Juan Pablo Cardenal: ‘»La telaraña» es una red que ha tratado catalanizar por la fuerza a una sociedad que es plural’


Conversación tranquila de @jmfrancas con Juan Pablo Cardenal, periodista y escritor autor de ‘La Telaraña’  y especialista en la internacionalización de China.

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JMF: ¿Qué es ‘La telaraña’?

JPC: Es una red de entidades públicas y semipúblicas, o incluso privadas pero participadas o subvencionadas por la Generalitat, que incluye a muchos medios de comunicación catalanes, a los funcionarios, a la red de proveedores y a parte del submundo del asociacionismo y las ONG, que han tratado (y, en cierto modo, conseguido) catalanizar por la fuerza a una sociedad que es plural. Cuando en 2012 empezó el ‘procés’, la telaraña le dio todo su apoyo. Quién mueve los hilos de toda esa telaraña es la Generalitat.

JMF: ¿Me estás diciendo que no era un movimiento espontáneo guiado por un sentimiento sino un plan planificado y bien regado?

JPC: Era un plan perfectamente planificado y ejecutado meticulosamente, porque no podemos pensar que el ‘procés’ surgió de forma espontánea, sino que se gestó a lo largo de varias décadas a través del llamado Programa 2000 de Pujol. Ese plan tenía el propósito de catalanizar a la sociedad catalana según la perspectiva nacionalista, y para ello se financió durante todo ese tiempo a ese ingente submundo de entidades que, cuando llegó el momento, decidieron apoyar el ‘procés’. Todo eso lo financió también la media Cataluña que no comulga y que es tiranizada por la Cataluña nacionalista.

JMF: ¿Todos costearon las quimeras de algunos?

JPC: Eso es. No digo que en su origen el Programa 2000 tuviera el propósito de lograr inmediatamente la independencia, pero lo que era sobre todo es un proyecto de ingeniería social para dominar amplias áreas de la sociedad catalana. Cuando estalla el ‘procés’, la independencia coge vuelo y muchos se apuntan a ella. Quienes pagaron a toda esa telaraña que al final enfrentó a media Cataluña con la otra media y a Cataluña con el resto de España, fuimos todos. Media Cataluña pagó la deriva separatista de esas élites que impulsaron el ‘procés’.

JMF: Pero lo que tu llamas catalanizar era más que eso, era culpabilizar al resto de España de todo lo malo, hacer odiar a España…

JPC: Esa es la coartada. España hizo una transición modélica, somos una de las 19 democracias plenas y homologadas del mundo, somos un país próspero, uno de los más libres y tolerantes del mundo y un país dónde se vive muy bien. Sí, tenemos cosas que corregir y tenemos nuestros déficits, como todos los países del mundo. Pero en ese contexto, ¿cómo justificar que Cataluña se debe independizar? La única forma de hacerlo es presentando una España autoritaria, una España negra que es hija del franquismo. Por tanto, en toda la estrategia de la Generalitat y Diplocat para ganar adeptos a su causa en el extranjero, más que vender la independencia lo que hicieron fue presentar una España autoritaria, la leyenda negra antiespañola 2.0. Todo una farsa intelectual, pero una farsa que tanto en parte del extranjero como en parte de Cataluña se ha comprado con los ojos cerrados.

JMF: Y el Gobierno de España, ¿’a por uvas’?

JPC: Sí, por desgracia. Hay tres factores que explican por qué el ‘procés’ llegó tan lejos en el extranjero. El primero, la gran cantidad de recursos financieros y humanos que puso la Generalitat para promover la independencia en todos los ámbitos: político, mediático y académico. Segundo, la gran ignorancia de la audiencias internacionales sobre Cataluña y España. Era territorio virgen, porque «el món no ens mira», y gracias a ese desconocimiento existente todo ese relato mentiroso del independentismo caló. Pues bien en ese contexto, y aquí está el tercer factor, el gobierno de España tenía la obligación de neutralizar las mentiras, pero prefirió no hacerlo. Y al no hacerlo, todas esas mentiras que se metieron a martillazos en la opinión pública internacional gracias al dinero público, terminaron calando porque nadie las desmintió y porque muy pocos en el extranjero tienen un conocimiento profundo de que lo pasa en Cataluña.

JMF: Dices que el gobierno de España ‘prefirió no hacerlo’, ¿Desidia, inutilidad, pereza?

JPC: Un poco de todo. Creyeron que si salían a defenderse internacionalizarían el ‘procés’, que es lo que los independentistas querían. Un error de diagnóstico tremendo, porque no tuvieron en cuenta que los países que tenían que decidir qué postura tomaban en esta crisis, no dependía sólo de lo que el gobierno de España podía decirles, sino que tenía que tener en cuenta cuál era el sentir de la opinión pública en sus países. Esto lo entendió muy bien el independentismo y muy mal el gobierno español, razón por la que lo desatendió. En mi opinión, erraron el diagnóstico también en eso, como lo han errado casi siempre con respecto al llamado «problema catalán».

JMF: Del problema catalán, ¿cuál es tu diagnostico?

JPC: Me obligo a ser más optimista, pero ver la actuación del Estado respecto a ese tema no digo desde el ‘procés’, sino desde siempre, no anima a ser muy optimista. Han intentado tirar abajo el orden constitucional y romper España, han partido Cataluña en dos, están en abierta rebelión institucional, han convocado dos referéndums ilegales, han desobedecido a los jueces, siguen discriminando a la media Cataluña no nacionalista, incentivaron los disturbios de otoño en Barcelona… y, ¿qué hemos aprendido de todo esto? Nada. Ahí están los mismos que promovieron el golpe en la llamada mesa del diálogo. No está allí la Cataluña constitucionalista, sino la Cataluña del procés. Mientras los primeros sigan desamparados por el gobierno de España y a los segundos se les premie, no hay nada que hacer.

JMF: ¿Por qué siguen siendo los elegidos ellos?

JPC: Un poco porque las élites políticas madrileñas han aceptado el marco mental del nacionalismo catalán, el que considera que los catalanes son los catalanes nacionalistas. Es de una miopía tremenda, porque la defensa de España y de la Constitución en Cataluña depende de los catalanes constitucionalistas. Si éstos se desmovilizan o abandonan la pelea, adiós, Cataluña se independizará. Es inaudito que no lo vean.

JMF: No será que muchos, Sánchez entre otros, no lo quieren ver…

JPC: Sánchez no lo quiere ver igual que otros no lo quisieron ver en el pasado. Prevalecen sus intereses políticos cortoplacistas, esto es, gobernar, del mismo modo que en el pasado lo llamaban estabilidad. Una estabilidad que pagábamos los catalanes no nacionalistas, que sufríamos todas las discriminaciones nacionalistas que los gobiernos de España toleraban. En cualquier caso, puedo entender que hasta el 2012 quizá los nacionalistas nos engañaron, pese a que hubo siempre voces que denunciaban lo que estaba pasando. Pero, desde 2012, ¿qué más necesitan para que se den cuenta que el apaciguamiento simplemente no sirve?

JMF: ¿Qué sirve?

JPC: Lo que sirve es entender que hay al menos media Cataluña que se siente perfectamente española y, por tanto, es a éstos a los que hay que atender. Hacer visible España en Cataluña, tener medios públicos que contrarresten la propaganda separatista, permitir que los castellanohablantes puedan escolarizar a sus hijos en su lengua materna, deshacer las posiciones de privilegio nacionalistas y de discriminación de los no nacionalistas que se han consolidado a lo largo de los años. Hay que construir un relato nacional español en Cataluña, si no, no tenemos nada que defender.

JMF: Solo para abrir boca, ¿qué interés tiene la internacionalización de China?

JPC: Toda. Es la primera vez en la historia reciente que un país con el que no compartimos valores democráticos será la primera o la segunda potencia mundial. Tienen los habitantes, el dinero, la producción… y sin embargo son una dictadura y sabemos mucho menos de China que lo que China sabe de nosotros. Por tanto, es ahora que se está fraguando cómo vamos a lidiar con toda esa situación en el futuro.

JMF: Gracias Juan Pablo, cuando puedas hablamos de China, me suena a chino y mi y a muchos más. Un abrazo.

JPC: Gracias a ti, Josep María. China da para mucho también, un abrazo.


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