Ayer vivimos el primer plante del mundo del taxi europeo frente a lo que se ha dado en llamar ‘compartir coche’. El mundo del taxi no lo olvidemos necesita una licencia que cuesta a precio de oro y evidentemente paga su IVA por viaje y sus impuestos por beneficios. El uso de coche compartido no solo ha estado bien visto por las autoridades sino que en Madrid y ahora en Barcelona hay vías para entrar en la ciudad, BUS-VAO, que te obliga a no ir solo bajo pena de multa. A partir de ahí y gracias a que la crisis ha obligado al ciudadano de a pie a espabilar y bajar costes, muchos han empezado a compartir coche con el sistema bien simple de una semana cada uno. Alguna red social se ha especializado en facilitar estos arreglos entre particulares, probablemente Bla Bla Car sea el mejor ejemplo. Cuestión distinta es hacer de eso un negocio para actuar de suministrador de falsos taxistas y no solo establecer tarifas entre particulares sino cobrar comisión por el negocio y esto es Uber, justo la aplicación informático sobre la que se han levantado los taxistas.
No entiendo nada. Si para hacer de taxista es obligatorio comprar a precio de oro una licencia, ¿Cómo puede uno hacer la misma función sin papel ninguno? Si bien no tiene ningún sentido que las autoridades se metan en si yo contigo parto mi bocadillo o si mi encantadora madre prefiere hacernos dos aunque sean pequeñitos, y la tuya, ya puestos, pone el embutido de su tierra, ¿es legal que yo ponga un negocio para vender tus bocadillos y no rinda cuentas a nadie de nada de ello? Compartir coche es una cosa, pero montar una empresa para hacer de taxi de bajo coste por no pagar ni un euro de impuestos, ¿no es más bien vestirse de negocio sumergido? ¿Alguien me lo explica?
Este es otro choque de la vieja economía frente a la nueva economía. Personajes que protestan frente a las oficinas de Google ya demuestran su «entendimiento» del medio, o sea, cero. Es como si el tendero de la esquina protestara a Telefónica porque alguien usa el teléfono para vender los jamones que él vende .
Quiero recordar, que si no pasas (recaudas) del salario mínimo profesional en un año, puedes vender tus servicios y luego declararlos en la declaración de la renta. Y, paralelamente, sacar la licencia de actividad no cuesta nada. Pero esto ya es para casos de servicio muy reiterativo y no esporádico.
Estos «caballeros» que destrozan coches de sus ¿compañeros? y que suelen dar rodeos a los foráneos para facturarles el doble (de ahí que ayuntamientos han tenido que fijar la tasa desde el aeropuerto para evitarlo), estos, lo que no quieren es que les quiten el «confort» del que cuentan como lobby y el negociete de la venta de las licencias de actividad.
No se dan cuenta que los clientes que usan este tipo de servicio NO quieren taxi, quieren otra forma de servicio. Es una nueva forma de sociedad P2P.
Y esto se viene haciendo desde mucho tiempo, en anuncios por palabras, el boca a boca, «haciendo dedo», entre compañeros de trabajo…
Europa lo tiene claro y apoya estas iniciativas. Pero como todo lobby de la vieja economía, protestarán y la armarán gorda. Este mismo ejemplo es el de las «viviendas turísticas», el lobby hotelero se pone nervioso porque «la gente se auto organiza» pasando de «viejas formulas caducas» http://albertofernandez.canaldenegocio.com/suspension-de-licencias-de-vivienda-de-uso-turistico-en-barcelona/ .
Estamos entrando en una nueva era en la que las «castas» ya no son aceptadas, por caducas, rígidas e inflexibles, nada ágiles, poco cercanas y en definitiva, apalancadas en el confort, es decir, en el miedo a evolucionar.
Como dijo Darwin, «las especies que sobreviven no son las más fuertes, si no las que saben adaptarse».
Hace unos dias que vi un espectáculo digo de los hermanos Marx; Dos gitanas cerca de un mercado, una con dos cabezas de ajos, otra con varios paños de cocina , que seguro que habia comprado en algún chino. De pronto una grita : aguaaaaaaaa. salen como almas que llevaran mil diablos, arremagadas las enaguas y los ajos a tomar viento, 4 polis municipales tras ellas se sujetaban el arma , la porra y la gorra que ya dos habian perdido en su frenesí. Los ciudadanos, unos, se partian de risa, otros, decían que es que habían matado a alguien » son gitanas a saber que habrán hecho»