Conversación tranquila de @jmfrancas con Alfonso Carrascosa, científico del CSIC (@CSIC).
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JMF: ¿Estáis de celebración en el CSIC, no?
AC: Sí, aunque no lo parezca por el escaso eco mediático: se conmemora el 80 aniversario de su fundación.
JMF: Es para celebrar o es otra institución ‘chiringuito’
AC: Es para celebrar más de lo que se está haciendo, pero a quienes que nos gobiernan ‘en funciones’ les interesan más las exhumaciones o la memoria histórica, y menos la historia.
JMF: ¿Qué balance haces del CSIC?
AC: Necesariamente bueno: la actividad científica sobrevivió a la Guerra Civil y a la II Guerra Mundial, por fin se profesionalizó la figura del científico, se descentralizó la investigación, se impulsó la aplicación de las ciencias a la solución problemas cotidianos… Y SE POTENCIÓ LA INCORPORACIÓN DE LA MUJER A LA CIENCIA A NIVELES QUE EN 1975 ERAN SIMILARES A LOS DE HOY, cuando somos 11.000 personas que ocupamos la 7ª posición mundial en el ranking de investigación científica pública.
JMF: ¿Cómo y cuando nace el CISIC?
AC: El CSIC nace el 24 de noviembre de 1939, mediante la promulgación de su Ley Fundacional, gracias a la astucia e inteligencia de José Ibáñez-Martín, parlamentario de la CEDA durante la II República, que sería primer presidente del CSIC además de ministro de educación, y que huyó con su familia del Madrid del Frente Popular para evitar ser asesinado al igual que lo hizo su mano derecha, Jose Mª Albareda, científico experto en edafología. Ambos se encontraría en Burgos e idearían el CSIC para dar continuidad a la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE) que había sido adscrita junto con las academias, etc. a un recién creado Instituto de España.
JMF: En estos 80 años, ¿qué ha cambiado en el CSIC?
AC: Lo primero que ha cambiado es el marco de desenvolvimiento institucional, pasando de un régimen de carencia de libertades a una democracia en monarquía parlamentaria consolidada. Además el CSIC ha pasado de ser el fundamental controlador del desarrollo científico a compartir con otras instituciones del sistema I+D+i dicha responsabilidad. Y no ha parado de crecer en capacidad -más de 120 institutos de investigación con más de 3500 proyectos de investigación-, de descentralizarse -estamos en todas las autonomías-, de internacionalizarse -estando en el Top 5 de instituciones europeas en número de acciones H2020- de producir conocimiento -14.000 artículos científicos al año con más de 600 tesis doctorales y 450 tecnologías protegidas…, en definitiva: no ha parado de mejorar, a pesar de las crisis y aunque nos siga pareciendo a los que trabajamos en él que hace falta más.
JMF: ¿A qué se debe la poca relevancia en la opinión pública de un centro de este nivel?
AC: Pienso que a la dificultad de identificarlo entre tanta información aparentemente más relevante. Es sorprendente que desarrollando una investigación multidisciplinar al más alto nivel, y aunque las siglas CSIC sean las mejor asociadas a ciencia por los españoles, todavía incluso los periodistas encuentren dificultades en decir correctamente ‘Consejo Superior de Investigaciones Científicas’ o escribir sin errores ‘CSIC’. También es mejorable por parte de los científicos la divulgación de sus logros a la sociedad: vamos poco a poco. Creo que el ‘perfil mediático bajo’ que se le ha dado a la conmemoración del 80 aniversario tiene también algo de ideológico: los herederos ideológicos del Frente Popular no tuvieron nada que ver en su puesta en marcha, y deben considerar que celebrarlo mucho es políticamente incorrecto.
JMF: ¿Está politizado el CSIC?
AC: Su presidente es nombrado por quien gobierna, algo que ocurre desde su fundación, y no sucede p.ej.- en las universidades, cuyo rector es elegido democráticamente. Pero eso no implica que esté politizado: quienes lo componemos cubrimos todo el espectro ideológico existente en la actualidad. Sí creo sin embargo que los políticos intentan instrumentalizarlo en mayor o menor medida, en el sentido de apuntarse ser los únicos promotores de la ciencia, cuando lo que demuestra la historia es que al desarrollo científico se ha contribuido desde todas las ideologías. Durante el siglo XX español la implicación de lo que hoy se considera derechas (conservadores y liberales) ha sido muy elevada en el avance de la ciencia: la JAE y el CSIC lo echaron a andar personas de ese espectro ideológico. Por otra parte las cotas más altas de instrumentalización ideológica del CSIC y de apropiación de la actividad científica en democracia en pro de unas siglas, han sido en mi opinión los gobiernos de Zapatero, sólo superados durante el franquismo.
JMF: ¿Cómo funciona el CSIC?
AC: Como la ciencia: localizamos lo que no se conoce y nos ponemos a descubrirlo, en todos los ámbitos del saber. Luego está el soporte económico: los científicos somos funcionarios que han ganado su posición en un duro proceso de concurso-oposición que sólo pasan los mejores. Los presupuestos generales del estado pagan nuestros sueldos. Después parte de lo recaudado por hacienda se nos concede también tras proponer proyectos y elegirse los mejores, para sufragar lo necesario para investigar, bien experimentalmente bien en ciencias humanas. La ciencia funciona en un régimen de contínua competitividad, y sólo aportando conocimiento novedoso a nivel mundial. La mayor parte de lo que descubrimos lo publicamos. Una pequeña proporción es de utilidad práctica y genera tecnologías que se protegen y se ofrecen a buen precio al tejido industrial.
JMF: ¿No vais al unísono con el mundo empresarial?
AC: Sí claro, y en continua relación. El CSIC tiene entre sus objetivos el de acercar las capacidades y logros científicos y tecnológicos a todos los sectores socio-económicos nacionales e internacionales, con el fin de lograr que se transformen en bienestar social, económico y cultural para el conjunto de la sociedad. Incluso generamos empresas, ya no sólo ingenios para producir o mejorar la industria. También hay por parte del tejido empresarial mecenazgos en líneas de investigación, pero sobre todo investigación contratada, que permite recuperar parte de la inversión pública que sufraga nuestra actividad para poder reutilizarla en más investigación. Además participamos en foros ciencia-empresa, impartimos cursos de formación, contribuimos la preparación científica de técnicos que finalmente se marchan a enriquecer el tejido empresarial, etc.
JMF: ¿Qué nota le pondrías a la investigación en Espana?
AC: Notable alto de media. Eso implica que hay de matrícula de honor, también de ‘sufi’ e incluso fallida o suspensa, pero la ciencia es así.
JMF: Gracias Alfonso, y celebrad bien la onomástica. Un abrazo.
AC: Muchas gracias! Información ‘políticamente incorrecta’ sobre los orígenes del CSIC, o sobre el 75 aniversario también en 2019 de su más emblemática revista científica, Arbor, y de quienes pusieron en marcha todo este tinglado, la podrán encontrar los lectores a un módico precio en mi libro, de inminente aparición, titulado ‘Iglesia católica y ciencia en la España del siglo XX’, de la Editorial Bendita María. ¡Hasta siempre!