Director de 'A Fondo' Radio Intereconomia.
Manresa, (Barcelona). Ldo. en Ciencias Biológicas. Ex docente, ex editor, ex político y periodista. Todo con 'humor catalán'.
Para 2023 la primera buena noticia que deseo y, supongo, también espera el mundo civilizado y democrático, es el fin de la guerra de Ucrania. Que de una vez por todas Putin sea aislado política y económicamente. Sé que es difícil por la dependencia energética de centroeuropea, principalmente Alemania, pero el sátrapa del Kremlin no puede salirse con la suya, ya que se crearía un precedente de inseguridad e inmoralidad -recordemos el papel en Afganistán de las potencias occidentales- difícil de asimilar por las sociedades de los países libres. Tras 22 años invadiendo a sus vecinos y guerreando con ellos, creando nuevos conflictos geoestratégicos, Putin debe ser derrocado internacionalmente, pues su dictadura impide cualquier estrategia de instaurar una democracia en Rusia más o menos homologable. Por otra parte, y pensando en los problemas de España -datos elevados de inflación y paro, además de la deuda y déficit públicos, dependencia energética, colonización de las instituciones públicas y neutrales por parte del Gobierno, separatismo catalán y vasco, sostenibilidad del sistema de pensiones, invierno demográfico y pésimo funcionamiento de la sanidad y la enseñanza públicas, así como la aprobación de leyes de ingeniería social y venganza histórica- creo que PP y VOX deben dejar a un lado sus rivalidades políticas y pensar que son complementarios, que sin el concurso de los dos partidos no habrá manera de echar a Sánchez de Moncloa. VOX y PP no son enemigos entre sí, el verdadero objetivo a vencer democráticamente es el actual Gobierno social comunista, pues una nueva legislatura Sánchez daría al traste con la España que hemos conocido hasta ahora. Se necesita un Gobierno nuevo, que genere ánimo confianza, esperanza e ilusión en la ciudadanía y en los actores económicos, tanto nacionales como extranjeros, para empezar a solventar los numerosos y graves problemas que antes cité y que, más tarde o más temprano, acabarán provocando una crisis, principalmente institucional, territorial y económica que nos dejarán a la deriva y a merced de personajes indocumentados, fanatizados e incompetentes. Mejor muestra de lo que digo son los casi cinco años que llevamos soportando y padeciendo al Gobierno Frankenstein, cuyo principal responsable es Pedro Sánchez, el vivo ejemplo de la traición y la falta de escrúpulos.
Joaquín Martín (@joaquinmartinjm). Periodista. Radio Intereconomía. COPE. 13TV, escritor, locutor de publicidad, documentales y doblaje. Contador de historias.
Los españoles de hoy -como otros muchos ciudadanos de este bendito planeta-, vivimos perplejos entre dos célebres afirmaciones. La primera debida a Ortega y Gasset, y referida a su tiempo: “No sabemos lo que nos pasa, y eso es precisamente lo que nos pasa”; y la segunda, al padre del liberalismo conservador británico, el norirlandés Edmund Bureke: “Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”. Desde siempre, la “buena gente” es socialmente mayoritaria: quiere simplemente vivir en armonía con su entorno natural y social; prosperar razonablemente y ser libre, lo más libre posible. ¿Cómo se entiende, pues, que sean los malos quienes con tanta frecuencia -sobre todo en los tiempos que corren- imponen su ideológica voluntad manipuladora en el devenir colectivo? Pues, precisamente, porque aquella dócil mayoría ignora lo que realmente le sucede: la implacable y progresiva imposición de la cultura “woke”; la “dictadura del relativismo”; la “agenda 2030” o la “cultura de la cancelación”,… a escala global. Y quien no es consciente de tales hechos, no puede responder convenientemente a los mismos o lo hace demasiado tarde. Ello es así a escala individual y colectiva.
En España estamos viviendo una tesitura auténticamente histórica. Último eslabón, por ahora, en el proceso de descomposición de nuestro Estado de Derecho y en el camino hacia la voladura de la propia España como nación, lo constituye la reciente renovación del Tribunal Constitucional (TC). Da vergüenza la tensión entre “progresistas” y “conservadores”, en su pugna por ocupar las diversas magistraturas y la presidencia de Alto Tribunal. Dejando a un lado la eufónica auto denominación de la izquierda como “progresista”, el problema no es menor en el lado pretendidamente “conservador”, al que parece sucederle lo que André Maurois opinaba del premier británico Robert Peel, que se decía conservador pero “ignoraba lo que tenía que conservar”.
El caso del PP y el de su actual líder (tanto monta, monta tanto, éste como sus predecesores) resultan semejantes. No es preciso recordar todas las leyes y medidas “progresistas” que los “conservadores” iban a derogar o revertir cuando llegasen al poder. Y cuando efectivamente lo lograron, ni siquiera resolvieron por vía de la simple derogación de las leyes recurridas, los recursos de inconstitucionalidad interpuestos por su propio partido en relación con tantas graves cuestiones, como la relativa al aborto (pendiente desde 2010, y que ahora parece tener prioridad según declaración del flamante presidente del nuevo TC); a la eutanasia o a la Ley de Educación de nuestra elegante embajadora ante la Santa Sede, la señora Celaá. Hoy, todos los recursos pendientes relativos al animalismo, el feminismo radical, la ideología de género, el revisionismo histórico, etcétera, quedarán supeditados a la agenda que fije para su resolución el señor Conde-Pumpido, y a los votos de los magistrados “progresistas”.
Las contradicciones y poses del señor Núñez Feijóo son notables y no permiten siquiera entrever una línea política clara para el futuro. Más bien cabe presumir la continuidad en el comportamiento de su partido. Quizá por eso mismo el PP se auto defina con la cómoda y difusa etiqueta de “centro”, algo así como: ni blanco ni negro, sino todo lo contrario. Sucede, sin embargo, que también en política, en la política que hoy precisa la sociedad española más que nunca, existen el blanco y el negro, no sólo el siempre dudoso “más o menos gris”.
El señor Núñez Feijóo dijo, para distanciarse de VOX (con quien parece ejercer su auténtica e implacable oposición, no con respecto al PSOE), que no secundaría la oportunísima moción de censura al Gobierno propuesta por el partido de Abascal, pero que exigiría la celebración de elecciones generales inmediatas (objetivo bien explícito de la pretendida moción de censura, por cierto). También declaró que se entendía mejor con el PNV que con VOX. ¡Vaya por Dios! Su reciente comparecencia en Barcelona ha revestido los tintes propios de la visita de un ex presidente gallego a otra “nacionalidad” bien diferenciada y solemnemente reconocida. Su cursi aspiración de promover un “bilingüismo cordial” en determinadas Comunidades Autónomas, no casa bien con la política que él mismo ha venido imponiendo en Galicia. Y si no que se lo pregunten a la benemérita filóloga Gloria Lago, tan gallega como él, y que explique por qué ha sido necesaria la creación -por su misma paisana promovida y dirigida- de la Asociación Hablamos Español.
La declaración del presidente del PP acerca de que “si no tengo mayoría, no gobernaré”, qué quiere decir, ¿que no aceptará coalición alguna con VOX?, lo que parece a todas luces inevitable a pesar del perturbador efecto del llamado “voto útil”. ¿O es que aceptaría antes la coalición gubernamental con un PSOE a la deriva? Vivir para ver.
Y, entre otras muchas cosas, hay algo más en relación, por ejemplo, con la manifestación convocada en Madrid para el próximo 21 de enero por “Foro España Cívica”, “Unión 78”, “Libres e iguales”, “Pie en pared”, “Foro Libertad y Alternativa”, etcétera; y secundada por VOX y el PP, aunque parece que este último partido “tenía sus dudas”. Ignoro las razones por las que dicha manifestación vaya a celebrarse en la Plaza de Cibeles y no en la de Colón. ¿Decisión del Ayuntamiento “pepero” de Madrid? ¿Motivos? ¡Qué horror, una nueva edición de la célebre “Foto de Colón”! ¡La ocasión más alta que vieron los siglos pasados, los presentes, y que esperan ver los venideros! si se me permite la expresión del glorioso Manco de Lepanto. Se trata de mantenerse en un una posición lo más singular posible, según muestra la reciente exhortación de Feijóo a los suyos, para que a raíz de las elecciones del próximo mes de mayo gobiernen en solitario, “…sin dejarse someter por las minorías que les circunvalen”, según su pedantesca expresión recogida por ABC, y alusiva a VOX, sin duda.
Parece que no hay solución a los graves problemas que España sufre mientras no se reforme la vigente Ley electoral, al objeto de superar el falseamiento de la verdadera representación política en nuestro país. Como ha escrito el Profesor Fernando Suarez: “Las listas electorales cerradas y bloqueadas presentadas por partidos cuya democracia interna es pura ficción, falsean la verdadera representación política y dejan sin sentido la solemne afirmación de nuestro Tribunal Constitucional, según el cual ‘los representantes elegidos lo son de los ciudadanos y no de los partidos´”. Y hay un efecto más grave aún, como es el duopolio partidista (PP-PSOE o cualesquiera otra combinación “binaria”), que se deriva de la llamada “ley D´Hont”, establecida desde la mismísima Transición política. “Un español, un voto”, independientemente de su lugar de residencia en el territorio nacional, debe ser la base de partida para una auténtica representación política de los ciudadanos, cosa que naturalmente no gusta al PSOE, pero que resulta ajena también a la pretendida singularidad del PP. VOX, en cambio, propugna la supresión de la financiación pública de los partidos políticos y de los sindicatos (empezando naturalmente por los suyos propios), como también la eliminación de cualquier subvención a los medios de comunicación social, al objeto de propiciar su imparcialidad en la confrontación política.
Lo que en cualquier caso me parece claro es que la no confrontación clara y distinta entre PP y PSOE en relación con cuestiones centrales de la Agenda 2030, a las que antes me referí, parece evidenciar la subordinación de ambos partidos políticos a los dictados globalistas, es decir, a los mandatos del totalitarismo global. Por eso asimilo al señor Núñez Feijóo al mundo de la estulticia política, consciente beneficiaria del “voto útil”, del voto cautivo. Estulticia, estolidez, ya se sabe, es sinónimo de necedad. Y necedad es pretender el liderazgo de eso que llaman el centro-derecha aparentemente nacional, pero ser tributario del autonomismo centrífugo, directamente ejercido (Galicia) o por simpatía con otros (Cataluña, las viejas y queridas Vascongadas,…).
No quiero cansarte más, querido Josep María, pero sí recordarte las palabras de otro Feijóo, distinguido exponente de aquella Ilustración española tan distinta, por católica entre otras cosas, de la europea. Me refiero al también gallego, benedictino él, y autor de la serie de ensayos titulada “Teatro crítico universal”: Aludo a Benito Jerónimo Feijóo. En dichos ensayos trata el religioso ilustrado del amor a la patria, del plausible y del reprobable: “La patria a quien sacrifican su aliento las almas heroicas, a quien debemos estimar sobre nuestros particulares intereses, (es España) (…) España es el objeto propio del amor del español; Francia, del francés; Polonia, del polaco (…) Las divisiones particulares que se hacen de un dominio en varias provincias o partidos son muy materiales, para que por ellas se hayan de dividir los corazones”. Y concluye el Feijóo histórico con un juicio que parece escrito para su homónimo contemporáneo y para los políticos de hoy: “El amor a la patria particular, en vez de ser útil a la república, le es por muchos capítulos nocivo. Ya porque induce alguna división en los ánimos que debieran estar recíprocamente unidos para hacer más firme y constante la sociedad común; ya porque es un incentivo de guerras civiles y de revueltas contra el soberano, siempre que considerándose agraviada alguna provincia, juzgan los individuos de ella que es obligación superior a todos los demás respetos el desagravio de la patria ofendida; ya, en fin, porque es un gran estorbo a la recta administración de justicia en todo género de clases y ministerios”. Amén.
Leopoldo Gonzalo y González. Catedrático de Universidad. Correspondiente de las Reales Academias de Jurisprudencia y Legislación y de la Historia.
El año 2023 no nos dará sorpresas positivas. Será un año donde se producirá un shock económico y traerá una cascada de elecciones no sólo en España sino también en la Unión Europea. Y habrá una interrelación político-económica entre ambos factores.
En España habrá elecciones municipales y en muchas autonomías en mayo. Las elecciones a nivel nacional tendrán lugar en el cuarto trimestre si el presidente Sánchez no acude a un ardid político. La legislatura debería finalizar el 10 de noviembre con la disolución de las cámaras en octubre. Sánchez ha declarado que convocará elecciones generales en septiembre. La sociedad española se encuentra muy enfrentada y las consecuencias de la crisis económica serán decisivas en el momento de las elecciones tanto locales y autonómicas como generales. La presidencia española de la UE podría ser utilizada como elemento electoral. El problema es que no existe un movimiento intelectual capaz de movilizar la sociedad. Las libertades públicas y los derechos individuales están en precario en el mundo y España y Europa no son una excepción.
Habrá elecciones en varios países de la Unión europea: Finlandia, Grecia, Estonia, Polonia, Bulgaria y probablemente en Francia, y también en Suiza.
Por otra parte, será un año preparatorio de las elecciones al Parlamento Europeo y en Estados Unidos en 2024. La guerra de Ucrania durará hasta que interese a EEUU y al Reino Unido, si no empeora la situación. La UE deberá ser decisiva en la consecución de la paz independizándose de los bloques políticos. Europa debe aprender de las consecuencias de las alianzas que provocaron la Primera Guerra mundial y de los tratados que convirtieron al continente en un mosaico y de los que se cumple el primer centenario.
Conclusión: la incertidumbre continuará.
Carlos Puente Martín, Dr. CC Económicas, Abogado y Politólogo. Escritor y conferenciante
Queridos amigos: Creo que éste nuevo año 2023 tendría que ser el año de la liberación, el año de la libertad. Estamos sometidos a un acoso social, institucional y político al que España no está acostumbrada, y nos van ganando porque tienen el partido preparado, comprado y resuelto sin nuestro consentimiento. Ahora es el momento de demostrar que España no son ellos, somos nosotros los españoles a los que están encarcelando para liberar a los delincuentes de todo tipo. Y España va a reaccionar, les vamos a demostrar que somos nosotros los que vamos a marcar el rumbo del país, que los independentistas no son suficientes para mover nuestra enorme estructura por mucho que griten. Y les vamos a demostrar a los etarras y asesinos que su camino es antiguo, falso y cruel y que pagarán por lo que hicieron aunque ahora les den días de fiesta. Volverán a pagar y así hasta que mitiguen todo el dolor que infringieron. Los ciudadanos, los españoles que queremos nuestro país en paz, convivencia y progreso somos muchos, pero muchos más a esos pequeños grupos que nos quieren dinamitar. No lo conseguirán. Vamos a volver a la senda del progreso y vamos a enviar a toda esa tropa a donde nunca debieron salir, es decir al olvido y al baúl bajo llave de todo aquello que queremos olvidar.
Eso es todo. Feliz Año 2023 y que éste sea el año del cambio, de la liberación, de la libertad en convivencia entre españoles.
Mariano Gomà (@GomaMariano). Ex Presidente de SCC (@Societatcc), fundador y presidente de Foro Espana (@EspanaForo) y ahora presidente de la plataforma Foro España Cívica (@EspanaCivica).
Lo que espero del 2023: dejar un planeta mejor para nuestros hijos, pero también la de dejar mejores hijos para nuestro planeta.
Del 2023 espero que los seres humanos seamos más conscientes en todos los sentidos.
Conscientes de que cada uno de nosotros tiene la capacidad de realizar cambios que afecten a todos los demás.
Y que podamos usar ese poder para hacer que este mundo sea mejor, con más amor, más respeto y más libertad.
Me permito hablar de amor, porque es la falta de éste el que está detrás del miedo, de la frustración, de la rabia y la desconfianza y de que seamos más proclives a ser víctimas de la manipulación.
Tenemos la responsabilidad de dejar un planeta mejor para nuestros hijos, pero también la de dejar mejores hijos para nuestro planeta.
Para lograr una sociedad psíquicamente sana, necesariamente hay que volver la mirada a la gestación, al nacimiento y a la crianza. Pues solo si conseguimos sanar ese primer trauma que cada ser humano arrastra podremos ser más empáticos, vivir con más confianza en nosotros mismos y ser en definitiva, más libres y menos manipulables.
En este 2023 espero un renacimiento de cada ser humano. ¿Será esto posible?
Solo es posible si tenemos la conciencia de que lo necesitamos para seguir avanzando.
Cuando un bebé nace se consolida o se quiebra el fundamento principal de una psique sana: la confianza.
Es muy fácil quebrar ese fundamento, a través del miedo, la intervención innecesaria, la medicalización y la separación del cuerpo de la madre.
En el momento del nacimiento y las primeras 6 horas de vida, ocurren una serie de cambios epigenéticos en el cerebro del recién nacido que perdurarán durante años y que determinarán en gran medida cómo será psicológicamente ese ser humano. En un nacimiento inalterado en el que se respeta la fisiología del parto, en el que la madres se siente segura y confiada, en el que se conecta amorosamente con su bebé, y en el que se respeta el contacto piel con piel inmediato, se desarrollan las áreas del cerebro que tienen que ver con la empatía y la calma. Esos bebés serán más resilientes al estrés. Sabrán encontrar más fácilmente el camino hacia la tranquilidad, serán más estables psíquicamente y tendrán más confianza en sí mismos para vincularse con los demás.
Sin embargo, cuando no se respeta ese proceso y el parto es traumático, vivido con miedo por parte de la madre y con separación, el bebé experimenta un estrés que modificará su cerebro y hará que sea más inestable, más miedoso y desconfiado y que le cueste vincularse consigo mismo y con los demás, incluso que experimente rabietas y sea más irascible. Esto no solo afecta a la infancia, sino toda la vida del ser humano.
Este hecho se conoce desde antiguo. Los espartanos maltrataban a sus hijos desde el nacimiento para que tuvieran más miedo y más rabia. De este modo serían perfectos guerreros.
En la sociedad actual al poder le interesa que vivamos en el miedo porque somos más manipulables, más infelices, perfectos consumidores (especialmente de fármacos) más rabiosos, más susceptibles de enfrentarnos a los demás, por cualquier motivo (raza, religión, equipo de fútbol al que siguen, partido político al que votan, por las elecciones que toma respecto a su propia salud…).
Hemos visto cómo han usado la manipulación muchas veces contra nosotros, especialmente en los últimos años. Merece la pena estudiar cómo ha sido el nacimiento y la infancia de los grandes líderes políticos. Si lo buscáis, entre los anglosajones hay una larga tradición de niños separados de sus madres nada más nacer, criados por «nannies», educados en internados. Separados del amor materno y de la familia. Lo hemos visto en las películas americanas cientos de veces en las que el bullying parece ser lo más normal. ¿Cómo van a gobernarnos estos seres carentes de amor?
Tenemos que dejar de ser víctimas de nuestro propio trauma y del trauma de los demás. Es hora de tomar nuestro propia responsabilidad. De ver el origen de la manipulación y el miedo en el que nos quieren hacer vivir y romper con ello.
El primer paso está mirarse hacia dentro, desterrar el miedo y vivir con amor. Parece una noñería, pero no lo es en absoluto. Porque cuando nos amamos no permitimos el maltrato ni propio ni ajeno.
El segundo paso es no permitir más que los seres humanos lleguen a este mundo con sufrimiento. Cuidar el momento del nacimiento como algo verdaderamente sagrado.
Dejemos de seguir al rebaño y pongamos límites. Necesitamos crear una nueva Humanidad, generar y elegir líderes que no actúen desde la codicia sino desde la conciencia.
Ojalá que España siga siendo una democracia parlamentaria
Como si de un juego de trileros se tratase, nuestro Presidente dice y hace lo contrario.
Nos queda un año hasta que se pueda cambiar el rumbo de este mi querido país, llamado España.
Mientras tanto los españoles asistimos pasmados y atados de pies y manos a los desvaríos de este gobierno.
Ojalá 2023 sea un año donde todos los españoles podamos hacer uso de la libertad de expresión tal y como corresponde a un Estado de Derecho.
Ojalá que la división de poderes sea efectiva y real, donde el Poder Judicial no sea secuestrado, pero con la deriva que lleva este presidente y su gobierno, me temo que acaba de empezar a secuestrar a nuestros jueces.
Ojalá que tal y como proclama nuestra Carta Magna del 1978 en su art. 3.1: » el castellano siga siendo la lengua oficial del estado» y «que todos los españoles tengan del deber de conocerla y el derecho a usarla». Que no se siga vulnerando de manera flagrante a familias y alumnos de centros docentes a usar el Castellano.
Ojalá que el Presidente de la nación española, NO se dedique a seguir realizando MAS concesiones a separatistas y a quienes son cómplices de los asesinos y, todo ello como si fuese un juego de cromos, cambiando votos por concesiones.
Ojalá que España siga siendo una democracia parlamentaria con todo el espíritu de nuestra Constitución del 78, como norma suprema que han de acatar TODOS los españoles.
Ojalá que el COVID y sus políticas queden desterrados.
Patricia Siguero de Unzúe, abogada experta en Derecho de Familia y contencioso administrativo.
Eso espero y deseo yo para España y los españoles y que a este indigno presidente le den una patada en las próximas elecciones y lo manden muy pero que muy lejos.
España merece ser gobernada por auténticos servidores públicos que bajen impuestos, apoyen al sector primario y a las empresas, apuesten por la excelencia en la educación, respalden a las fuerzas armadas y a las F y C de seguridad, protejan a la infancia y a los mayores y creen un escenario de oportunidades para que nuestros jóvenes tengan aqui su futuro. Que no manipulen a la justicia, que dejen de prohibir sin ton ni son y que no olviden ni por un momento que ese servicio a España es un honor.
Mazaly Aguilar (@MazalyAguilar). Eurodiputada de VOX (@vox_es) y Vicepte de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo
Voy a pedir a los Reyes Magos que nos traigan la humanidad que nos falta.
Que en España, los niños vuelvan a ser de los padres y no del Estado y que se frene el adoctrinamiento «queer» y la cultura de la muerte en la educación.
También pido por mujeres, muy jóvenes todas ellas, que en otras culturas se ven obligadas a ocultar sus embarazos extramatrimoniales para eludir su muerte, por imposiciones ideológicas de un islam político, que poco tiene que ver con la religión. Jóvenes que son forzadas a dar a luz a sus hijos prematuramente, con sólo seis meses, que como consecuencia padecen malformaciones, falta de amor y de padres. Estos niños y niñas no pueden ser adoptados porque los musulmanes los consideran impuros.
Allí, en Belén, donde las religiosas Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl los acogen hasta los seis años en su Hospital. En Belén, donde fueron los Reyes a adorar a un pobre niño también: el Hijo de Dios.
María José Ibáñez Rodríguez, portavoz de Asociación de Mujeres Por la Igualdad (@AMPI_igualdad)
Me pides una breve colaboración 15 o 20 líneas sobre lo bueno o lo malo de este ultimo año. Ya en el enunciado de la petición existe, en mi opinión, una trampilla. España está en clara decadencia desde hace unos cuantos lustros, pero la pandemia ha hecho evidentes algunos detalles. Si comenzamos con la demografía veremos un clarísimo envejecimiento de la población, y la casi ausencia de niños autóctonos en los parques. Podríamos seguir por la famosa “distancia de seguridad”, inoculada en vena durante la pandemia, que ha borrado de un plumazo la alegría de las tertulias, barras de los bares…, ha separado a muchas familias y amigos y ha creado una gran cantidad de gente sola. Como una nueva plaga bíblica brota una subespecie de “alcaldes progresistas”, que creen que España es Dinamarca. Imponen bolardos, carriles bici, cambios de dirección absurdos, zonas peatonales en el centro de las ciudades, que destruyen el acceso a los comercios en el centro de las ciudades, y favorecen así que la población haga sus compras y gestiones en centros comerciales de la periferia… Muchas de estas actitudes, simultáneas en toda la nación, no proceden de las propias poblaciones, sino que parecen brotar de unas mentes centrales cuyo objetivo, al menos cuyo resultado, es el de aislar aun más a la población en ghettos de barrio o sucedáneos periféricos… Este aislamiento ya no es de origen médico, si es qué el pandémico lo fuere… Su causa tan solo podemos intuirla.
Santiago Casares (@loracepino). Internista jubilado del sector público. Plenamente activo y Co-fundador del Rincón de la Medicina Interna, web de referencia en el mundo médico de internet hispano.
Resumir lo que ha significado este año 2022 es tarea difícil, incluso peligrosa, diría yo; se deben seleccionar las palabras idóneas para encadenar frases que expresen un mensaje positivo, un mensaje de esperanza, debemos conjurar ese pesimismo generalizado inducido por la sucesión de acontecimientos extraordinarios que se han acumulado en los primeros compases del nuevo milenio.
Nuestra querida España parece empeñada en no acabar nunca de transitar, de consolidarse en una sociedad madura, unida y responsable, que asume su pasado sin complejos y sin mentiras; así, en España, lo más significativo de éste 2022 es la constatación de que aquel proceso que se inició formalmente el 4 de enero de 1977 con la Ley para la reforma política y que creíamos haber dejado zanjado con la Constitución de 1978, en realidad aún no ha concluido y, no nos engañemos, lo más probable es que no concluya jamás.
En el contexto internacional ocurre algo ciertamente curioso, algo que no puede pasar desapercibido. Y es que así como la espantosa guerra civil que asoló a España entre los años 1936 y 1939, se reprodujo luego a nivel internacional, al menos en lo que se refiere al enfrentamiento extremadamente violento de ideologías opuestas, el aparentemente eterno retorno de la sociedad española al estado de transición, se ha reproducido en el ámbito internacional con la espantosa guerra provocada con la invasión de Ucrania por el ejército ruso, una invasión que parecía querer reproducir la invasión de Polonia por el ejército alemán el 1 de septiembre del año 1939, pero que, al igual que la vuelta a la transición en España, está resultando algo muy diferente, algo que bien podría evolucionar hacia una situación crítica que involucre el colapso de nuestra civilización.
Dirás: menos mal que el mensaje iba a ser positivo; pues sí, es un mensaje positivo; verás, hace unos años, se suscitó la cuestión de si era posible identificar de forma objetiva y racional, a la persona más relevante en la historia de la humanidad, se construyó al efecto un complejo algoritmo que identificó a Jesús de Nazareth como el ser humano más relevante de la historia. Resulta admirable que en apenas tres años de vida pública y sin haber dejado escrito conocido, alguien llegue a erigirse en la persona más relevante de la historia. El caso es que Jesús de Nazareth es la persona sobre la que más se ha escrito, tanto es lo que se ha escrito sobre él que es extraordinariamente difícil reconocer la esencia de su mensaje. Se suele poner el acento en el amor: amar al prójimo, rezar por quienes nos persiguen, poner la otra mejilla suelen citarse como aspectos esenciales del mensaje de Jesús de Nazareth, pero eso es un mandamiento, no es un mensaje, es la consecuencia de un mensaje. Para mí, el mensaje de Jesús de Nazareth se resume en un versículo del último libro, del nuevo testamento, el libro de las revelaciones, el evangelista Juan atribuye a Jesús el siguiente mensaje: YO HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS (Apocalipsis 21:5). Ahí lo tienes, el mensaje de esperanza más poderoso que yo conozco: pese a la perspectiva única impuesta por el empirismo determinista, lo cierto es que ningún ser humano tiene la capacidad de saber lo que está por venir, puede ocurrir cualquier cosa y eso que puede ocurrir no tiene por qué ser negativo: Dios hace nuevas todas las cosas.
María José Cantón, española, madre y ciudadana catalana.
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