Me preguntan, como economista que soy, cuál es la política económica que yo recomendaría para España, un país que se está hundiendo en la pobreza de manera acelerada desde la gestión política de la crisis del Coronavirus. Y no es el único en esta situación. Me podrían preguntar lo mismo sobre la gran mayoría de países del mundo hoy día.
Pero yo soy austriaco, esto es, de la Escuela Austriaca de Economía, y para nosotros este tema es muy sencillo, tan sencillo que ningún político lo quiere aplicar. Pues, de aplicarse, ¿qué función le quedaría al político?, cómo justificaría su sueldo?, ¿su mera existencia? El político tiene que hacer políticas monetarias, políticas fiscales, políticas económicas, creer que está él a cargo del manejo del bienestar de la población, y así es como justifica su sueldo y su puesto. Hacer creer a la gente que él es necesario para el pueblo.
Casi nadie se da cuenta que quitarlo del sueldo y del puesto es la única política que necesita tu país. Eliminar todo control sobre la economía, toda burocracia y legislación. Quitar todo ordenamiento y regulación. Dejar a la gente libre, dejar a la gente en paz.
Una sociedad que se auto-ordena es una sociedad próspera en tiempos normales. Y cuando vienen tiempos duros que atacan la prosperidad, es una sociedad que sabe reaccionar más rápido y más eficientemente que aquella dirigida por el político. Es el individuo, es la familia, es la asociación, es la empresa, es la comunidad, la que se ajusta a las nuevas circunstancias y creativamente produce soluciones a la crisis económica, o a la crisis pandémica o sanitaria. Es la libre interacción entre las personas y entre las instituciones naturales la que produce las mejores respuestas, esas que no sabe producir el Estado desde su centralismo, desde sus alturas, desde su distanciamiento e ignorancia de la realidad real que vive el pueblo allá abajo.
¿Mi recomendación como economista austriaco? Liberen al pueblo de sus cadenas. Eliminen las políticas económicas desde el Estado. Que la política económica sea «la no existencia de política económica». Dejen a la gente auto-organizarse de forma creativa, natural y espontánea, y entonces tanto la crisis de salud cómo la crisis económica tendrán un mejor remedio para todos.
En 2011, y en la Sección Española de la Academia Europea de Ciencias y Artes de Salzburgo, publicamos el Libro Blanco sobre el Sistema Sanitario Español. Partimos para nuestro estudio de la previa aclaración de los fundamentales conceptos de sanidad y salud, así como de los aspectos institucionales que en España se relacionan con tan importante sector social, pues, en efecto, buena parte de la actual problemática en esta materia procede de la falta de claridad acerca de tales conceptos.
Cuando en Economía hablamos de bienes nos referimos al conjunto de actividades u objetos adecuados para la satisfacción de necesidades humanas –individuales y colectivas-, distinguiendo entre dos categorías polares: la de los bienes privados puros, que ofrecen como característica fundamental la “rivalidad” en su consumo (el bien que yo consumo y pago no lo consume otro); y la de los bienes públicos puros, respecto de los cuales no se da tal rivalidad, pues la cantidad que yo consumo de los mismos no disminuye la cantidad disponible para los demás. Cualquier bien apto para la alimentación humana es ejemplo de la primera clase de bienes; la defensa nacional es ejemplo de libro respecto de la segunda. Esto lleva a la dicotomía precios-impuestos como medios de financiación alternativos para la respectiva producción de ambas clases de bienes.
Pero entre las dos categorías mencionadas existe otra que ofrece características de ambas: la de los bienes llamados de mérito, que R.A. Musgrave relaciona con las denominadas necesidades preferentes. Se trata de bienes tales como la educación y la misma sanidad. Su producción genera, a un tiempo, beneficios individuales y divisibles, y beneficios sociales indivisibles. La administración de una vacuna antigripal a una persona beneficia a esta individualmente, porque la protege del riesgo de contraer la enfermedad, pero desde el momento en que esa persona se convierta en no transmisora de la enfermedad, beneficia de forma indivisible a las personas de su entorno, y éstas a las del suyo propio, y éstas… Una vacuna eficaz es, pues, instrumento idóneo para combatir la difusión de una epidemia. De ahí el interés personal y colectivo por una sanidad pública, sin perjuicio de otra privada. Ambas reman en la misma dirección. Lástima que no contemos todavía con la vacuna que pueda ser eficaz contra el covid-19.
El artículo 43 de la Constitución reconoce el derecho de los españoles a la protección de su salud, atribuyendo a los poderes públicos la organización y tutela de las medidas preventivas y de los servicios necesarios para ello. Pero ¿Qué es propiamente la salud? La OMS la define como el “[…] estado de bienestar físico, mental y social, y no meramente la ausencia de dolencia o enfermedad”, entendiendo por enfermedad: “[…] el proceso de deterioro de la salud, temporal o permanente, que puede llegar a conducir a la muerte”. Queda así abierto un amplísimo campo a la medicina para combatir la enfermedad y conservar la salud de los ciudadanos, de muy costosa cobertura. Máxime si se han de cumplir los imperativos constitucionales de igualdad y universalidad. Las medicinas preventiva, curativa, paliativa, genómica, regenerativa, del deseo, etc., entre las que hoy cabe distinguir, ¿pueden ser todas asumidas por un sistema público de salud? Mas esta es otra cuestión.
Una última precisión. La teoría de los bienes públicos distingue también entre aquellos que proyectan sus beneficios sobre la totalidad del espacio nacional y aquellos otros que lo hacen sólo sobre una parte del mismo. Distingue así entre bienes públicos nacionales y locales. El alumbrado de un municipio es un bien local; la sanidad -lo estamos viendo- es un bien nacional. Tener claros estos conceptos es condición necesaria para el adecuado deslinde de competencias públicas en el ámbito espacial.
La Sanidad española ha merecido siempre una alta calificación. La veterana revista médica británica “Lancet”, en un estudio realizado en 2017 sobre la “calidad y accesibilidad” sanitaria en 195 países, la situó en el octavo lugar del ranking, con 90 puntos, los mismos que Suecia, Austria, Noruega y Finlandia. Sin embargo, su evidente incapacidad para afrontar la actual pandemia, no es sólo consecuencia de la imprevisibilidad y vertiginosa propagación de la misma, sino de su actual estructura organizativa, producto de su descentralización a favor de las diecisiete comunidades autónomas que disfrutamos y contraria a la propia naturaleza de la sanidad como bien de mérito nacional. En un Estado unitario, la desconcentración de sus funciones supone su transferencia interorgánica en sentido descendente, pero dentro de la misma persona jurídica del Estado, que conserva su poder de decisión y coordinación, al contrario que la descentralización, consistente en una transferencia competencial intersubjetiva y, por tanto, entre personas jurídicas diferentes. Quienes hemos trabajado en las administraciones educativa o sanitaria antes del experimento del sistema (¿?) autonómico, sabemos de la eficiencia de las tradicionales delegaciones provinciales que, con diversa denominación, funcionaron en España desde 1833, y aún antes. Claro que un sistema centralizado eficiente presupone, en todo caso, un gobierno central cualificado y capaz. Algo con lo que, por desgracia, no contamos hoy.
Son numerosas las distorsiones de nuestro fragmentario y aparatoso sistema sanitario. Según cada comunidad autónoma, la cartera de servicios puede diferir, lo que reviste especial gravedad en relación con los tratamientos costosos y suele llevar a los pacientes a empadronarse en comunidades distintas a la de su residencia habitual. Los efectos frontera están a la orden del día. No hace mucho, desde Aragón Oriental, se pedía al Gobierno del Estado que su población pudiera ser atendida en Lérida, pues por desavenencias políticas en la Franja eran necesarias “seis horas de coche para recibir tratamientos radiológicos”. Número de camas hospitalarias, aparatos de tomografía axial computerizada o resonancia magnética, dotación de personal sanitario por 100.000 habitantes, y ¡hasta calendarios de vacunación! difieren de unas comunidades a otras. El caso del Condado de Treviño, adscrito administrativamente a la Provincia de Burgos a pesar de su inserción geográfica en la provincia de Álava, es conocido: en 2012, falleció una pequeña de tres años por la negativa del Servicio Vasco de Salud a atenderla de urgencia domiciliaria, a pesar de su mayor proximidad al domicilio respecto del Servicio de Castilla-León.
En cuanto a las ventajas de la recentralización de la Sanidad, las mismas son contundentes: mejora de la eficiencia y un más fiel cumplimiento de los principios de igualdad y universalidad. No en vano la Organización Médica Colegial puso de manifiesto, en 2011, que el 70% de los españoles deseaba que las competencias en materia sanitaria volvieran al Estado, por exigirlo así la equidad, la mejora de su gestión y la reducción de su elevado coste. Es de señalar a este respecto el modélico funcionamiento de la Organización Nacional de Trasplantes, precisamente por eso, por su carácter y organización nacionales. El Reginals Authority Index elaborado por la Universidad de Oxford señala que, después de la República Federal de Alemania, España es el segundo país del mundo con más autoridad política transferida a sus gobiernos regionales. La pandemia que nos atenaza, unida a la culposa falta de previsión, la impericia y las manipulaciones políticas de un Gobierno a la deriva, han concluido por romper las costuras de nuestro sistema sanitario. De manera que, paradógicamente, cada comunidad autónoma se ha visto obligada a adoptar, en la medida de lo posible, sus propias estrategias, con el fin de soslayar la probada ineficacia de la Administración del Estado en relación con una materia que, aunque a ellas indebidamente transferida, había pretendido dirigir excepcionalmente el Gobierno. En suma, un auténtico pandemónium.
A la vista de cuanto antecede, cobra actualidad aquella rotunda afirmación de don Antonio Cánovas del Castillo: “la centralización es la civilización”. Ello sin perjuicio, naturalmente, de una adecuada desconcentración administrativa. Y también: siempre que el Gobierno de la Nación sea el idóneo para desempeñar un cometido literalmente vital.
La situación generada por la pandemia del COVID 19 ha evidenciado todas las carencias y miserias del sistema de seguridad español. Tanto el público como el privado. Este último, literalmente, abandonado a su suerte en materia laboral, jurídica y legislativa. Las policías no han sido los únicos damnificados de la deficiente gestión política, los funcionarios de Prisiones, los militares, vigilancia aduanera, etcétera también lo han padecido. La infamia de catalogar a las policías como personal de bajo riesgo, aparte de un absurdo operativo, ha escenificado el grado de respeto político a los diferentes cuerpos policiales. No es de recibo que el sistema policial está obsoleto y que los principios de mérito y capacidad han sido progresivamente destruidos por la clase política pero las declaraciones, acciones y omisiones de algunas cúpulas policiales ha sido lamentables. Las cúpulas policiales están diseñadas en formato piramidal, de forma que sean fácilmente controlables colocando al mando policial adecuado para ellos o en su defecto generando cargos políticos superiores que limiten el margen de acción. Es un modelo policial basado en la defensa de los políticos y sus decisiones más que del marco normativo. los disidentes son represaliados con los omnipresentes expedientes administrativos disciplinarios sobre cuyo sesgo ideológico hay números ejemplos. Con estas premisas y la evidente incompetencia política saltan las dudas evidentes sobre si podría haberse evitado que hayan fallecido profesionales y muchos otros hayan sido contagiados o sometidos a cuarentena. Pero como suele pasar, las cúpulas policiales adictas al apesebramiento han callado sobre las faltas de material, etcétera y nos ha vuelto a salvar la profesionalidad de agentes y mandos que han arriesgado su salud para mantener el orden público. Cuando la pandemia cese y podamos ofrendar el legítimo homenaje a todos los compatriotas fallecidos habría que analizar profundamente el sistema. Es inaceptable que la estructura estatal, autonómica y local se mantenga en pie gracias a los diferentes cuerpos policiales, de prisiones, seguridad privada, militares, etcétera sumándole su notable aceptación popular y luego sean sistemáticamente maltratados a nivel laboral, económico, mediático, jurídico por culpa de las clases políticas dirigentes. Es necesario modificar el sistema hacia un modelo de gestión eficaz porque pueden existir otras pandemias que con el modelo actual nos volverían a coger en fuera de juego. Se necesita invertir más en presupuesto de Defensa, se necesita unificar criterios técnicos y operativos, se necesita una coordinación mínima de las policías locales sin olvidar a los vigilantes municipales (continuamente maltratados profesionalmente cuando asumen competencias superiores a diario), potenciar a nivel nacional a los reservistas militares, equiparar sueldos policiales de una santa vez, hacer caso a los servicios de inteligencia que están para prevenir lo que se avecina, potenciar las disminuidas plantillas de prisiones, dotar de seguridad jurídica a la seguridad privada. En resumen, modificar el sistema piramidal actual, que permite un poder político omnímodo al colocar en las cúspides a los perfiles adecuados, por uno más lineal que evite las cacicadas y obligue a coordinaciones que no dejarán margen a decisiones no operativas.
JMF: ¿Qué nos espera después de la crisis sanitaria por el dichoso virus?
AR: No lo sabemos. Ahora parece que no estamos en un intermedio sino de camino a un mundo distinto con más control y menos libertad individual.
JMF: ¿Es legítimo eso?
AR: No lo es porque cambia radicalmente nuestro contrato social pero hay un miedo en la sociedad que la empuja a resignarse ante quien lo proponen en nombre de la seguridad.
JMF: Eso acaba muy mal, acaba en dictadura, totalitarismo…
AR: No sabemos si será así. Pero como dijo el clásico el poder se extiende hasta donde encuentra un freno. Esta deriva posible ha de frenarse.
JMF: ¿Cómo se frena?
AR: En primer lugar defendiendo las instituciones. Lo que haya de hacerse tiene que estar sujeto al control democrático. En segundo lugar en la opinión pública. Hay que refutar la idea de que los sistemas autoritarios proporcionan seguridad porque es falsa. Es todo lo contrario, proporcionan inseguridad, despotismo. Además hay que explicar que lo público es resultado de la concertación y no del gobierno vertical del Estado.
JMF: El Parlamento funciona a medio gas y ha estado paralizado, ¿mal presagio no?
AR: Justamente. Hemos visto cómo hay políticos que se han olvidado de las instituciones democráticas a la primera de cambio y que han pensado que son una formalidad molesta. Esta percepción era anterior a la pandemia y ha dado lugar a episodios lamentables los últimos años pero la diferencia es que ahora alcanza al gobierno de la nación.
JMF: Desde el poder se cambia fácilmente un régimen…
AR: No es tan fácil. Hace falta que la gente se corrompa antes y eso creo que no ha ocurrido.
JMF: O que tenga miedo y prime la seguridad… Desde el gobierno se insta a un clima de lo más navideño: compañerismo total, amor, aplausos y tal…
AR: El miedo es importante en un intento de cambio de régimen pero ese miedo es el del terrorismo. Por razones, varias nadie piensa que el gobierno ofrece seguridad frente a la pandemia y la crisis económica. Por tanto, no hay una oferta de seguridad distinta sobre la mesa, hay eso sí un discurso estatista que busca mayor control social.
JMF: Y que muchos aplauden con las orejas: más sanidad pública, más Estado, más control de la producción… Eso lo dice mucha gente sin pensar que ya está probado y trajo hambre y campos de concentración…
AR: Es verdad que hay mucha propaganda en ese sentido pero yo tengo la sensación de que cuando las cosas estén más tranquilas se verá que muchas empresas e individuos reaccionaron con rapidez y eficacia; en cambio, el intento centralizado de gestión de la crisis ha sido ineficaz y costoso.
JMF: Ángel, cuando un General de la Guardia Civil, el que más manda, habla abiertamente de controlar las críticas al Gobierno… miedo me da, ¿a ti no?
AR: Desde luego, da mucho miedo. También me lo dio otro general, creo que del aire, que dijo que estábamos en una guerra y que la primera virtud del soldado es la obediencia. No estamos en una guerra y los que critican al gobierno no son el enemigo. Y tampoco somos los soldados del gobierno ni nos toca obedecer y callar. Estamos en una democracia que enfrenta una pandemia y una crisis económica.
JMF: Democracia herida, cuanto menos…
AR: Desde luego una situación de tensión democrática que debe servir como revulsivo para que lejos de acabar en crisis, la fortalezca.
JMF: Podemos y la democracia son poco compatibles pero, ¿por qué el PSOE de Sánchez está tan con Podemos?
AR: Podemos es enemigo de la democracia y nunca lo ha ocultado. España es uno de los Países más democráticos del mundo, el 16 en el último ranking de The Economist, pero ellos llaman democracia a la dictadura de Maduro. Por ahí no hay nada que hacer. Lo del PSOE es una pena porque han abusado tanto de denigrar moralmente a la oposición democrática, que se han privado de la posibilidad de concertar nada con ellos. En la medianía de su dirigencia solo hay pasión negativa para la derecha. Eso explica que vayan juntos: les une el odio. Una pésima pasión política.
JMF: El odio, ¿no define la separación en España de mucha derecha e izquierda?
AR: En efecto, en España hay demasiado odio en los políticos y no sólo en el espacio de la izquierda y la derecha sino en el territorial. Odios cruzados
JMF: ¿Cómo explicas esto?
AR: La sociedad española es una sociedad muy pacífica con un nivel bajo de violencia, en contra de lo que muchos creen. Pero el nivel de instrucción es bajo y se grita mucho. Nuestra clase política es así y de ahí el odio.
JMF: ¿Qué pinta el Rey en lo que nos viene?
AR: El Rey representa la unidad y permanencia de la nación. Frente al trauma de la pandemia ha de jugar un papel fundamental en el luto y de conciliación en lo político.
JMF: ¿Le ves futuro o hay monarquía para pocos días?
AR: Espero que haya monarquía mucho tiempo. ¿Tenemos una alternativa mejor? Es más, ¿hay una alternativa? Valoremos lo que tenemos. Somos uno de los Países más democráticos del mundo y para ser más democráticos no necesitamos desprendernos de la monarquía. Si lo hacemos, probablemente seremos menos democráticos como nos enseña la historia.
JMF: Gracias Ángel, ojalá tengas razón y haya monarquía para mucho tiempo. Un abrazo.
Las circunstancias habían dejado en una situación de tremenda debilidad al gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias por primera vez desde que inició la legislatura. Sus socios preferentes de Esquerra Republicana les habían dejado solos porque tenía muy difícil justificar para su discurso en Cataluña un estado de alarma prolongado e incondicional, la espantada republicana estaba escrita. Muchos nervios en la Moncloa, la primera derrota del Gobierno abría la puerta a una debilidad extrema, sobre todo teniendo en cuenta el juego del gato y el ratón que ERC y JxCAT se llevan en Cataluña por la hegemonía.
Había una esperanza para hacer caer al Gobierno Sánchez-Iglesias, ese que ha sido capaz de destruir la sociedad y la economía española en tan solo 5 meses, miles de muertos por incompetencia nos observan.
Pero cuando la situación de Pedro Sánchez era desesperada, inopinadamente, apareció Inés Arrimadas y ciudadanos al rescate para salvarle el trasero. Gratuitamente y sin razón alguna, Inés Arrimadas no ha expuesto ni un solo argumento de peso que justifique haber salvado a este gobierno excepto la supuesta utilidad para los españoles de su partido, como si tener a Sánchez e Iglesias en el gobierno fuera solución alguna, no cuela. Los motivos de Arrimadas solo pueden ser los suyos propios, tras el fracaso por disputar el centro derecha al Partido Popular y su descalabro electoral buscan reubicarse, una maniobra a la que C’s ya nos tiene acostumbrados desde que se fundó como partido. Un nuevo volantazo, esta vez a la izquierda, con el único objeto de disputarle el voto de centro izquierda al PSOE y de darse una imagen de partido moderado que tanto da o tanto quita a unos y otros. Pero se han vuelto a equivocar igual que se equivocó Albert Rivera en Cataluña o cuando no quiso formar gobierno con el PSOE. Si un PSOE con C’s no era posible ¿qué lo hace que lo sea, además con Podemos? dudo que ningún español votase a C’s para hacer de tabla de salvación de un Gobierno echado al monte que tan pronto maniobra para controlar las redes sociales, amenaza e insulta a la oposición, riega con dinero público a las televisiones o utiliza a la policía para espiar a los disidentes. Gracias Inés por salvarnos de nada.
Que el PSOE lleva marcado a fuego en su historia una tendencia golpista, no creo que le quepa duda a nadie. Si a alguien le sorprende, le invito a que haga un repaso de los distintos golpes de estado que sufrió la II República.
No les gustan las discrepancias y son firmes defensores del pensamiento único, no lo pueden evitar. Tienen un discurso y quien se salga de él o discrepe lo más mínimo, es tachado de fascista y atacado de manera furibunda por las hordas ideológicas afines al régimen.
El despropósito de gestión que está protagonizando el Gobierno en relación al coronavirus, aún puede ser más grave y ya están preparando el terreno y a su ejército de hooligans, para perpetrar una verdadera infamia de proporciones épicas.
Han asumido su incompetencia y su nula capacidad de gestión tanto en el ámbito económico como el sanitario y han pasado a la batalla por el relato sin importarles ni el número de fallecidos por el covid-19, ni el desastre económico al que nos están conduciendo.
Solo les importa el mensaje de fácil digestión para sus simpatizantes e invertir la responsabilidad de todo el desastre para, como suelen hacer, culpabilizar a la oposición y buscar de forma mezquina un rendimiento político, en este caso más vomitivo que nunca.
El estado de alarma les gusta, se encuentran bien con las libertades individuales cercenadas y en lugar de atajar la pandemia de raíz, haciendo tests masivos, prefieren alargar este “tercer grado” domiciliario de manera indefinida, forzando a que a la oposición no le quede más remedio que votar contra una nueva prórroga a este estado de alarma.
Una vez consigan eso, aprovecharán cualquier repunte en el número de contagios para decir que la culpa de que haya fallecidos, es por la irresponsabilidad de los partidos de la oposición, corriendo un tupido velo sobre los miles de muertos hasta ahora, que ni siquiera han servido para colocarle una corbata negra a Pedro Sánchez en señal de respeto.
La jugada suena a música celestial en los oídos del vicepresidente en la sombra Iván Redondo. Si las cifras mejoran, será gracias a la gestión del filósofo Illa y si la cosa empeora, la culpa será del Partido Popular, de VOX o de quien les interese en ese momento y utilizarán su brazo periodístico para buscar un eslogan sonoro como aquel “no a la guerra” o el “¡asesinos, asesinos!” para que en las mentes más débiles y poco formadas, quede el mensaje de que prácticamente la culpa de todo lo que haya pasado por el coronavirus, haya sido gracias a la oposición.
Es nauseabundo dónde llega la desfachatez de ciertas personas y gobiernos a la hora de salvar su culo y su “asiento”, pero sinceramente, el PSOE siempre se lleva la palma.
BU: Mi forma de verla ha ido evolucionando desde el escepticismo- optimismo- inconsciencia inicial, asimilando la situación a la pandemia de gripe A de 2009-10, pasando por otra fase de auténtico miedo a principios de marzo, atravesando un momento más dulce en el confinamiento inicial y ahora mismo con preocupación importante.
JMF: ¿Por qué preocupación ahora?
BU: Porque veo una especie de relajación general. La desescalada es tan complicada que me temo que se optará por saltarse lo que se pueda. Veo difícil que se pueda hacer cumplir bien. Pienso que menos normas y más precisas facilitan el cumplimiento. Me preocupa el poco hincapié que se hace en medidas como las mascarillas. ¿Por qué no obligar a usarlas? Se nos ha obligado a encerrarnos. Estoy segura de que es una medida acertada. Pero debería combinarse ahora con obligación de usar mascarilla, al menos en espacios cerrados. Solo se ha recomendado, y se corresponde con lo que se ve: mucha gente sin ellas, y también falta de formación en su utilización.
JMF: Yo pienso que era mas importante la mascarilla que el encerrarnos en un piso…
BU: Pueden ser complementarias.
JMF: El ciudadano se ha cerrado y ahora se descierra y el Gobierno, ¿qué ha hecho?
BU: Ir por detrás de los acontecimientos. Entiendo que es una situación muy difícil. Pero hay medidas que se debieron tomar de inmediato, que comentábamos entre médicos en nuestros grupos de WA. Si nosotros las sabíamos, el Gobierno también debía conocerlas. O no escuchó a sus asesores, o estos no hablaron, o se tomaron otras cosas que desconozco en consideración. Hay una cosa importante: la pobreza mata. No solo el virus. Tomar medidas tarde hizo que tuvieran que ser extremas. Soy optimista y confío en que salgamos bien de esta. Pero tendremos que apoyar todos. Por ejemplo en el turismo. Somos un país turístico y eso ahora está arrasado. Cuando se pueda, deberíamos hacer turismo en el país. Apoyarlo. Ya iremos más lejos más adelante.
JMF: Me hablas de la crisis económica, ¿pero hemos acabado la médica? ¿Quién sabe cuántos infectados hay en España? No sabemos ni el número de muertos…
BU: La médica no está acabada en absoluto. Algo tremendo es la cantidad de personal sanitario infectado. Creo que somos el país con mayor porcentaje ahora mismo y sociosanitario. Eso habla de falta de medios de prevención, algo terrible. Es como ir a construir un edificio sin cascos, sin arneses ni líneas de vida. Demencial. Eso es lo que ha ocurrido y me temo que sigue pasando aún.
JMF: Y, ¿de quién es la responsabilidad de que pasará eso?
BU: De quién toma las decisiones. Asesores, expertos, gestores tiene que haber y los hay, en el gobierno. ¿Por qué no se decidió suspender las manifestaciones del 8M? Tuvo que ser una recomendación que llegara a oídos del ministro, del presidente, no soy experta en organización gubernamental. Pero sin duda esa idea existía. Esa indicación experta se haría, porque lo comentábamos en nuestras conversaciones informales. Los que no somos asesores del gobierno. Sin duda quienes sí lo son lo comentaban también.
JMF: Entonces, ¿cómo entiendes que hayan actuado tan horriblemente?
BU: Sinceramente, no lo entiendo. Y pienso que hay cosas que deben tener su correspondiente repercusión Todos cometemos errores. Pero según nuestra posición tienen su repercusión y eso debe tener consecuencias. Quien dijo que los niños debían salir para ir a farmacias y supermercados debería abandonar su posición de poder. Inmediatamente. Por lo que sea se rectificó, pero podía haber seguido adelante. No podemos estar en esas manos. Volviendo al símil de la construcción, ¿quién es el responsable de que los obreros no tengan cascos? El empresario. Se dijo que era porque no había. Pero sirven hasta las caseras de tela! En USA, el General Surgeon (algo así) que debe ser como el ministro, sale en un vídeo, perfectamente uniformado, enseñando cómo hacerse una con una camiseta vieja. Me parece fantástico, y sobre todo, muy práctico y tranquilizador. Nos veo tan alejados de eso. Aquí lo que hemos tenido ha sido un sinfín de instrucciones y procedimientos complicadísimos de seguir. Entiendo que es la forma de hacerlo, vía órdenes pero no iría mal algo más práctico, rápido y eficaz como enseñar a hacer mascarillas y preconizar activamente, si no obligar que pienso sería lo mejor, su uso.
JMF: Sigo sin entender porque no se obliga a salir llevando mascarillas…
BU: Ni yo. Se ha obligado a confinarse. Qué problema hay en obligar a salir con mascarilla.
JMF: Y, ¿por qué no se nos hacen test antes de soltarnos a la calle como si esto ya estuviera superado?
BU: Habría que saber para qué queremos los tests. Ya sé que exigirlos está generalizado pero cuidado. Sirven para detectar al infeccioso y aislarlo. En este momento de transmisión comunitaria sostenida no tienen tanta utilidad. Si volvemos a una fase prepandemia, sí. Para eso: aislar al contagioso. Cuidado con atribuirles posibilidades que no tienen. Y la interpretación de sus resultados no es sencilla. Si hay que pedir algo ahora, mascarillas…
JMF: En Madrid los sanitarios tampoco pasan test, ¿ves correcto esto?
BU: No. Para una reincorporación laboral segura son importantes. Esa sí es una utilidad. En medios sanitarios y sociosanitarios es importante conocer el estado inmunitario y la potencial contagiosidad de los trabajadores. Los demás, con o sin tests, a comportarse como si todos contagiáramos. ¿Qué hay que hacer en ese caso? Distancia física y para cuando haya riesgo de romperla (algunos puestos de trabajo, sitios cerrados, tiendas, transportes), mascarilla. Higiene siempre.
JMF: ¿Te esperabas lo que ha ocurrido cuando empezó?
BU: Cuando vi en la tele un besapiés en una preciosa iglesia de Sevilla tras conocerse los primeros casos de Andalucía, y conocer que había habido varios casos entre los asistentes a un funeral gitano en Vitoria, supe que estábamos perdidos. Por cultura, idiosincrasia… Con esto no quiero disculpar la falta de medidas de protección o la falta de premura en toma de decisiones.
JMF: Mil gracias Blanca, y mucho ánimo que esto no está hecho todavía.
No entiendo tanta alharaca con lo de la tal operación Gedeón; comprendan por favor, una de las principales características del avance del socialismo en el mundo es la propagación masiva de falsas informaciones dada su mitomanía crónica insertada en su ADN, de allí la aplicación permanente de los principios básicos de Joseph Goebbels. Observó cómo estos grupos de avances disertan sus estrategias y tácticas a través de redes como de una publicidad de próxima celebración se tratará, y si tienen éxito lo publicitan a todo el mundo sin seguir los principios básicos de la guerra. Veo esto como un mar en plena tempestad lleno de incongruencias, y de pesca en río revuelto más por el régimen, quien a pesar de sus torpezas y desaciertos siempre sale airoso y se mantiene ejerciendo el poder. Si de verdad quieren tener éxito deben hacerlo en secreto solo con los involucrados después de haber pasado por un proceso de investigación arduo para evitar infiltrados, valiéndose de los medios y recabando la información que necesitan para poder tener una clara inteligencia donde se aprecie el clima, el terreno, la defensa enemiga, el armamento y equipo, la rotación de su personal, las zonas vulnerables,
que presentan, para ir escalonadamente ganando territorio, población, y educando sobre la necesidad de exterminar al régimen para poder acceder a las victorias sucesivas y darle de verdad la libertad a la nación que ha sido tan esquiva en más de 200 años de vida republicana, así que siendo minoría puedan con ataques sorpresas alcanzar el éxito. Estos grupos tienen que desvincularse de periodistas y políticos socialistas, y casi todos lo son, porque cualquiera los va a delatar. No me imagino a los estrategas de la operación de desembarco de Normandía haciendo alharaca antes del día “D”
No hemos podido entender cómo, estando el 90% de los ciudadanos confinados, se han venido produciendo infecciones tras los primeros 42 días de confinamiento (del 14.03 al 24.04); o lo que es igual: 3 tandas de 14 días. Con lo que, desde el 25.04 no deberían producirse infecciones. Se podría deducir, entonces, que los miles de ciudadanos que se han infectado pertenecen al colectivo del 10%. Y este lo componen sanitarios, soldados y policías, en su gran mayoría. Y lo que no se ha dicho, en las cientos de horas de radio y televisión dedicadas a la pandemia, es si se les ha hecho a los infectados un seguimiento para conocer quién, cuándo y cómo fueron contagiados. Resulta sarcástico que quienes tenían como misión salvaguardar la salud de los ciudadanos los hayan infectado. ¿Se les protegió a aquellos suficientemente para que no infectaran?
El otro gran dilema son los estragos económicos que dejará la pandemia; la inmensa mayoría de los ciudadanos ven con horror que la UE nos rescate cuando, en realidad, sería una bendición. O caeríamos sabe Dios en que abismo político-económico.
España no es la pequeña Grecia y la UE no tiene capacidad para rescatarla. Amén de que Italia tiene una enorme deuda, mayor que la española; Francia va por mal camino; Inglaterra ya tiene lo suyo. Y también nos parece insólito que tampoco los medios, ni los corresponsales en Bruselas, informen de este asunto, que promete en un escenario horroroso. Como apuntan algunos economistas, es volver al año 1939 tras la Guerra Civil.
Con una deuda, pronto en 1.3 billones, una merma del 25% del PIB y un aumento, enorme, de los gastos sociales: ERTES, paro, salario de subsistencia más las pensiones y el gasto corriente, con su viejo y alegre despilfarro, el asunto es para ponerse a temblar.
Lo decía Francisco de Quevedo: “El peligro no ha de verse cuando ha llegado, sino que ha de olerse antes de que llegue”.
JMF: La crisis sanitaria del coronavirus lleva a una crisis económica y esta, ¿nos llevará a una crisis moral?
JLGQ: Nunca he creído en la aplicación de los términos de la economía, y crisis aunque de origen médico es un término económico, a lo moral, La moral es algo de la conciencia individual y no es susceptible de juicios macroscópicos, eso es fariseísmo. Sí me parece que la covid hará que muchas personas, o algunas, vean cosas que antes se negaban a ver, y eso, creo, cambiará. o eso espero, algo en las capas más hondas de la sensibilidad colectiva, pero habrá que verlo.
JMF: Por moral me refería, probablemente con poca finura conceptual, a una crisis de valores, ¿la habrá?
JLGQ: Hasta la fecha lo que vemos es que se interpreta la crisis con la perspectiva que previamente se tiene sobre el mundo, las políticas y los valores, pero creo que el resultado final, cuando sea, cambiará algo las cosas, pero muy lentamente. La tendencia de las creencias a permanecer es muy alta, siempre lo ha sido y no es fácil que eso cambie. Los colectivistas pedirán más sin caer en la cuenta del enorme fallo de los aparatos públicos, que en el caso de España es brutal, pero imagino que a muchas personas menos ciegas la crisis les hará repensar sobre esto y caerán en la cuenta de que no se trata solo de discutir si más o menos Estado, sino de ver de qué maneras se consigue un Estado más eficaz, y hay ejemplos por todas partes. Yo espero que en España sepamos ver que deberíamos acercarnos más a un modelo eficaz, y más barato a la larga, como el alemán, que seguir creciendo el volumen de los aparatos públicos sin medir nunca en serio ni su necesidad, ni su rentabilidad, ni su eficacia.
JMF: En tu vídeo del Club Tocqueville hablas textualmente de “mezcla inteligente de previsión y buen gobierno” y la echas en falta en el caso de España frente a esta crisis. ¿Fallo la inteligencia, la previsión o el buen gobierno?
JLGQ: Así es, creo que más que ver el fallo en el Gobierno, que ha sido sorprendido como el que más, y ha reaccionado luego de manera desaforada queriendo hacer ver que es el más cuidadoso y exigente con los bienes públicos, hay que verlo en los sistemas administrativos de tipo sanitario que no supieron dar la voz de alarma a tiempo. Solo en la Comunidad de Madrid hay cerca de 650 personas, no todos técnicos, desde luego, empleadas en prevención de epidemias y salud pública. Pues bien, se ve que no se leen los papers científicos que ya se habían publicado sobre el virus, no ya los de China, ni siquiera los de Italia o las previsiones sobre una epidemia X que venían haciendo desde un grupo de especialistas de la OMS (no la linea oficial, un grupo científico). Esto es lo grave que ante una amenaza muy probable no se hubiesen tomado medidas como proteger a los sanitarios, advertir a la población, ocuparse del suministro futuro de mascarillas, en fin lo que haría cualquier persona prudente y responsable, además de advertir seriamente a la población, asustarnos un poco, prohibiendo el fútbol y cosas así. No se hizo nada ni el gobierno nacional ni en parte alguna, y eso indica un fracaso profundo de los sistemas que, en teoría, se dedican a prevenir este tipo de cosas. Luego ha venido el desmadre, de nuevo más administrativo que otra cosa, unido al comportamiento chulesco del gobierno diciendo “dejadme solo” cuando cualquiera podría ver que no se tienen los medios de control necesarios para enfrentar una crisis tan brutal como esta (no hay timón, eso es gobernar, llevar el timón) y todo se ha recubierto de propaganda y consignas políticas para disimular el desastre. Luego el confinamiento ha sido excesivo y ridículamente interventor, es de coña casi todo lo que han montado mientras no han sabido organizar los tests para hacer un estudio epidemiológico serio, que todavía no ha empezado (véase https://ourworldindata.org/covid-testing#spain) y mienten más que hablan. El Gobierno pide ayuda política cuando ve que se ahoga, pero no ha sabido pedirla al principio, cuando hubiera sido más eficaz, y más necesario, y menos discutible. El error de Aznar en el 11M multiplicado por varios órdenes de magnitud.
JMF: ¿Con estos mimbres, el gobierno, se puede hacer el cesto de la recuperación?
JLGQ: Predecir es siempre complicado, y más el futuro, cómo decía Bohr con ironía, pero creo que se puede establecer una alternativa, o vamos hacia Europa o hacia Argentina (por no decir Venezuela, la pobre). No hay dinero para pagar lo que va a ser necesario pagar, de forma que habrá que pedirlo y, en parte, nos lo prestará Europa, pero con condiciones, es decir que habrá que devolverlo y gastarlos conforme a directrices finalistas, sin ERES a la andaluza y corruptelas varias. No creo que este Gobierno pueda asumir ese plan, puede llevarnos a Argentina, pero el coste sería tan alto que no creo que ni siquiera se le pase por la cabeza al más loco. Habrá crisis política, los muertos han sido demasiados y los costes no los puede afrontar un gobierno tan frágil y estrambótico. La ministra de Hacienda y portavoz del gobierno dijo, literalmente, que lo que España necesita de Europa son “transferencias y no créditos, porque eso es mas deuda y no queremos aumentar el endeudamiento”. Con lumbreras como esa no hay salida, nadie puede creer que nos vayan a dar un dinero que no les sobra sin pedir nada a cambio, y ese cambio será durísimo de gestionar, habrá bajadas de sueldos a funcionarios y tajos a las pensiones, habrá recortes de verdad y el coste para los que creen que el destino de las deudas es no pagarlas será infinito.
JMF: En tu vídeo también hablas de tomar decisiones escudándose en unos expertos en una ciencia que que de hecho no existe… ¿Se basan, se escudan o se excusan?
JLGQ: Aquí se han escudado, pero es porque previamente los escuderos no habían hecho bien el trabajo. Muchos de los que se consideraban virólogos prestigiosos han hecho previsiones de una enorme frivolidad, y los epidemiólogos que deberían seguir al minuto las investigaciones y tendencias no parecen haberse enterado de nada. Ese es el origen del disparate padecido, y muchos de ellos siguen al frente del sistema de asesoría, cuando algunos debieran haberse suicidado, ya se entiende que simbólicamente, pero se reciclan como si nada. El daño que le han hecho al escaso prestigio de la ciencia entre nosotros es enorme.
JMF: Estamos vendidos entonces, científicos ignorante y políticos vacíos de postureo… ¿qué hacemos?
JLGQ: Me resisto a decir científico ignorante, es un oxímoron. Lo que hay es mucha desidia, amiguismo y falta de control en los organismos destinados a hacer ciencia, pero no es culpa de los pocos científicos que en ellos hay, sino de la agobiante presión de la administración y la política. Los científicos pueden equivocarse y lo hacen a menudo si son audaces y creativos, pero lo que no puede ser es que organismos enteros supuestamente dedicados a prevención sean incapaces de ver venir un trasatlántico del porte de la covid. Ahí no ha faltado solo ciencia sino, incluso, discrepancia frente a la equivocada unanimidad, y la discrepancia es consustancial a la ciencia que avanza (no tanto a la que se enseña como cosa cierta, aunque también es bueno ser razonablemente escéptico frente a muchas de sus “verdades”) y eso debiera haber movido a la duda y a la prudencia que ya es responsabilidad del gobierno, que ha sido frívolo, vanidoso y prepotente.
JMF: ¿Te has olvidado de los políticos de postureo?
JLGQ: Los políticos deben dejar de ir a lo suyo y concentrarse en lo nuestro. Al político se le debe pedir que vaya al sacrificio, a hacer lo que hay que hacer aunque le cueste el puesto por impopularidad. La política es un negocio que, como la vida, siempre acaba mal, y es ridículo pensar que pueda acabar de otro modo, retirarse a tiempo, por ejemplo. Por eso el político que solo piensa en la reelección es el peor de todos, el más abundante. En un artículo reciente en Disidentia, lo expliqué con algo más de calma y perdón por citarme, “En realidad, la tarea de un gobierno se debería reducir a tratar de llevar la nave del Estado a buen puerto, a mantenerla a flote y, a ser posible, mejorando su seguridad y su confortabilidad. Por el contrario, lo que suele suceder, en realidad, es que los gobiernos empiezan a preocuparse demasiado pronto no de los problemas de los ciudadanos, sino de las dificultades que pueden llegar a experimentar si se atienen a un buen diagnóstico y a unas terapias coherentes, es decir que pronto empiezan a poner su propia estabilidad y subsistencia en primer plano. Una manera irónica y optimista de verlo es la sentencia que se atribuye a Jean Claude Juncker, “los gobiernos suelen saber lo que hay que hacer, lo que no saben es la manera de hacerlo sin perder las elecciones”. Esta realidad tan cruda es la que ha traído a primer plano la monserga de los relatos y la subsecuente de las supuestas campañas de desinformación que se suponen bien diseñadas y mejor ejecutadas por los enemigos políticos del gobierno. Cuando los gobiernos se sitúan en este escenario, cualquier atisbo de lo que podamos entender como realidad acaba desapareciendo, se reduce a un confuso rumor, incluso cuando las situaciones vividas puedan ser tan crudas como la que ahora mismo experimentamos.” El postureo es el arte de agradar a los tontos, no lleva a nada…, aunque a veces lleve a la reelección, pero la culpa de ese postureo la tienen los ciudadanos que no son exigentes, claro es que ayudados por la cantidad de gente que vive del favor político, del pan para hoy a costa del hambre de mañana, aunque algunos logren forrarse mientras tanto.
JMF: ¿Qué debe hacer el ciudadano de a pie, el que sobreviva, antes este desastre?
JLGQ: Yo ni siquiera creo que se deba plantear en forma de deber, me parece evidente que una vez que todos nos hemos dado cuenta de la peligrosidad del virus y de su forma tan rápida y eficaz de propagación vamos a ser prudentes y responsables, sin necesidad de hacer de policías de los demás, es decir que creo que ya se debería dejar en manos de los individuos las decisiones pendientes con unas normas colectivas claras y asumibles por todo el mundo: tapabocas siempre o casi siempre, no espectáculos públicos, no reuniones de más de diez personas, mantener la distancia de seguridad, etc. Eso sí, hay que dar facilidades para hacer los tests necesarios y para permitir el aislamiento de los contagiados que no quieran o no puedan permanecer en casa. Una de las peores caras de esta crisis es la que no se ha visto, los miles de personas que han muerto en la soledad de sus casas contagiando a sus familiares, hay que proveer medios, públicos y privados, para que cuando se detecten nuevos casos se puedan aislar sin mayores riesgos, pero hay que acabar con confinamiento excesivo y muy discutible desde el punto de vista sanitario y legal. La envidia y el afán morboso de igualdad no pueden impedir la salida y el trabajo o la diversión de los que no suponen riesgo hasta que no haya el menor peligro. Los riesgos del prohibicionismo pueden y suelen ser mayores, a medio y largo plazo. La idea de que el Estado es mejor cuidador de nuestra salud que nosotros mismos es estúpida: una vez que está claro el peligro, la mejor defensa es la de cada cual, ayudando a los que no puedan defenderse por sí mismo, claro está.
JMF: Mil gracias José Luis, me encanta que alguien piense que me sé cuidar mejor de lo que me cuidaría el Estado, cada día más gente acepta lo contrario. Un Abrazo.
JLGQ: Me alegra que te pueda servir. Un abrazo y siempre a tu disposición.
Gestionar el consentimiento de las cookies
Para ofrecer las mejores experiencias, utilizamos tecnologías como las cookies para almacenar y/o acceder a la información del dispositivo. El consentimiento de estas tecnologías nos permitirá procesar datos como el comportamiento de navegación o las identificaciones únicas en este sitio. No consentir o retirar el consentimiento, puede afectar negativamente a ciertas características y funciones.
Funcional
Siempre activo
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
Preferencias
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
Estadísticas
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos.El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
Marketing
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.