La conocida vulgarmente como la gota fría, la DANA (Depresión Aislada -o Atmosférica- en Niveles Altos) ya es historia. Ha pasado y ha dejado una secuela de horror y desesperación como pocas veces hemos visto en la España actual. Por si fuera poco, llueve sobre mojado y, cuando en algunas regiones estaban acabando de arreglar los desperfectos causados hace pocos meses, la nueva gota ha acabado con sus propiedades y muy posiblemente con sus esperanzas. Cambio climático o jugarretas del clima sin más, son fuerzas que en absoluto controlamos y que nos devuelven a la cruda realidad de que somos bien poca cosa. La humanidad, especialmente la más desarrollada, si ha aprendido a combatir muchas adversidades naturales y en ello estamos: construir frente a posibles seísmos es un buen ejemplo. Ante este tipo de tormentas tan salvajes seguramente caben actuaciones que sin duda habrá que hacer y cuanto antes, dado que estamos ante unos fenómenos que van siendo habituales en nuestra piel de toro. No es de recibo que de las anteriores inundaciones a estas, no se haya hecho casi nada o nada. Si para algo sirve el Estado, no es para eliminar terremotos y tormentas, no son culpa de un gobierno, pero si para atender, como se ha hecho, a los miles de damnificados y, como no, para diseñar y construir aquellas infraestructuras que eviten muchos de los efectos de estos fenómenos descontrolados.
No entiendo nada. Además de hacernos pagar las bolsas de plástico, ¿se estudiarán y se implementarán soluciones técnicas para minimizar los efectos del agua desbocada? ¿Alguien me lo explica?