Me dice Patricia Siguero de Unzúe, abogada

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En España impera la precariedad laboral

España es uno de los países de Europa (UK, Noruega, Alemania…) y del mundo occidental desarrollado (EEUU, Japón…) en donde la tasa de paro estructural es la más elevada.

Es como un mal endémico de nuestro país que no levanta cabeza. Donde muy pocos españoles tiene un trabajo digno y seguro. 

En España ha imperado siempre desde la inauguración de la democracia, la precariedad laboral. Es decir, contratos temporales y precarios, trabajos en economía sumergida y contratos realizados en fraude de Ley.

Creo sinceramente que este mal, se debe a que los gobiernos de la democracia española, han incentivado muy poco a las empresas (pequeñas y medianas), que son las que crean trabajo. Tenemos que olvidar el mito de que el Estado o las CCAA crean trabajo porque no es así,  quién crea el trabajo es el pequeño empresario autónomo y las empresas medianas y, esto es así. Además actualmente es brutal el desamparo que sufren los autónomos, que son creadores de puestos de trabajo por excelencia. Hay que tener en cuenta que también se desincentiva a los emprendedores. No se han hecho buenas políticas y actualmente menos. Hay que incentivar al emprendedor para que cree puestos de trabajo, incentivar a las pequeñas y medianas empresas. 

El problema es que España no sale del mercado laboral doméstico y es el que provoca la tasa de paro estructural.

Si bien es cierto que se debería incentivar también  la cualificación de los trabajadores, el no desechar del mercado laboral a los mayores de 50 años y etc. 

Para concluir, el Estado y las CCAAA, tiene que hacer políticas de apoyo a quienes crean la riqueza y el trabajo, reitero pequeñas y medianas empresas. De esta forma dejaríamos de tener las tasas de paro altas que nunca nos quitamos. Se podrían pagar mejores salarios, no habría fraudes de Ley y un largo etc.

Patricia Siguero de Unzúe, abogada experta en Derecho de Familia y contencioso administrativo.

Me dice Pedro Aparicio, Ingeniero de Caminos

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Alto paro estructural

El alto paro estructural se debe a varios factores que se autointerrelacionan

1°: El alto porcentaje de vivienda en propiedad frente a la alquilada, complementado con que el alquiler es tirar el dinero; obviando que hay otras inversiones más líquidas para caso de necesidad.

2°: E íntimamente relacionado con el anterior es la poca movilidad habitacional. En EEUU si la familia tiene un problema laboral, cogen sus existencias, las suben al coche y se trasladan al lugar del nuevo trabajo; asumiendo cambios de colegios y vecindario. Aquí al tener tu piso en propiedad, no te trasladas buscando una solución laboral porque el nuevo alquiler te lastra. Si predominara la vivienda en alquiler, trasladarte sería cambiar de alquiler pero no sería un coste.

3°: Las diferencias idiomáticas complican el traslado y aclimatación.

4°: Una economía de temporada como recogida de fruta y turismo vacacional.

5°: La alta protección al desempleo. A la obra venía gente pidiendo trabajo pero si el salario no era muy superior a lo que cobraba de subsidio, decidía esperar.

6°: La protección familiar que permite que jóvenes de 30 años prefieran la comodidad del hogar familiar frente a situaciones más incómodas.

Pedro Aparicio, ingeniero de Caminos, autor del blog: http://elcriticonhistorico.blogspot.com/

Pedro Lecanda Jiménez-Alfaro: ‘El Derecho tiene su fundamento en la moral’

Conversación tranquila de @jmfrancas con Pedro Lecanda Jiménez-Alfaro (@PedroLecandaes), graduado en Derecho y especialista en Propiedad Intelectual. Autor de artículos en diversos medios y del poemario «De Gravedad y Gracia» (Ars Poética, 2018), sus intereses se centran en la Filosofía del Derecho y el Derecho de la cultura.

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JMF: ¿Eres poeta entonces? Abogado y poeta… 

PL: He de puntualizar que, de momento, soy «asistente legal» o eso que a veces se llama «paralegal»: estoy pendiente de acabar el máster de acceso a la profesión. Sí, aunque parezca incompatible intento hacer ambas cosas a la vez. El Derecho enseña a emplear el lenguaje con precisión, aunque tengo la impresión de que también acartona el estilo.  

JMF: ¿Cómo ves la justicia en España? 

PL: Por supuesto, esto exigiría un conocimiento amplísimo, que dista del mío. Tengo la impresión, cuando hablo sobre estas cuestiones con gente de fuera del mundo jurídico, de que se ve el Derecho como algo ajeno y antipático. Hay una percepción generalizada de una justicia lenta, de una prosa (de vuelta a la pregunta anterior) abigarrada, una especie de lenguaje cuya función es hacerse oscuro y privado. El Derecho, para no convertirse en pura imposición, debe ser percibido como propio, en continuidad con una esfera social (lo que a veces se llama “sociedad civil”) hilvanada por costumbres y creencias. Hoy, después de que precisamente se haya celebrado una manifestación contra los indultos, es difícil ser excesivamente optimista, aunque tampoco creo que convenga hacer un «juicio sumario» o enteramente destructivo de nuestras instituciones. 

JMF: Que la ‘justicia’ es lenta es un hecho, y la verdad que que leyendo sentencias o oyendo hablar a jueces, véase Marlaska, realmente la prosa es infumable… Pero supongo que la ‘justicia’ es algo más, ¿no? 

PL: Por supuesto: es difícil ofrecer un concepto unívoco de lo que sea la justicia, de su contenido o caracterización general. Ahora bien, si nos negamos a admitir que el Derecho consista en pura voluntad del poder, y los juicios de valor consistan, únicamente, en expresiones emotivas, hemos de admitir que el Derecho debe fundarse siempre en un concepto de justicia. El Derecho, frente a lo que han pretendido las corrientes más formalistas (en particular, el positivismo normativista) siempre tiene su fundamento en otros órdenes, en particular en el de la moral. Y la justicia es, por antonomasia, un valor fundamental del Derecho; ocurre, por tanto, como con la idea de libertad en ética: la necesitamos para poder concebirla. Es importante, por tanto, reinstaurar un lenguaje moral común: si el Derecho pretende emanciparse totalmente de otros órdenes, o su lenguaje nos es del todo incompresible, sólo queda la imposición. De ahí que la publicidad de las normas sea asimismo un principio esencial. 

JMF: Moral y derecho… ¿Hay leyes inmorales y por tanto injustas? 

PL: Desde luego. Kant, por ejemplo, llegó a afirmar que incluso una sociedad compuesta por demonios podría funcionar si sus normas e instituciones eran correctas. En Lutero o Hobbes encontramos doctrinas que postulan la necesidad de obediencia al poder en toda circunstancia, so pena de violentar la voluntad divina o de conducir a la guerra civil. Yo en esto soy más clásico, y creo que hay que volver sobre algunos elementos centrales de la tradición aristotélico-tomista, como hacen autores como MacIntyre: en España, esta concepción del Derecho ha sido difundida por filósofos como Ricardo Calleja; por otro lado, existen autores que se alinean con la necesidad de un retorno de la ética de la virtud que van en la misma dirección, tanto a izquierda como a derecha. Lo cierto es que es imposible que una sociedad de demonios dé lugar a instituciones que promuevan la virtud. Que hay normas injustas, y normas negativas para la estabilidad y recurrencia de una sociedad, o abiertamente abusivas o contrarias a valores que consideramos centrales, incluso si son válidas formalmente. Después del Tercer Reich nuestras Constituciones se llenan de principios, en parte, por esta razón: el Derecho se concibe como compuesto por normas y principios. Ah y, por supuesto, y siempre con una actitud prudente, hay normas que merecen ser desobedecidas. 

JMF: Y siendo la norma justa, si el tribunal es injusto, ¿qué pasa? 

PL: Desde luego, este es un problema clave en la Filosofía del Derecho, y uno de sus debates centrales. Es bien sabido que, en el régimen nacido de la Revolución Francesa, existía una doctrina según la cual el juez era «la boca muda de la ley». La razón es clara: si la ley es la expresión de la voluntad de todos (o de algunos que representan a muchos), no se puede tolerar que un sujeto particular decida en contra de la voluntad de la mayoría. En Estados Unidos, por ejemplo, el problema del activismo judicial también ha sido foco de grandes preocupaciones. Sin embargo, ese mito del juez mudo parece haber quedado en eso, un mito. Hay incluso corrientes que afirman que el Derecho es una creación de los jueces. Sin embargo, ese debate se concreta ahora, precisamente, en el ámbito de la ponderación de los principios constitucionales en determinados supuestos (en España, este tema ha sido profundamente tratado por Manuel Atienza y Juan Antonio García Amado). Por supuesto, qué margen de interpretación deben tener los jueces es un problema muy difícil. Baste señalar algo que, por otra parte, seguramente resulte obvio: si una norma es justa y un juez falla contra ella, deben existir mecanismos eficientes para corregir esa decisión, para evitar, precisamente, que un bien de todos quede al albur de la consideración, los instintos, apetencias o intereses de unos pocos. 

JMF: Si el juez falla contra la norma o, lo que ocurre ahora, el juez no falla nada y eterniza el proceso, véase el Tribunal Constitucional sobre cuestiones como el ‘aborto’ o el ‘Estado de Alarma’. ¿Qué hacemos en casos como estos? 

PL: Estas cuestiones nos presentan la colisión entre dos ámbitos que, en la realidad, nunca se dan enteramente separados: el de la política y el del derecho. Si antes hemos dicho que no cabe una teoría absolutamente «pura» del derecho, lo mismo se puede decir de la relación entre derecho y política. Estos conflictos o disonancias entre derecho y política se presentan de muchas maneras. A veces, como imposición de una decisión pura sobre un proceso y sus garantías (comprometiendo, por ejemplo, la neutralidad del juez). Otras veces, claro, la deficiencia puede ser negativa: es igual de injusto tomar una decisión injusta que no tomar ninguna, o hacerlo tardíamente, de manera que la decisión no tenga efectividad. Pues bien, esto es lo que vemos en el caso del Tribunal Constitucional, máxime si partimos de que es, en sí, un Tribunal jurídico-político. Más allá de soluciones técnicas, que no serán más que parches, creo que si queremos entender sus deficiencias, y su aparente incapacidad para defender o interpretar la Constitución en determinados casos de enorme relevancia, debemos analizar primero las deficiencias de la política española. Creo que una de ellas se refleja en la idea del «patriotismo constitucional». Se trata de una fórmula que gusta mucho a algunos intelectuales, porque remite a Habermas y parece una solución democrática y ajena a todo nacionalismo “esencialista”.  Sin embargo, me parece que esa fórmula, jurídica y formal, esconde un cierto complejo para expresar un afecto patriótico que sería un buen motivo para mejorar instituciones como el propio Tribunal Constitucional. 

JMF: No entiendo el concepto de ‘patriotismo constitucional’… 

PL: Es un concepto muy querido por intelectuales tanto de centro-derecha como de centro-izquierda que, en resumidas cuentas y valga la simplificación identifica el patriotismo con la defensa de los derechos consagrados en la Constitución. El problema es claro: la nación es anterior a la Constitución, y puede dotarse de diversas Constituciones en su recorrido histórico. Por tanto, si se cambiara la norma fundamental, desaparece el objeto de dicho “patriotismo”. 

JMF: Y que tiene que ver eso con que el TC trabaje o no resuelva los casos… 

PL: Creo que es necesario partir de un cierto afecto para que existan motivos de peso para reformar una institución. La inacción del TC, por cierto, puede tener otra derivada política: obligar a la Corona a tomar una postura activa, en determinados temas, de defensa o garantía de la Constitución, comprometiendo su estabilidad política, en buena medida basada en la neutralidad.  

JMF: Pero la actuación, no actuación, de un Tribunal que de hecho es ultima instancia nos deja indefensos, ¿qué cabe hacer? 

JMF: Desde luego, este es un gran problema. Cuando se crean estos tribunales se hace, entre otras cosas, para proteger a las minorías del designio mayoritario, que es un problema clásico abordado, en particular, por Tocqueville. Si la Constitución es la norma fundamental y su defensa no está garantizada por efecto de las mediaciones del poder, podemos identificar un signo de una cierta tiranía democrática.

JMF: Y, ¿qué hacer frente a la ‘tiranía democrática’? 

PL: Durante los últimos años, pero en particular a raíz de la victoria de Trump o el Brexit, hemos hablado mucho de polarización. En España, a este fenómeno occidental se suma nuestro problema nacional. A mi modo de ver, este es un problema profundo, y su solución sólo puede ser lenta. Volviendo al inicio de la conversación, creo que la salud de unas instituciones es inseparable de la sociedad en la que germinan: en la base de la política, como señala el filósofo Juan Bautista Fuentes, están las relaciones de convivencia, que suponen siempre un esfuerzo falible, que se puede quebrar y tiende a hacerlo. Que, por tanto, tener unas instituciones fuertes y garantistas exige una cultura política que las favorezca, y eso no se puede decidir mediante una ley: depende también de convenciones que se fraguan lentamente. El trabajo, por tanto, empieza por la base: puede suponer, por ejemplo, frenar algunas dinámicas económicas que dan lugar a una gran incertidumbre vital y a diferencias excesivas; por supuesto, pensar cómo fortalecer los medios y los contenidos de nuestra educación, o generar, cada uno en su ámbito, una conciencia sobre la necesidad de proteger un acervo político tendente a regenerar la confianza y la posibilidad de una conversación . Ojalá tuviese la respuesta: de momento, creo que estamos al inicio de otra cosa, de otra cultura política. Y que para remediar esta tendencia de nuestras sociedades hará falta, como digo, tiempo. 

JMF: La pandemia y los ‘estados de alarma’ pueden haber malacostumbrado a algunos gobernantes a tics dictatoriales, ¿ves ese peligro? 

PL: Sí, desde luego. Creo que hay dos notas preocupantes. Por un lado, cabe el riesgo de que se difuminen los tiempos de excepción y los tiempos de normalidad. Por supuesto, es mucho más fácil gobernar sin trabas, en particular sin la de los jueces. Por otro lado, creo que hay pocas instancias intermedias entre el poder y el ciudadano. El miedo es una gran energía política, educa a preferir la seguridad a cualquier bien y a ser complacientes con las órdenes y, como hemos llegado a ver, desconfiados e incluso despiadados con el vecino. 

JMF: Una completa ‘independencia del poder judicial’ sería un buen antídoto, pero en España esa independencia peligra ¿no? 

PL: A mi modo de ver, la independencia completa del poder judicial es más bien un ideal normativo que una realidad. En la práctica (no sólo en España) siempre hay pasillos y solidaridades; en todo caso, es una aspiración que admite grados en la realidad. Normalmente, cuando existe una pugna entre ellos, vemos que el ejecutivo es el que ostenta la naturaleza real de poder. Sin embargo, es un ideal que debemos defender, aunque seamos conscientes de que nunca se logrará del todo. Por supuesto, el peligro existe, como señalas, y en esto creo que hay consenso entre los que han estudiado esta cuestión desde que comenzó la pandemia. Desde luego, es difícil de solucionar por una razón de intereses: pedimos que lo solventen a aquellos que más interesa que la situación empeore. 

JMF: Gracias Pedro, pienso que ya has abierto suficientes melones como para dar tiempo a digerirlos. Estamos en contacto, un abrazo y hasta muy pronto que hay tema. 

PL: Mil gracias, Josep María. Ha sido todo un placer. Como dices, estamos en contacto. ¡Un abrazo!

Me dice José Luis Fdez. Santillana (@jlfsantillana), director del Gabinete de Estudios USO

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España, alto paro estructural

El alto paro estructural que tiene siempre España tiene varias causas que lo provoca y lo mantiene en tasas muy superiores a los países de nuestro entorno. Conviene recordar que el paro estructural es ocasionado por algún o algunos desajustes profundos en la economía. Son muchos los elementos que pueden influir en su causa, desde la distribución de la riqueza y la productividad, excesiva dependencia de un sector productivo y hasta una administración pública ineficiente.

Este tipo de paro se origina por causas estructurales del mercado de trabajo que tienen que ver con que la demanda de empleo no se ajusta a la oferta. El motivo de que esto suceda tiene que ver principalmente porque los trabajadores no reúnen las características del perfil que demandan las empresas. Este es uno de los grandes problemas actuales: la falta de competencias y cualificaciones de nuestros desempleados y la falta de medios eficientes para dotarles de ellas.

En España tenemos una fuerte dependencia del sector Servicios, prácticamente más del 77% de nuestra ocupación se produce en este ámbito. De manera análoga, la mayoría de nuestros parados procede de este sector. Este sector en España está muy ligado a la estacionalidad y hace que se produzcan es periodos más o menos concentrados de tiempo incrementos en la contrataciones y de igual manera incrementos en el número de parados.

Un sector que en España necesita una profunda transformación para ser más competitivo, para que los periodos de actividad se amplíen con nuevas formas de negocio, más estables y competitivas y que permitan unos mayores períodos de actividad, hay que empezar a pensar más en la calidad  del servicio y por tanto en mejorar la competencia profesional de quienes lo ejercen.

Una pequeña comparación entres 2019 y 2020 en términos nos dice que al finalizar 2020 teníamos 576.900 personas menos trabajando, más del 53% del incremento del paro en este período corresponde al sector Servicios.

Un país como el nuestro, con una actividad productiva realizada por mano de obra de baja cualificación y vinculada a la estacionalidad, hace que cuando nos comparamos con los países de la UE, y ahora que se habla tanto de Austria (por su mochila), los datos nos indican que el paro estructural es muy alto y difícil de corregir sino se realiza un plan de choque.

Tasa de paro; Eurostat2011201220132014201520162017201820192020
Euro área 10,211,312,011,610,810,09,08,17,57,8
España21,424,826,124,522,119,617,215,314,115,5
Austria4,64,95,45,65,76,05,54,94,55,4

Vean cómo Austria en los últimos diez años ha estado siempre con una tasa de paro por debajo del 6%, solo en un año lo alcanzó, mientras que en España duplicamos la tasa de paro de la eurozona.

Para finalizar dos propuestas además de la consabida de diversificar nuestro modelo productivo y el empleo asociado a él: mejorar las políticas activas de empleo y los sistemas de educación y formación.

José Luis Fdez. Santillana. Director del Gabinete de Estudios USO

Rafael Toledo: ‘Se han adoptado, hasta la llegada de vacunas, medidas medievales’

Conversación tranquila de @jmfrancas con Rafael Toledo (@alfwarrior). Catedrático de Parasitología, Universidad de Valencia.

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JMF: ¿Qué pasa con el virus?

RT: Hay que considerar que es la primera vez que nos encontramos con él, por lo que somos, por decirlo de alguna manera vírgenes inmunológicamente. Al principio de la pandemia todos éramos susceptibles frente a él y eso hace que el escenario en esta primera pandemia o epidemia sea completamente diferente a las que vivimos, por ejemplo con virus estacionales. La situación, epidemiológicamente, es más parecida a lo que ocurrió con la gripe española a principios del siglo XX o, incluso, a la situación de la gripe o la viruela en la colonización del Nuevo Mundo. Requiere un análisis diferente y por la falta de costumbre no lo estamos haciendo así.

JMF: ¿Qué análisis habría que haber hecho?

RT: La transmisión depende de muchas variables y una que hemos olvidado es que la principal es la cantidad de gente susceptible. Teníamos la ventaja de que la enfermedad atacaba fundamentalmente a grupos definidos de población, fundamentalmente a mayores, pero lo que hemos hecho es tomar medidas asimétricas, que afectaban por igual a todos los segmentos de población. Esto ha hecho que el número de gente susceptible prácticamente no varié tras los confinamientos y que, una vez terminados éstos, vuelven a la calle la misma cantidad de personas susceptibles. Considero que se tendrían que haber tomado medidas más específicas y dirigidas fundamentalmente a población vulnerable. Las medidas como los confinamientos estrictos solo aplazan la situación.

JMF: Hablas en un video tuyo sobre el tema de debate no sosegado, ¿a qué te refieres?

RT: El debate se ha polarizado mucho, probablemente porque el liderazgo informativo, o mejor divulgativo, lo han asumido determinadas personas que han conseguido un gran protagonismo, probablemente inesperado y que no están, en muchos casos preparados para ello. No dominan una serie importante de conceptos que son necesarios en el análisis de estas situaciones. Ni tienen porque estarlo, porque sus especialidades son otras. El protagonismo alcanzado hace que se mantengan de forma pertinaz toda una serie de posturas que han llegado a la calle y han hecho que se tomen posturas más por convicción en una o unas personas que basadas en criterios científicos.

JMF: Hablas también de ‘bandos’, ¿bandos en la ciencia? ¿qué bandos?

RT: No tanto en la ciencia, como en la percepción de la ciencia. En determinados ámbitos, más profesionales que científicos, se han adoptado posturas que son populares y tiene gancho, pero que no son sostenibles con criterios científicos. Se ha hecho mucha demagogia. Todos sabemos que en algunos sectores se ha abogado y se sigue haciendo por medidas restrictivas, casi de carácter medieval, que podrían llegar a ser efectivas, pero que no son sostenibles en el mundo actual. Se han demandado o casi exigido medidas sin tener en cuenta que cualquier medida restrictiva debe mantener un equilibrio entre sanidad y sociedad. En cambio se han adoptado posiciones muy populistas y demagógicas que son imposibles de cumplir sin que se produzca la quiebra social. Estas posturas han encontrado un apoyo popular importante y eso ha reforzado estas posiciones desde el punto de vista mediático. De hecho, si vemos debates en TV o cualquier otro medio, siempre ha sido un debate único. Nunca había una voz discrepante, sino que todos lo invitados compartían la opinión y se retroalimentaban. Eso ha hecho mella en la calle y ha determinado la posición popular y aquel que discrepaba en las medidas adoptadas o consideraba que se debía seguir una estrategia diferente haya sido tachado de disidente o atacado. Aunque científicamente haya varias posturas, socialmente solo se ha aceptado una posición.

JMF: Según que discutías te silenciaban, por ejemplo decir que el virus venia del laboratorio de Wuhan… ya no digamos si se hablaba de que era producto de laboratorio…

RT: Es que en ciencia no basta con emitir hipótesis. Se debe seguir el principio de parsimonia y si uno emite una hipótesis alternativa el esfuerzo probatorio le corresponde a él. Este es un ejemplo de la polarización que ha habido. Debido a ésta, desde otros sectores se han lanzado continuamente hipótesis, con o sin fundamento, pero cediendo el “onus probandi” al contrario, cuando debe ser al revés. En este periodo, se ha vuelto a hacer uso de la «probatio diabólica» de la inquisición. Se lanzaba una hipótesis y era el contrario el que tenía que demostrar que no era cierta. En ciencia no se abordan así los temas. Cuando uno emite una hipótesis tiene que demostrarla, nos simplemente apoyarse en que no es imposible. Muchos científicos de prestigio no ven imposible que sea un virus de laboratorio, en incluso admiten que es una posibilidad, pero no la más probable y lógica con los datos que hay. No puede ser descartada, pero tampoco debe ser la hipótesis principal de trabajo.

JMF: Yo tengo la sensación de que se han matado, o intentado matar, moscas a cañonazos. ¿Paralizar este mundo por este virus no es de los más exagerado?

RT: Completamente de acuerdo. Ya he comentado antes que las medidas deberían haber sido más específicas y adecuadas a las características de la enfermedad. En ningún momento se han diseñado estrategias que aprovecharan las características de la enfermedad, como por ejemplo, el hecho de que a los jóvenes les afecta mucho menos y se han adoptado medidas horizontales que afectaban por igual a todos los grupos de edad. En ningún momento se ha diferenciado entre contagio y enfermedad y se han sinonimizado. Eso ha hecho que se aplicaran medidas indiscriminadamente. De hecho, yo me he quejado de que se han adoptado, hasta la llegada de vacunas, medidas medievales. Siempre me he planteado una cuestión: ¿Qué medidas hubiéramos adoptado si la enfermedad afectara por igual a todos los grupos de población? La respuesta: las mismas. Eso define cómo se ha abordado la pandemia.

JMF: Ahora también universalizamos las llamadas ‘vacunas’. ¿No es imprudente vacunar a los menores?

RT: Más que imprudente, considero que puede ser innecesario. El riesgo 0 es imposible. Se trata de normalizar la circulación de la enfermedad y llegar a niveles que sean asumibles como lo son otras enfermedades cotidianas. De hecho, esta enfermedad tiene el gran problema de que es nuestro primer encuentro y eso determina que progresivamente y en el peor de los casos puede llegar a endemizar pero con unas consecuencias similares o menores que las de otras enfermedades infecciosas respiratorias. El gran problema es que, desde el principio no se ha querido asumir que la erradicación de SARS-CoV-2 es inviable y que había que minimizar las consecuencias como mejor opción. Eso nos ha llevado a unos extremos que no tienen sentido. Ahora tenemos la posibilidad, no de acabar con SARS-CoV-2, pero si con covid-19, pero la política de comunicación llevada a cabo no esta llevando a estos extremos. Imagino que es muy difícil justificar determinadas cosas después de la política de comunicación seguida.

JMF: ¿Qué habría que hacer para acabar con el covid-19?

RT: Como he dicho hay que diferenciar entre SARS-CoV-2 y covid-19. Para acabar con covid-19, la forma es la inmunidad, natural o vacunal. Los grupos vulnerables deben ser vacunados, de manera que se les proteja de la enfermedad y en el resto de grupos la inmunidad natural puede jugar o ha jugado un papel importante. En el momento en el que esos grupos estén vacunados, las consecuencias sanitarias de la enfermedad serán residuales, independientemente de que el virus siga circulando. Acabar con el virus va a ser imposible a medio plazo, por muchas razones y el objetivo debe ser minimizar las consecuencias que pueda tener esa circulación.

JMF: ¿Ya queda poco entonces para volver a la normalidad?

RT: En realidad muy poco, pero estamos muy mediatizados por esa política de «riesgo 0» que se ha publicitado desde el principio, probablemente para justificar las medidas adoptadas y con otros fines. Eso hace que, en la calle, cueste entender que, aunque haya circulación del virus, el riesgo es menor que en otras enfermedades y ha creado una desconfianza que hace difícil la vuelta a la normalidad. De hecho, se sigue informando con datos de contagios cuando, con los grupos vulnerables protegidos, no tiene ningún sentido. No es un problema ecológico, es un problema sanitario y no se diseñan las estrategias en base a datos sanitarios sino solo de transmisión, como si fuera un problema ecológico.

JMF: ¿Algo que tengas ganas de decir y se te haya quedado en el tintero?

RT: Básicamente, reforzar la idea de que hay que diferenciar entre contagio y enfermedad. Fundamentalmente porque esto es necesario para poder volver a la normalidad y para diseñar adecuadamente las estrategias futuras.

JMF: Mil gracias Rafa, un abrazo y estamos en contacto.

RT: A ti¡¡, un abrazo.

Me dice Pablo Sanz, profesor de Derecho Mercantil

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España a la deriva (PARTE II)

España debería aproximarse a Francia en un frente común en materia de seguridad y defensa. Tras el Brexit, el país galo ha quedado como la potencia militar indiscutible de Europa. El gravamen que supone la OTAN para sus fuerzas armadas, obliga a Francia a subordinarse a Washington y a unos esquemas caducos que datan de la Guerra Fría y el Pacto de Varsovia. Francia anhela liderar un Euro-ejército y en ese hipotético marco España podría jugar un papel clave si Europa se “desotanizara”.

Francia está experimentando en los últimos meses una cierta repercusión de algunas voces significativas de militares. La preocupante situación de crisis social en muchos suburbios de las grandes ciudades, derivada de los errores de su política migratoria con respecto a la tolerancia hacia Islam radical, ha motivado dos recientes cartas firmadas por varios miles de militares y ex oficiales de alto rango, con duras críticas al gobierno de Macron. Reivindican un papel más destacado del ejército francés como garantía del restablecimiento del orden social en muchas zonas del país donde la legislación republicana está siendo de facto suplantada por la Sharía. Además, el general Pierre de Villiers ha sonado últimamente como presidenciable para las elecciones de mayo de 2022. Podría teóricamente obtener muchos votos de centro (La República En Marcha), centro-derecha (Los Republicanos) y derecha (Agrupación Nacional). Hay que recordar que cuando su república agoniza, los franceses tienen la costumbre de llamar a un militar para su refundación. La primera república terminó con Napoleón, la segunda con Napoleón III, la tercera con el mariscal Pétain, la cuarta con De Gaulle… ¿la quinta república terminará con otro militar?

La anemia social de España también contrasta con la revitalización de nuestro otro vecino mediterráneo. En Italia llevan con un gobierno técnico desde febrero, liderado por Draghi. Un mandarinato compuesto por tecnócratas que no se presentarán a las siguientes elecciones y que gobiernan al margen de las encuestas, ofreciendo estabilidad en un momento de turbulencias y emergencia sanitaria. Los políticos italianos, con perspicacia y clarividencia, han sabido quitarse de en medio en un contexto de crisis pandémica que ha mostrado sobradamente la incapacidad de la partitocracia demoliberal para ofrecer gobernabilidad, y soluciones eficaces. No cabe la menor duda que la situación italiana mejorará con las reformas que este nuevo gobierno acometerá. Recordemos quién fue Draghi: ex presidente del Banco Central Europeo, exdirector ejecutivo del Banco Mundial, ex gobernador del Banco de Italia etc. Y nosotros seguimos, todavía, con Sánchez.

¿Cuánto más durará el cliente de Iván Redondo en la Moncloa? Probablemente lo que determinen previamente en Bruselas y Berlín, sobre todo en esta última capital, donde la Cancillería está experimentando un impasse a la espera de que las elecciones de septiembre decidan el sucesor de Merkel, posiblemente Laschet, su heredero al frente de la CDU. Hasta bien entrado el otoño la Unión Europea estará en stand by, esperando a lo que suceda dentro de su locomotora económica. No cabe descartar aún un posible y sorpresivo cambio de guión si resultara ganador el pujante Partido Verde con Baerbock al frente.

Volviendo a España, todo apunta a que, una vez enfriada la tensión con Marruecos, remodelado el gabinete e indultados los sediciosos, Sánchez podrá mantenerse en la Moncloa y concluir su legislatura, aunque el PSOE quede muy tocado electoralmente para entonces. La crisis económica irá agravándose en los próximos meses y golpeará con saña a las clases trabajadoras y medias. Al mismo tiempo la inflación comienza ya a repuntar y se irá comiendo las reservas y ahorros de las familias y pymes. Pero el régimen del 78 posiblemente no se resienta mucho por esto. A la crisis de 2008 podemos remitirnos para comprobar su formidable robustez. La partitocracia, el Ibex35 y el oligopolio mediático (Mediaset, Atresmedia, Prisa) han sido habitualmente bastante hábiles para conservar la paz social en las calles con muchas cortinas de humo, telerrealidad y circo, y eso en Bruselas lo saben y lo valoran muy positivamente. Las oligarquías transnacionales también conocen que la izquierda es virtuosa en el arte de garantizar con mejor tino que la derecha esa paz social tan necesaria para que puedan desarrollarse sus pingues negocios especulativos a costa de las pymes y del Estado. No hay mejor prueba de ello que atender a la mansedumbre de los sindicatos y de las plataformas reivindicativas y mareas de colores, tan prestas para el tumulto y la algarada callejera en cuanto el PSOE es desalojado del poder.

Sánchez es un peón de los poderes globalistas y de momento cumple razonablemente bien su función. Si Casado, que también es un peón de los mismos poderes, llega a la Moncloa cuando le toque su turno, presumiblemente en 2023, lo hará con un país socialmente devastado, hipertrofiado de deuda e insostenible estructuralmente. Por el momento seguimos esperando unos fondos de recuperación (o de rescate) que no llegan, a pesar de toda la propaganda institucional y corporativa gastada en su anuncio y bondades. Y no llegan porque, aunque formalmente Bruselas está en plazo para visar los planes nacionales que han presentado los distintos gobiernos, lo cierto es que todo el esquema financiero de dichos fondos tendrá que pasar por Berlín, y allí, como antes hemos dicho, se está esperando a saber quién será el nuevo canciller. Hasta que no haya un sucesor de Merkel no se adoptarán las medidas y condiciones para desbloquear ese ansiado maná que según la lacayuna prensa oficialista española hará que nuestra economía vuelva a ser una tierra donde fluyan ríos de leche y miel.

Los europeos sabemos quién manda en Europa. Bruselas es una sucursal de Berlín. No por casualidad Von der Leyen tiene apellido alemán…y fue ministra de Merkel, de defensa. Y sobre todo Frankfurt (sede del Banco Central Europeo), ciudad poco sospechosa de actuar contra los intereses del Bundesbank ni contra el marco alemán (renombrado desde 2002 como “Euro”). No obstante, los fondos alemanes, es decir, europeos, acabarán llegando porque Italia y Francia también los necesitan urgentemente. Italia y Francia han sabido jugar sus bazas, la una con un gobierno técnico presidido por el antiguo cocinero de la política monetaria, y la otra, siendo el gigante diplomático y militar de Europa. España de momento se beneficia de la inercia de estos dos socios, pero carece de estrategia. Si España no estuviera a la deriva y dispusiera de mucha más fuerza militar efectiva, otro gallo cantaría, tanto con respecto a nuestras fronteras africanas, como allí donde nos tutelan (Bruselas-Berlín).

Pablo Sanz Bayón, Doctor en Derecho y profesor universitario.

Me dice Pablo Sanz, profesor de Derecho Mercantil

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Me dice Pablo Sanz, profesor de Derecho Mercantil.

España a la deriva (PARTE I)

La debilidad actual de España ha quedado patente últimamente en política exterior. Las recientes fricciones con Marruecos ponen de relieve la pésima política de relaciones exteriores de nuestro gobierno, incapaz de adoptar una posición soberana de firmeza y fortaleza. España parece un zombi político en la escena internacional, sin un criterio estratégico. Ha quedado a la deriva y a merced de lo que se decida sobre sus intereses en Washington (Pentágono), Nueva York (Naciones Unidas), Bruselas (Comisión Europea y OTAN), Frankfurt (Banco Central Europeo) y por supuesto Berlín, que es en última instancia donde se lleva decidiendo nuestro sostenimiento financiero desde hace diez años.

La realpolitik siempre se impone. Si vis pacem para bellum. El único modo de ser un actor determinante en el tablero geopolítico, nos guste o no, es en el plano militar. Basta como ejemplo mirar a Rusia, que con una economía menor que la de Italia, es, sin embargo, un actor geopolítico de primer orden gracias a la capacidad de sus fuerzas armadas.

Un ejército con tecnología punta y preparado para actuar en cualquier situación sobrevenida ofrece varias ganancias inmediatas a su propio Estado: orden y disciplina social, seguridad interna y externa, y abundante actividad económica directa e indirecta. Un ejército requiere suministro de energía, tecnociencia y mucho desarrollo industrial. Invertir en seguridad y defensa significa impulsar la economía nacional, tanto el sector público como el privado. Si las capacidades militares de un Estado son grandes, eso le garantiza como mínimo que se le tenga en cuenta en las instancias internacionales, comenzando por los gobiernos de los países vecinos. Inviolabilidad de sus fronteras y respeto a sus intereses inmediatos.

Si en España hubiera voluntad política y conciencia social de la necesidad de mejorar drásticamente su política exterior, debería primeramente (re)militarizarse. Esto supondría asimismo reindustrializarse. Proteger el Estrecho, Ceuta, Melilla, las Canarias y nuestras flotas pesqueras con efectivos desplegados y bien armados, con carácter permanente, sería el mejor toque de atención a Marruecos, el único vecino que tiene España que representa una verdadera amenaza y un riesgo. Necesitamos mucha más inversión y presupuesto en i+D+I de defensa y seguridad, pero también en Inteligencia, donde hay mucho que mejorar. También en materia de soft power y lobbies internacionales, donde Marruecos ha sabido moverse muy astutamente. Mohamed VI supo dar a Trump, o mejor dicho a su yerno Jared Kushner, lo que necesitaba para satisfacer a Netanyahu, el reconocimiento de Israel. A cambio se cobró como precio la soberanía del Sáhara Occidental. 

España tiene mucho que mejorar a nivel diplomático, comenzando por dejar de hacer el ridículo en misiones internacionales (en el Báltico, en Turquía…) para dar cobertura con nuestro ejército a intereses geoestratégicos de otras potencias, al mismo tiempo que sufre un déficit de seguridad en puntos muy sensibles, como Ceuta y Melilla, que no entran bajo la protección de la OTAN.  Necesitamos urgentemente unos Ministerios de Defensa y Exteriores mucho mejor coordinados, y con dirigentes dignos de los cargos que ostentan.

Pablo Sanz Bayón, Doctor en Derecho y profesor universitario.

Me dice Juan E. Iranzo, Doctor en Ciencias Económicas

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Los españoles pagamos muchos mas impuestos

La política monetaria decide la cantidad de dinero que debe circular en el sistema económico, y la política fiscal, en gran medida como se distribuye este entre los ciudadanos. Esta última  se instrumenta tanto a través del gasto público como del sistema impositivo. Las transferencias mejoran la distribución de la renta, a través especialmente del Estado de Bienestar y los tributos, sobre todo mediante algunos impuestos progresivos en la tarifa, como en el Impuesto sobre La Renta de las Personas Físicas

En España los impuestos esenciales sobre los que recae el peso de la recaudación son el IRPF, el IVA y el Impuesto de Sociedades.

Además existen unos impuestos de” control” que no tienen, teóricamente, carácter recaudatorio, sino de contrastación del cumplimiento de las esenciales, como son el de Patrimonio, y el de Donaciones y  Sucesiones, que sin embargo pueden llegar a ser confiscatorios.

Los tipos fiscales de la mayoría de los impuestos españoles, están por encima de muchos países europeos, como son los casos del marginal del IRPF, Sociedades o el IVA de la electricidad. 

Asimismo, en nuestro país tienen gran peso recaudatorio los impuestos especiales, aunque técnicamente pretenden disuadir de ciertos consumos, como son los de Hidrocarburos, Alcoholes y Tabaco. En este epígrafe en España existe también el impuesto de matriculaciones, que es “exótico”, puesto que es único en el mundo.

A todos los anteriores, hay que añadir la gran cantidad de Impuestos y Tasas propios de Las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos.

Además las Cotizaciones Sociales, con cargo al empresario, son de las más altas de Europa, a pesar de que conceptualmente no se deben considerar exactamente impuestos, puesto que tienen el fin concreto de financiar las pensiones contributivas; pero que en cualquier caso contabilizan a efectos de presión fiscal

En España, en el último año “normal”, previo al covid19, es decir el 2019, los ingresos fiscales representaron el 34,7% del PIB,” tipo fiscal nominal”, lo que es unos 7 puntos inferior a la media europea.

Sin embargo la presencia de la economía sumergida en España, es de 22% aproximadamente del PIB, sensiblemente superior a la media europea; sobre todo provocado, precisamente, por los mayores tipos de los Impuestos y de las Cotizaciones Sociales; lógicamente solo se tributa sobre el 78% del PIB, con lo que” la presión fiscal efectiva”, se eleva al 44,5% del PIB; similar a la media europea. Si se tiene presente la paridad del poder de compra, puesto que nuestra renta media es el 85% de la media,” el esfuerzo fiscal” es 6,6 puntos superior a la media de Europa.

El día de “la liberación fiscal” en España, es decir el momento del año que se deja de trabajar para pagar todos los impuestos y se empieza a hacerlo para la familia propia, es el 27 de junio, es decir pagamos impuestos más días del año, que la mayoría de los países de Europa.

Por todas estas razones los españoles pagamos, según nuestra capacidad de pago, muchos más impuestos que la media de los ciudadanos europeos, por lo que hay que bajar los impuestos no subirlos y además se podía recaudar más, puesto que incentivaría la actividad. Además hay que derogar el Impuesto de Patrimonio y el de Sucesiones y Donaciones.

Juan Emilio Iranzo Martín. Catedrático de Economía Aplicada de la UNED. Académico de Número de la Real Academia de Doctores.

Me dice Enrique Calvet Chambon (@EnriqueCalvet), presidente fundador de ULIS

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A los ciudadanos de centro izquierda huérfanos de representación parlamentaria

ULIS piensa que cualquier ciudadano que desee que sus hijos y descendientes pertenezcan a una España europea dentro de sus actuales límites geográficos y aspire a que dicha España vuelva a ser una sociedad anti-totalitaria, no racista, de personas unidas en un proyecto común, libres, iguales en derechos y cada vez más solidarios:
a/Debe asistir, si puede, a cualquier manifestación, dónde sea, contra la intención de indultar total o parcialmente a los golpistas delincuentes de la Cataluña hispana,
b/ Debe hacerlo, convoque quién convoque. Está en juego la esencia de la convivencia democrática en una democracia con Estado de Derecho pleno. Muy río arriba de miserables luchas Partidistas.
c/ En particular recuerda a los millones de ciudadanos de centro izquierda que están huérfanos de representación parlamentaria, que desesperados acuden a la abstención o al voto en blanco, o que han sido traicionados por el actual PSOE, que éste es su momento.
¡Viva siempre una España de ciudadanos unidos, libres, iguales y solidarios!

 Enrique Calvet Chambon (@EnriqueCalvet), presidente fundador de ULIS y ex eurodiputado.

Me dice Erik Encinas (@ERIKEO5555), periodista.

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Infierno fiscal

El paro estructural en España se debe fundamentalmente a que realmente el país nunca ha salido de ninguna de las crisis económicas a las que se ha enfrentado desde 2008, pero también al infierno fiscal al que se enfrentan las empresas españolas, incluso a la hora de contratar a nuevos empleados. Además, a los autónomos los están dilapidando, ya que dependiendo de las horas que se trabaje no sale ni a cuenta realizar un trabajo en esta situación, tan solo hay que fijarse en países donde sí se crea empleo y más riqueza que en España como Alemania o Estados Unidos, donde los impuestos son mucho más inferiores y la facilidad para contratar es mayor, incluso en el tema burocrático. 

A todo esto habría que sumarle la necesidad de crear grandes centros de formación profesional y becas de formación para los jóvenes, porque pienso que los generaciones venideras deben estar bien preparadas en diferentes aspectos. Aunque también se deberían aunar esfuerzos para que se produzca un aumento de las prácticas remuneradas, ya que ayudaría a aumentar las experiencias laborales de los jóvenes, un factor crucial para el mercado laboral a nivel nacional e internacional. Eso sí, sin dejar atrás tampoco a los mayores de 45 años que se han quedado en el paro y a los que por su edad les cuesta encontrar una nueva oportunidad ocupacional.

Pero cabe resaltar que el escenario futuro no pinta mejor, a no ser que haya voluntad real de cambiarlo. Cualquier economista decente te diría que España tiene mucho a mejorar para atajar el paro estructural que tanto preocupa a los españoles.

Erik Encinas (@ERIKEO5555), periodista y consultor en JpC Comunicación