Es difícil entender el nacionalismo catalán de nuestro tiempo sin que la figura de Jordi Pujol sea el centro de la exposición: el nacionalismo catalán moderno es Jordi Pujol. Toda su biografía política, resumida por él mismo, solo tiene una explicación: el amor a Catalunya. A este supuesto sacrificó todo y casi consiguió elevar a fenómeno religioso el nacionalismo; para ello creó un partido, un movimiento más bien, llamado a ser junto a él el ‘pal de paller’ –la piedra angular- de la nueva y próspera Catalunya. Pues bien: ‘corruptio optima, pessima’. El personaje, óptimo para el nacionalismo catalán, una vez autoinculpado de delitos se convierte en la peste y con él su Convergencia, su nacionalismo, su todo… Ha caído una estrella y el agujero negro que la engulle se tragará toda su obra.
No entiendo nada. ¿Tantos años hablando de servir, de hacer país, de moral social, eran una filfa? ¿Su gran entrega a Catalunya era solo amor a su moneda? ¿Estamos ante unos hechos acotados o es la punta de un iceberg de corrupción? ¿Podrá Convergencia sobrevivir? ¿Acaba Pujol con su autoinculpación de regalar el nacionalismo catalán a Esquerra? ¿Será Esquerra la que bajo la bandera de la moral, manda ‘Trillos’, castigará, condenará y ejecutará a Convergencia? Duran, ¿lo veía venir y por eso adelantó a tiempo su paso a un lado? ¿Alguien me lo explica?