o no. Lo importante es saber por qué tomas esa decisiones y ser consciente que son decisiones tuyas, no de otros que se sienten superiores y con derecho de determinar los destinos de la humanidad,
Javier Barraycoa, sociólogo, escritor y profesor de Sociología en la Universidad Abat Oliba CEU.
Que gran verdad. Lo que no acabo de comprender es el porque después de todo lo que llevamos pasado y de tan enorme perdida de libertades y de derechos que no sabemos aún si recuperaremos.., sigue habiendo tantísimas personas que no se han dado cuenta de nada y se tiran al abismo sin cuestionar nada simplemente porque «lo dice la tele». Es un modo lamentable de tirar a la basura y de despreciar los derechos y libertades que garantiza nuestra Constitución y de alabar y abrazar actitudes y decisiones políticas totalitarias que solo persiguen cortar nuestros derechos fundamentales.