Bruno Navarro: ‘Hay la amenaza de tener países enemigos’


Conversación tranquila de @jmfrancas con Bruno Navarro (http://linkedin.com/in/bruno-navarro-rousseau). Militar de operaciones especiales en excedencia, director de seguridad de una aerolínea y empresa de transporte norteamericana, analista en seguridad y defensa y apasionado de la geopolítica.

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JMF: ¿Estamos seguros como país?

Bruno Navarro: La respuesta no es fácil, ya que depende con qué nos comparemos. Es cierto que no tenemos las graves amenazas internas de la República Centroafricana ni las externas de Corea del Sur, pero tampoco disfrutamos de la tranquilidad interna de Islandia ni de la externa de Suiza. Yo diría que estamos razonablemente seguros, pero con unas amenazas internas y externas que, mal gestionadas, pueden tener graves consecuencias para España.

JMF: ¿Qué amenazas internas destacarías?

Bruno Navarro: Tenemos varias amenazas internas graves. Los ciberataques, por ejemplo, ya sean del tipo cibercrimen o ciberhacktivismo, la inestabilidad económica y financiera que puede resultar en anarquía, la vulnerabilidad energética debida a nuestra dependencia de hidrocarburos de determinados países. Pero sobre todo me preocupan los flujos migratorios (ilegales pero también legales) y su triple consecuencia: de identidad sociocultural/nacional, de crimen organizado y zonas prohibidas y de terrorismo yihadista.

JMF: Y. ¿ las externas?

Bruno Navarro: Aquí tampoco nos quedamos cortos. Podemos citar los conflictos armados, evidentemente los cercanos en el Magreb y Sahel pero también los lejanos en Oriente Medio y Corea, pues todos nos afectan directa o indirectamente. La peligrosísima proliferación de armas de destrucción masiva es hoy un hecho, lejos quedan los tiempos de la guerra fría en los que un puñado de potencias monopolizaban la tecnología de las armas genocidas. El espionaje, tanto el de gobiernos extranjeros como el económico y tecnológico, incluida la vertiente ciberespionaje, ha repuntado en estos años. La vulnerabilidad de nuestro espacio marítimo, con tanta costa y tan expuesta. Pero también tenemos (y no todas las naciones europeas pueden decirlo) una amenaza clásica, es decir, la que consiste en tener uno o varios países enemigos. En nuestro caso se trata de Marruecos, que si bien mantiene con nosotros intensos lazos diplomáticos, comerciales, policiales y de otros ámbitos, no deja por ello de representar una triple amenaza. Primero, porque sus ciudadanos conforman el grueso del inasumible flujo migratorio antes mencionado, además de ser el principal punto de origen de la inmigración ilegal que nos llega. Segundo, porque la mayoría de “nuestros” yihadistas son marroquíes o de origen marroquí. Y tercero (y aquí está el aspecto “clásico”) porque mantiene unas inaceptables reclamaciones territoriales sobre Canarias, Ceuta y Melilla, apoyadas por unas cada vez más modernas Fuerzas Armadas, amén de un juego de presiones demográficas y propagandísticas. Eso sin contar el espinoso asunto del Sahara antes llamado Español…

JMF: ¿Qué se debe hacer desde España para que Marruecos no pase a peligro real y se quede en potencial?

Bruno Navarro: Se pueden tomar muchas medidas, como por ejemplo repatriar a los MENA de forma inmediata, así como a todos los inmigrantes ilegales marroquíes. Esto debería ir acompañado del reforzamiento y mejora de las vallas de Ceuta y Melilla para que sean realmente impermeables, medida paralela a la de asignar a dichas vallas el número de efectivos y los medios adecuados. Los inmigrantes ilegales (marroquíes pero también el resto) podrían ser privados de regularizar jamás su situación, de tener derecho de arraigo o cualquier ayuda social, escolar o sanitaria. También hay que acabar con las no-go zones marroquíes, empezando por las de las ciudades autónomas, incluso instalando comisarías en medio de ellas. Las ayudas a Marruecos, de mantenerse, deberían concederse únicamente si el reino alahuita coopera eficazmente contra la inmigración ilegal, abandona la competencia a nuestros puertos y reconoce la soberanía española sobre Ceuta y Melilla. Militarmente, es cierto que los efectivos de las Fuerzas Armadas Reales son muy superiores a los nuestros, pero por ello mismo debemos asegurarnos de mantener siempre la superioridad del elemento humano, del soldado, con una voluntad de victoria, capacidad, formación y material que compensen en parte esa desventaja. El resto lo harán nuestra superior capacidad táctica y de planeamiento, así como una flota naval y fuerza aérea abrumadoramente superiores en calidad y cantidad. No podemos permitir que se acerquen a nuestro nivel, porque eso sería el fin de nuestras plazas de soberanía.

JMF: ¿Ahora mismo en África hay guerras?

Bruno Navarro: Sí, por supuesto, y desgraciadamente muchas. Si las tuviéramos que mencionar en orden de más a menos muertos durante 2018-2019, deberíamos iniciar este tétrico palmarés por la guerra civil en Somalia, que además afecta a Kenia. Luego vendrían los conflictos comunales y ataques a los católicos en Nigeria, que aunque parezca sorprendente se han cobrado más víctimas que la otra guerra que sufre ese país: la insurgencia yihadista de Boko Haram. La mezcla de violencia étnica y guerra civil en Sudán del Sur, la guerra civil en Libia y la insurgencia tribal y yihadista en el Magreb y Sahel (hablamos de 10 países nada menos, aunque este año lo peor ha estado en el norte de Mali) completarían el cuadro de los grandes conflictos africanos de hoy. Pero luego estarían los “menores”, como las distintas insurgencias de la República Democrática del Congo (que afectan también a Uganda), los dos conflictos internos de Sudán, la insurgencia en el Sinaí (Egipto), los mortíferos conflictos tribales en la República Centroafricana y más, mucho más, en Burundi, Etiopía, Camerún, Mozambique… Podríamos decir que la paz es la excepción en Africa.

JMF: Cuales son los factores claves de esta guerras en África: ¿religión, razas, yacimientos…?

Bruno Navarro: Lo has dicho todo, José María. No es ya que dependiendo de cada guerra hablemos de una u otra de esas tres razones, sino que en muchos conflictos se suman dos e incluso los tres motivos. Hay un conflicto religioso evidente, especialmente en la mitad norte del continente, es decir, hasta donde llegó el Islam. Ahí por un lado el yihadismo intenta imponerse por las armas al resto de la comunidad musulmana, y por otro el Islam (yihadista o no) ataca a las comunidades cristianas. El conflicto étnico en cambio abarca todo el continente, cosa lógica si tenemos en cuenta que las naciones africanas son percibidas por la mayoría de sus habitantes como artificiales, fruto de la reciente descolonización y cuyas fronteras no responden a la realidad tribal en la que realmente basan su identidad. Por último, los recursos naturales provocan la depredación de señores de la guerra, grupos terroristas, crimen organizado, bandas de delincuentes, unidades militares y políticos corruptos, figura esta última que es desgraciadamente la tónica en África. Si sumas todo ello y le añades el analfabetismo e incultura generalizadas, la pobreza más profunda del planeta y la corrupción en todos los estamentos, obtienes lo que hay: un continente maravilloso por un lado y terriblemente cruel y sangriento por otro.

JMF: Y, ¿cómo se detiene eso si ni siquiera sale en la prensa?

Bruno Navarro: No se puede. Lo que no sale en los medios “no existe”, no crea opinión ni necesidad de intervenir. Y mientras se diezman las poblaciones de los más débiles, se destruyen las pocas infraestructuras y se esquilman los enormes recursos, cuya riqueza no revierte en los ciudadanos sino en gobiernos postcoloniales corruptos y señores de la guerra. La incultura, el tribalismo y la ley del mas fuerte conforman un cóctel imposible de vencer con utópicas ideas de democracia, concepto político que en gran parte de África están a décadas o (como siga así la cosa) siglos de ser capaces de gestionar. La Union Africana, ese intento de ONU continental, es incapaz de solucionar o frenar ningún conflicto. Pero la propia ONU o la UE tampoco son capaces, lastradas por su buenismo y más interesadas en vender control de natalidad, doctrina de género y derechos humanos que en apoyar militarmente a quien lo necesita. De ahí que las únicas intervenciones que logran algún resultado sean las de Francia, Estados Unidos y Rusia.

JMF: Se supone que estas intervenciones defenderán cada una sus intereses y por tanto mal va Africa…

Bruno Navarro: Sin lugar a dudas cuando un país interviene individual y unilateralmente en un conflicto armado, lo hace en defensa de sus intereses. Sea quién sea y sea dónde sea. ¿Eso es perjudicial para el país afectado? No necesariamente, al menos no siempre. Francia interviene en Mali por frenar la expansión del yihadismo en el Sahel, pues su ampliación hacia el Sur y la potencial existencia de santuarios salafistas les afecta enormemente, pero también (y hay que de decirlo) por la seguridad de los vitales yacimientos de uranio que Francia explota en Niger, muy cerca, y por los propios recursos de Mali, tanto actuales (es el tercer productor de oro de África) como futuros (reservas de petróleo, gas y uranio). Pero no olvidemos que la intervención fue solicitada por el gobierno maliense, no es pues una invasión ni una injerencia. Lo mismo ocurre con Rusia interviniendo en República Centroafricana a petición de su presidente, a quien los rusos protegen personalmente, venden armas, les enseñan a utilizarlas y les ayudan con mercenarios y fuerzas especiales. Y esto por la ineficacia de las misiones de la ONU, UE y Unión Africana tras la retirada del contingente francés en 2016, que han empujado al gobierno a acercarse a los rusos para intentar ganar o al menos estabilizar la situación. ¿A cambio? Ganancia con la venta de armas, influencia regional (como hace a la vez en Libia, Túnez, Egipto, Sudán…) y, como no, explotación de las minas de diamantes y otros recursos minerales. La idea detrás de estos dos ejemplos es que todos ganen, la pregunta es si sucederá así.

JMF: ¿Cómo se puede para esa sangría continua en África?

Bruno Navarro: ¡Gran pregunta! Explicar lo que ocurre e incluso averiguar por qué ocurre es fácil, de eso hemos estado hablando ahora. Pero poner soluciones no lo es tanto… Veamos. Las sociedades donde hay paz e impera la ley son las sociedades fuertes. Pueden serlo por disponer de una estructura social integrada, desarrollada y sana, como suele ser el caso de las occidentales. Pero cuando esto no existe, cuando no hay concepto de nación sino de tribu, cuando el exterminio del oponente es lo más natural para resolver conflictos, cuando las exacciones, torturas, ejecuciones, corrupción y prevaricación no es que sean actos habituales sino formas generalizadas de entender la política y las relaciones sociales, cuando la religión se entiende en buena parte en términos de yihadismo y fetichismo, cuando todo esto se suma… Cómo podemos creer que instaurar o imponer una estructura democrática va a servir para algo bueno? Creo en cambio, aunque suene mal a algunos, que muchas de estas sociedades aún no están preparadas para dar ese paso y que lo mejor (o lo menos malo) sigue siendo el mantenimiento de regímenes fuertes, autoritarios pero no totalitarios, incluso pseudodemocráticos, al uso de lo que llevan haciendo cientos de años. Eso sí puede crear solidez, paz, desarrollo y, con la adecuada ayuda del primer mundo, una deriva hacia una libertad que vaya de la mano de la seguridad y del estado de derecho, aunque se tarden décadas o siglos. Pero vamos en la dirección contraria, influenciando ilegítimamente regímenes sólidos por intereses geopolíticos y buenismo suicida, hasta hacerlos caer y provocar el caos, la anarquía y la guerra civil. Las primaveras árabes (convertidas en otoños islamistas) son un claro ejemplo.

JMF: Gracias Bruno, entiendo que esto va para largo. Un abrazo.

Bruno Navarro: Para largo? Desde luego, desgraciadamente. Dentro de un siglo me lo preguntas de nuevo…

JMF: No aguantaré tanto, si te dejes te volveré a preguntar cuando sea noticia ojalá buena. Un abrazo.


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