Gustará o no, caerá bien o mal, pero es todo un personaje. No es nada fácil que, con la biografía completa de Garzón, la autodenominada izquierda le quiera para algo más que para mandarle a paseo y bien lejos. Sin embargo ciclicamente suspiran por él. El PSOE incomprensiblemente sigue tirándole los tejos. IU coge ataques de cuernos cuando nuestro personaje flirtea con el socialismo español.

Tengo que reconocer que en aquellos primeros tiempos sus bravos ataques a los narcotraficantes españoles, su encendida lucha contra ETA y su implacable persecución a algunos dictadores, a otros no, hicieron que me cayera más que bien. Después, su ego disparado, su impúdica impiedad con su amigo Gómez de Liaño y, sobre todo, cuando elevó a categoría de justicia su berrinche pueril y vengativo contra Felipe Gónzalez en la persecución de los Gal, me hicieron ver que el personaje tenía más que heroicidad, peligro, y más que entrega a la justicia, amor infinito hacia él.

Hoy sigue en el candelero y curiosamente es aún objeto de deseo, tanto es así que en su objetivo de ‘derrotar a la derecha’, misión histórica de la izquierda hispana donde las haya, sus otrora enemigos vuelven a él. Entiendo que para todos aquellos, Garzón incluido, que encarnan la máxima de que ‘el fin justifica los medios’, nuestro exjuez supone el paradigma, Rubalcaba no se queda atrás, y su colaboración, en momentos para ellos repugnante, suponga ahora un bálsamo ante el vacío ideológico en el que se hallan inmersos. Pocos valores conservará la izquierda española si para reivindicarse y hacerse atractiva tiene que abrazarse a semejante señor. Ellos sabrán.