La multinacional española, Iberdrola, anunció ayer en Londres su plan estratégico para los próximos años donde minimiza sus inversiones en España, un casi apaga y vámonos. Sánchez Galán precisó que este hecho se debe a que invertirán en países cuya regulación sea “predecible y estable”, atizando directamente un capón a la política energética de los últimos gobiernos españoles y, en particular, dándole una sonada bofetada a los vaivenes regulatorios del ministro del ramo Soria.
La respuesta del Gobierno no se ha hecho esperar y acusa a Galán de “mentir” y de “hacer daño”, revolviéndose, desde Moncloa, contra semejante atrevimiento de un súbdito díscolo.
No entiendo nada. Tener la electricidad de las más caras, es condenar a nuestras empresas a competir en inferioridad; subir continuamente el coste a los usuarios privados en plena crisis, es impedir que levanten cabeza económica; invertir como país en energías de lujo, es condenarnos al déficit. ¿Con estos coordenadas negativas, no sería lógico que el Gobierno se planteara como prioridad una política energética que garantizara un coste razonable de la electricidad en vez de basarlo todo en frivolizar sobre el modelo de factura? ¿A qué esperan? ¿Alguien me lo explica?