Conversación tranquila de @jmfrancas con David Cerdá (@davidcerdag), filósofo y economista, es decir, un filósofo que está en el mundo, trabaja en las empresas, escribe y traduce, pero ha sido cocinero antes que fraile, y enseña, tanto a recién salidos del bachillerato como a directivos de larga experiencia, es autor de siete libros, el último ‘Ética para valientes’, según él de largo el más importante.
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JMF: Filósofo y economista, suena raro ¿no?
DC: Sí, esa es la mejor parte. Soy un filósofo centrado en la ética y el pensamiento crítico (la verdad, la argumentación), y todo lo mido frente a la facticidad de la vida humana. No tengo nada que aportar, por ejemplo, a la metafísica, y ni siquiera me divierten las discusiones abstrusas. Digamos que soy un filósofo que vuela a ras de suelo, aunque siempre mirando hacia arriba.
JMF: Pero filosofía suena a lo espiritual y economía es de lo mas material que existe… ¿No te cierra la mente la materia?
DC: Ahí hay dos errores (creo). Para empezar, la filosofía es «amor de la sabiduría (la lucidez)», y puesto que somos, entre otra cosa, materiales, no es de suyo «espiritual» (en sentido de «inmaterial»). En segundo lugar, la economía no es más que un subconjunto de la ética. La ética es la respuesta a la pregunta de qué hace que vivir merezca la pena; la economía es la respuesta en el ámbito concreto de la sociedad y nuestras necesidades (todas las que pueden satisfacerse mediante el comercio, que no son pocas).
JMF: ‘Errare humanum est’ Lo de la filosofía lo entiendo, lo de la economía como subconjunto de la ética ya me cuesta más. ¿Qué es la ética?
DC: La ética, como he dicho, es la respuesta a la pregunta «¿Cómo es una vida que merezca la pena ser vivida?». La pregunta tiene una versión más concreta («¿Cómo es una vida justa, digna?») y otra más amplia («¿Cómo es una vida buena?»). Pero ninguna de las dos puede hacerse por separado, ambas están indisolublemente ligadas. Por eso la economía es un subconjunto de ella, por ser el estudio de cómo satisfacer las ilimitadas necesidades humanas con recursos limitados. Y tan es así, tan hija es la economía de la ética que «la inventó» (es un decir) un filósofo moral (Adan Smith).
JMF: Una vida buena no es lo que comúnmente se llama una buena vida ¿supongo?
DC: No. Una vida buena no es «felicidad». Aunque ni siquiera existe una única felicidad (hay muchas versiones y propuestas), aquello a lo que comúnmente llamamos hoy felicidad, eso que llamamos buena vida y tratamos de medir está entre el bienestar y la felicidad hedónica, «psicológica», si queremos: un saldo positivo entre placeres y dolores, entre sensaciones psíquicas agradables y desagradables. La vida buena es algo muy distinto (y superior, ya que estamos).
JMF: ¿Sería una vida en ‘la bondad’?
DC: Es otra manera de expresarlo. Pero prefiero «vida buena» porque la bondad parece más una disposición a hacer al bien a los demás, cosa que, por supuesto, entra en la ecuación, pero también yo mismo. El honor ético, por ejemplo, que considero la mejor propuesta moral que hemos creado, es un deber que tengo frente a los demás y a mí mismo.
JMF: Yo mismo y los demás… ¿No debe ir muy ‘junto’ eso?
DC: Va juntísimo, porque yo, como mi prójimo, soy una dignidad inviolable, y merezco que esa dignidad sea respetada exactamente igual que la de los demás. Estamos todos en el mismo barco: eso es lo que el cristianismo aportó al mundo, dando muchos pasos hacia arriba en la escalera que nos lleva a la cumbre moral de nuestra especie.
JMF: Ética y moral, ¿se confunden?
DC: Son exactamente lo mismo: la forma de raíz griega y romana, respectivamente, de llamar a esa pregunta y sus respuestas. El DRAE es muy claro y preciso a ese respecto.
JMF: Pues estoy harto de ver el la misma sentencia ambos conceptos como si fueran diversos… A veces interpreto que usan ‘ética’ como moral en ‘laico’…
DC: Lo que hay, fundamentalmente, es un pudor idiota que evita el término «moral» y elige «ético». Les ocurre mucho a los relativistas morales, inmoralistas a los que les gusta hablar de la ética. Pero no hay caso, son exactamente lo mismo.
JMF: No sabes lo que te agradezco esta aclaración, estoy harto de lo ético frente a lo moral a lo que no veía ningún sentido. Ética para valientes… ¿hay ética en la cobardía?
DC: Yo creo que la valentía es el corazón de todos los comportamientos morales. La gente buena es, fundamentalmente, gente valiente. Esa es mi experiencia. Y desde luego el heroísmo, que es el súmmum del comportamiento moral (el honor, cuando se ha de enfrentar a situaciones que pueden tener las consecuencias personales más graves), es impensable sin valentía. Los muy cobardes son malas personas; intento encontrar excepciones a ese principio, pero no encuentro ninguno.
JMF: Vivir en el mundo actual donde el relativismo es casi el mal menor porque ‘la maldad’ es la panacea, exigirá heroísmo ¿no? Macron quiere que el aborto sea un derecho fundamental de la UE…
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DC: Al relativismo le pasa lo que a los bocachanclas de las redes sociales: son muchos menos de los que parecen. Lo que pasa es que hacen mucho ruido, y a veces tienen bastante poder. En realidad, hay pocos relativistas verdaderos, porque es una filosofía moral sin fundamento, y no tiene un pase. Otra cosa es que si nos descuidamos puede llegar a anegarlo todo y acabar en desastre (porque el relativismo es amoral y, así pues, la puerta de entrada a lo inmoral).
JMF: No sé si son pocos pero mandan en demasiados sitios de demasiados países y marcan la pauta. ¿No vamos a peor?
DC: El siglo, desde luego, no va en la buena tendencia. Es largo de explicar, pero el caso es que hay muchas cosas que se están desmoronando. Pero, de un lado, el derrotismo es un lujo que no puedo permitirme, y, de otro, conozco a demasiado gente buena y honorable como para creer que no remontaremos. Hay mucho hartazgo de este vacío que nos lleva a ninguna parte, y pienso que se va a producir un rearme moral en los próximos tiempos. Se han destapado demasiados absurdos en los últimos tiempos.
JMF: ¿Eres optimista entonces?
DC: No. Ni pesimista. Tanto el optimista como el pesimista se hacen componendas de cómo será el futuro: son dos maneras de hacer dejación de funciones. A mí no me interesa el futuro, sino lo que puedo hacer yo, lo que podemos hacer nosotros. Me interesa mi prójimo de hoy y lo que haré cada día al levantarme por la mañana. Me interesa combatir y estar a la altura de las expectativas, poder dormir por la noche y mirarme al espejo. La futurología me deja frío; mi cometido me espolea.
JMF: ¿Para quién es ‘Ética para valientes’?
DC: Para todo el mundo. La pregunta por la vida buena es universal y eterna. No hay un solo ser humano mínimamente funcional que no se pregunte cada día muchas veces, consciente o inconscientemente, si lo que hace es justo y si su vida es buena. Está escrito para personas de 15 y de 90 años; y ya son varias las madres y padres que me han dicho que les han leído pasajes a sus hijos de 11 años, lo cual, por supuesto, me llena de orgullo.
JMF: Mil gracias David, ojalá te sigan llenando de orgullo más lectores que aprovechen tu libro, un abrazo.
DC: Ha sido un gran placer, Josep Maria. Cuando lo saques avísame por favor y le damos difusión. Un abrazo.