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Empiezo a encontrar utilidad a eso de ser crítico con la política imperante y, sobre todo, con los políticos que, como castigo, nos ha tocado sufrir. Si hasta ahora simplemente era el compromiso intelectual de revolcarme de placer en la independencia, últimamente, no será por mí pero poco importa, mis denuncias son eficaces. Escribí hace nada de ‘dependencia judicial’ escandalizado por el cambalache jurídico en el CGPJ y se ha ido al traste, reclamé a favor de ‘JUSAPOL: equiparación ya’ y el parlamento, a pesar de la postura inicial, aceptó la ‘iniciativa legislativa popular’. Me asombré de la condena a los coches de toda la vida, ‘adiós coches’ y ya lo están matizando. Alerté sobre ‘el Brexit y Gibraltar’ y parece que Borrell se ha despertado de golpe y, por último, me indigné con la ‘cobardía’ que suponía retirar al ejército del Salón de la Enseñanza de Barcelona, ‘Ejército, autoridades cobardes’,y han rectificado.
No soy tan imbécil para pensar que mi voz se escucha pero si estoy contento por ver que coincido, a pesar de ser un verso suelto, con miles de ciudadanos que ven los mismo desmanes que yo y que la suma de tanta protesta empieza a causar estragos y consigue ‘desatinos interruptus’ en una clase gobernante que no tiene fondo.
No entiendo nada. Si protestar mueve políticos, ¿por qué no gritamos más ciudadanos y más alto? ¿Alguien me lo explica?